» 21-02-2022

La muerte de la metafísica 11. Los cuatro jinetes del Apocalipsis. El nacimiento de la metafísica.

El cambio del sistema mítico-mágico-religioso al sistema metafísico se puede tildar de prodigioso. La necesidad de justificar las ideas, las suposiciones, las certezas, suponía un cambio radical frente a un mundo que era simplemente ininteligible, revelado, capricho de los dioses o mágico. El mundo se sufría porque no se entendía. Pero podía ser previsto por cuanto existían ciertas regularidades, pero de manera harto deficiente. La única justificación que el mundo mítico había utilizado era la verosimilitud, el relato (el mito): lo que tiene sentido… es cierto. Todo lo demás eran hierofanias (manifestaciones de lo sagrado), kratofanías (manifestaciones de la fuerza), topologías (el espacio y el tiempo como justificación). Pero incluso la verosimilitud (lo que parece ser verdadero) necesita una verdad anterior: la verdad mitológica, la verdad revelada, la verdad topológica.

 

Pero la metafísica supone un cambio cualitativo respecto al sistema mítico-mágico-religioso: la verdad puede ser analizada por el hombre, el hombre es la medida (la vara de medir) de todas las cosas. La verdad no es algo exterior al hombre. En todo caso es una alternativa: lo subjetivo como opuesto a lo objetivo (que pasa a ser ajeno, exterior). Este tipo de pares de oposiciones (empezando por la primigenia: el mundo y el hombre… que puede comprenderlo) se convierte en el centro de la metafísica: el principio de identidad (las cosas tienen un atributo de verdad inequívoco); lo que no es falso es verdadero: el principio de no contradicción, e incompatible: principio del tercio excluso. Estos tres axiomas (verdades que no necesitan demostradas porque son evidentes) fundan la metafísica. El conocimiento de la sabiduría (la filosofía) tenía un nuevo sujeto: el hombre; tenía un nuevo método: la metafísica y tenía una nueva norma: los axiomas y la ley natural. Estamos ante uno de los más grandes cambios del desarrollo del conocimiento.

 

Entendemos que hubo tres grandes pensadores que protagonizaron este cambio (con permiso de los presocráticos): Sócrates, Platón y Aristóteles unidos por la transmisión directa de sus saberes entre ellos: la educación. Pero significan tres hitos en el tránsito de la inevitabilidad a la justificación y de lo verosímil a lo cierto. Pero ¿quién es el cuarto jinete? A mi modo de ver es un colectivo: los presocráticos. Fueron ellos los que transitaron de las teogonias reveladas, impuestas, ajenas, a la subjetivación, y ese tránsito lo explica la Odisea de Homero de forma inmejorable. La Odisea es la revolución del hombre contra los dioses, la invención del ingenio, de un hombre capaz de encontrar sus propias razones. Entre la Iliada y la Odisea media un abismo: en la Iliada mandan los dioses; en la Odisea (como su nombre indica) manda el hombre: Odiseo. La palabra odisea deja poco lugar a la imaginación: es la rebelión contra los dioses. Los dioses dejan de mandar en el mundo porque los hombres -merced a su ingenio- se han adueñado del poder. Nunca se desalojará del todo a los dioses de su Olimpo pero la revolución había empezado.

 

Sócrates buscó la verdad (la certeza) en la controversia. No es casual que no escribiera. Escribir es la expresión de un saber individual y eso no era lo que Sócrates quería. “De la discusión sale la luz”. Es la confrontación de ideas desde donde se puede llegar a la verdad. Sócrates se acerca a la certeza por el diálogo, por la dialéctica. Todavía no es un individuo pleno, es parte de un grupo, tiene un pié en el mundo mítico. Desgraciadamente el pensamiento posterior entendió la dialéctica como una contradicción estructural. Platón entendió los diálogos como una forma literaria. La idea que resume a la perfección el pensamiento de Sócrates es: “solo sé que no sé nada”. Sócrates busca una verdad que no le pertenece, que todavía, si no totalmente exterior, se construye con la colaboración del otro. Su “suicidio” -incomprensible para un pensamiento como el nuestro, henchido de individualidad- es mucho más fácil de entender si le entendemos como alguien que respeta una verdad que no le pertenece porque pertenece a la comunidad. y contra la que no tiene derecho a discutir. Dice Julien que Sócrates supone la separación del pensamiento oriental del occidental, lo que cuadra perfectamente con el rechazo a la individualidad oriental que nosotros entendemos como excesiva cortesía. No es así; es socratismo.

 

Platón ya supone un cambio cualitativo sustancial. La división entre el mundo y el hombre que lo comprende se ha operado definitivamente. Platón es un individuo, separado del mundo y como tal, lo explica y lo clasifica: las apariencias son engañosas, la verdad reside en la esencia oculta de las cosas. Si Sócrates sabía que no sabía nada, Platón sabe que todo lo que vemos es falso (y quizás… taimado). Platón construye un mundo nuevo desde el prisma de su percepción, de su individualidad soberana. Platón escribe -lo que es una diferencia sustancial respecto a Sócrates- y no solo sobre el mundo sino que reinterpreta a su maestro, de cuya influencia da testimonio con el nombre de sus escritos: los diálogos. La corriente filosófica que funda, el idealismo, explica el mundo a través de la visión del pensador, su idea. Si Sócrates todavía vivía en un mundo de pares, en el que el otro era imprescindible, para Platón la separación del individuo del mundo (incluidos los otros) ya es una realidad.

 

Aristóteles se niega a que todo sea falso. En eso, es más individualista que su maestro, puesto que se ve capaz de entender y explicar el mundo, pero de forma más materialista, menos idealista (virtual). Entiendo que este filósofo queda marcado por la lógica. La lógica es una hecatombe: es una forma de encontrar la verdad (la certeza) atendiendo exclusivamente a lo formal, es decir, sin contemplar los significados (las esencias) de las palabras. Aristóteles clasifica el mundo en categorías de las que la sustancia (la esencia, el ser) es la fundamental. Toda la metafísica quedará marcada por esta determinación (la ontología). La esencia platónica era una verdad inaccesible, remota, fuera del mundo perceptible. Aristóteles la rescata y la materializa. Para Aristóteles todo es sustancia (lo demás son categorías accidentales). Su ontología (sustancia) es materialista frente a la ontología (esencia) platónica. El cambio es “sustancial”.

 

Y el tránsito se ha operado: de la conciencia de no saber (Sócrates) hemos pasado a la imposibilidad de saber a través de la percepción (todo es apariencia, falsedad) (Platón) y al saber de que todo es sustancia y la certeza absoluta de lógica formal (Aristóteles). Ya es posible la aventura del saber, de la búsqueda y el hallazgo de certezas inalienables (o casi). La metafísica ya es posible y con tanta fortuna que durará 25 siglos… para morir en el SXX. Claro que si el mito, la magia y la religión no han muerto, 25 siglos después, el anuncio parece perentorio.

 

El desgarrado. Febrero 2022.




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