» 11-10-2024

La muerte de la metafísica 17. Un país de risa 9. Animales racionales 20. El humor.

Hay tres razones para que esta entrega lo haga en tres colecciones de blogs diferentes. En “La muerte de la metafísica” por cuanto he repetido muchas veces que el humor es uno de los institutos humanos que la metafísica no es capaz de explicar. Respecto a “Animales racionales” por cuanto la irracionalidad del humor ha sido también reiteradamente puesta de manifiesto. En cuanto a “Un país de risa” -dado el nombre- no podía escaparse. Sigo en esta entrega  a Henri Bergson “La risa. Ensayo sobre el significado de lo cómico”. Losada. 2009 (1914). Los conceptos de risa, cómico, ridículo, y sobre todo humor (que entiende como una forma de la sátira caracterizada por un enfoque científico) no eran los mismos en la sociedad de 1913 que hoy. No hay ninguna referencia al mecanismo biológico de la risa ni una neta separación entre la risa (la manifestación) y lo cómico (la causa). Los ejemplos aportados van desde Cervantes hasta Moliére (además de los contemporáneos de Bergson) y el teatro cómico es el vodevil. Las referencias a la comedia parecen remitir a la griega clásica. Quizás por eso la inclusión entre las artes es inequívoca. No hay ninguna referencia al cine. 

 

Entre las características (la ubicación) que Bergson destaca en lo cómico figuran:  su exclusiva adhesión a lo humano (el hombre es el único animal que ríe), la insensibilidad (asentada en la indiferencia y enemiga de la emoción) y su carácter social (grupal, común) que lo excluye de cualquier aislamiento y que oculta un prejuicio de asociación.  Si bien el carácter humano y social lo hace inequívocamente humano, reconoce que su ubicación en ese emplazamiento se hace extraño tanto en su intelectualidad (con el absurdo como telón de fondo) como en la difícil explicación de por qué lo cómico nos hace reír. Resume estos tres puntos de vista: “Lo cómico habrá de producirse, a lo que parece, cuando los hombres que componen un grupo concentren toda su atención en uno de sus compañeros, imponiendo silencio a la sentimentalidad y ejercitando únicamente la inteligencia” (Bergson 2009, 15). La extracción de lo cómico de los sentimientos y su ubicación en el intelecto convierte a lo cómico en una cosa muy seria.

 

A continuación, y mediante ejemplos destaca cuatro situaciones cómicas que considera paradigmática 1) la caída fortuita; 2) la broma pesada; 3) el distraído (loco, soñador); 4) las víctimas de las pasiones y vicios. Ninguna de las cuatro produce automáticamente la risa lo que le lleva a un análisis más fino de las circunstancias que concurren. 1) Para la caída observa las ausencia de voluntad (involuntariedad), agilidad (torpeza), atención (distracción), flexibilidad (rigidez), freno (impericia) que redundan en rigidez mecánica del espíritu, sobrevenida del exterior, de forma natural. 2) Para la broma descarta las ausencias y se centra en la preparación (artificialidad), la inducción (por malicia o por azar), y desubicación (distracción). 3) El distraído no sólo es una caso sino también un tipo que refuerza los casos, exactamente igual que las causas naturales. 4) El vicio es el que nos viene de fuera, el que nos reduce imponiendo su marco. Hay aquí un automatismo (similar a la distracción). Lo cómico es inconsciente. Hemos avanzado de la mixtificación a la distracción, a la exaltación, a la deformación. Se dibuja el aspecto ridículo de la persona humana y de la función castigadora (de las costumbres) de la risa, así como ciertos aspectos de rigidez y automatismo.

 

“La vida y la sociedad exigen de cada uno de nosotros una atención constantemente despierta, que sepa distinguir los límites de la situación actual, y también cierta elasticidad del cuerpo y del espíritu que nos capacite para adaptarnos a esa situación. Tensión y elasticidad, he ahí dos fuerzas complementarias que hacen actuar la vida” (Bergson 2009, 22). Si le fallan al cuerpo, entonces surgen los accidentes (deja de funcionar la sociedad) porque esas fuerzas complementarias hacen funcionar la vida. “Pero la sociedad exige más. No le basta vivir, aspira a vivir bien. Teme que cada uno de nosotros se limite a atender a lo que constituye lo esencial de la vida, y se abandone para todo lo demás al fácil automatismo de las costumbres adquiridas Y debe temer asimismo que los miembros sociales, en vez de atender a un equilibrio de voluntades enlazadas en un engranaje cada vez más exacto, se contenten con respetar las condiciones fundamentales de ese equilibrio” (Bergson 2009, 23).  Exige un esfuerzo constante de adaptación recíproca. La rigidez es sospechosa para la sociedad Y sin embargo no puede reprimirla ya que no es objeto de una material agresión. Se encuentra ante algo que la inquieta Y este gesto responde con otro. La risa debe ser algo así como una especie de gesto social. “El temor que inspira reprime las excentricidades, tiene en constante alerta y en contacto recíproco ciertas actividades de orden accesorio que correrían el riesgo de aislarse y adormecerse, y da flexibilidad a cuanto pudiera quedar de rigidez mecánica en la superficie del cuerpo social”… “La risa persigue de forma inconsciente un fin útil de perfeccionamiento general” (Bergson 2009, 23).. Aún así lo cómico tiene algo de estético, pues se produce cuando la necesidad ha sido superada… concepto kantiano que hoy sería más difícil de sostener.

 

La risa es un elemento disuasorio que trata que la sociedad funcione con la atención que su importancia requiere, y para ello amenaza con el ridículo, con la humillación, a aquellos que no se esfuercen lo suficiente (por desprecio o por hábito) en que la sociedad funcione correctamente. Es un mecanismo insólito no solo por que es síquico (apunta al ridículo y a la humillación) sino porque es preventivo (es una amenaza). Semejante superioridad de medios sólo puede apuntar a un mecanismo intelectual, perteneciente a la razón y sería el primer mecanismo de este tipo que aparece en la evolución de la especie, netamente superior a cualquier mecanismo instintivo, ambos caracterizados por su a-moralidad, es decir, por su exclusión absoluta de cualquier juicio de bondad o justicia.  Al final del libro Bergson parece rebajar estas iniciales expectativas: “Ahora bien; la risa es efecto de un mecanismo montado en nosotros por la Naturaleza, O lo que viene a ser lo mismo por una antiquísima costumbre de la vida social. Y este mecanismo funciona de por sí, no tiene tiempo de pararse a ver dónde da. La risa castiga ciertas faltas, casi del mismo modo que la enfermedad castiga ciertos excesos hiriendo a inocentes y respetando culpables, mirando siempre a un resultado general, en la imposibilidad de hacer a cada caso el honor de examinarles separadamente”. (Bergson 2009, 139). Es evidente que aquí el mecanismo es instintivo (la Naturaleza) o de carácter intermedio entre el instinto y la inteligencia (… una antiquísima costumbre de la vida social). Pero de lo que no se apea es de la humillación: “la risa es ante todo una corrección. Hecha para humillar, ha de producir una impresión penosa en la persona sobre quien actúa. La sociedad se venga por su medio de las libertades que con ella se han tomado. No llenaría sus fines la risa si llevase el sello de la simpatía y de la bondad” (Bergson 2009, 139). Aunque la idea de amenaza y prevención parecen también haber claudicado, la de venganza… asusta. 

 

Bergson habla en una época en qué el conocimiento sobre la etología, sobre el comportamiento de los animales, es prácticamente nulo, así como sobre el instinto, los cerebros aditivos y el cerebro social (CCE). Bien está, pues, que la propuesta quede un poco en una nebulosa. Pero no es nuestro caso, dado que  hemos accedido a todos esos conocimientos. En nuestra costumbre de considerar las cualidades intelectuales de los animales a la baja, para mantener nuestra posición hegemónica, cabe la posibilidad de qué no se haya reparado en ningún mecanismo de previsión, de ámbito intelectual, en los grandes simios y que sin embargo éste exista. No quedará pues más remedio que esperar a que la etología se pronuncie sobre el tema. Aun así, la humillación, parece un mecanismo demasiado humano y por tanto inevitablemente residente en el lóbulo frontal, en la inteligencia.

 

De lo que sí tenemos hoy conocimientos suficientes es del mecanismo de la risa. Forma parte de los mecanismos orgásmico que funcionan por acumulación paulatina y liberación explosiva. El parecido de la risa con el estornudo, la tos, el eructo, etc. es lo suficientemente próximo como para pensar que la risa es la reorientación de una tensión que no se ha podido resolver en su origen, y esa tensión es la tensión social. Lo social es demasiado importante como para que no tenga mecanismos que lo regulen, Y así es en efecto. En este caso se activaría por una relajación del respeto a las normas sociales, que provocaría la tensión (amenaza de humillación) que en caso de desistimiento se reorientaría a una reacción orgásmica (explosiva) que sería la risa. De esta manera comicidad y risa responderían a mecanismos distintos; la comicidad a un mecanismo corrector de la relajación social (en grado de amenaza), y la risa, a un mecanismo liberador de la tensión acumulada por esa relajación. El primero debería ser intelectual (o instintivo si las investigaciones etológicas lo confirmaran) y el segundo podría ser instintivo (como lo son todos los mecanismos orgásmicos). En cualquier caso la intuición de Bergson es prodigiosa.

 

El desgarrado. Octubre 2024.

 




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