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» 10-08-2021 |
El pensamiento es el arma de la humanidad para sobrevivir en un mundo difícil de entender. Se articula pues en dos partes: comprender y actuar lo que llamó Aristóteles la ciencia teórica (física y metafísica) y la ciencia practica (ética y política). Añadió este autor la ciencia productiva o poiética (el arte y la técnica) que supone una forma distinta de entender y de actuar sobre el mundo. El pensamiento es el modo de hacer la acción eficaz (actuar desde la correcta intelección del mundo), es decir, escapar al determinismo físico. La interacción individual con el mundo empieza con la vida (una forma de condensar energía en lo vivo detrayéndola del entorno. Antes, las interacciones son globales, colectivas, físicas, La vida es organización de la energía en beneficio de estos organismos vivos. Desde que un organismo se diferencia del entorno se inicia una pugna entre la física (las leyes de la termodinámica) que pretenden la igualación de la energía y la biología en la que los seres vivos pretenden una distribución asimétrica de la energía que les favorece. La historia de esa pugna es la evolución de las especies; el día a día de la biología es la vida y la muerte, comer (incrementar la energía) o ser comido (perder la organización), dominar o perecer. El mundo se convierte para el ser vivo en un test continuo de supervivencia, un mundo hostil contra el que la humanidad solo tiene un arma: la inteligencia.
Porque otras formas de vida resolvieron la interacción con otras estrategias. La más conocida es el instinto en el que el organismo responde a la amenaza mediante respuestas estereotipadas, automáticas y fijas. Antes, el metabolismo (el proceso básico de incorporación de energía procedente del entorno) recurrió a otros mecanismos. Las bacterias y plantas verdes “comen” energía solar (sintetizan proteínas mediante su energía, el agua y las sales minerales que toman del suelo) . Otros (los extremófilos) recurren a la energía química y solo interaccionan con otros seres vivos para recombinar sus genes. Porque los dos rasgos que distinguen a los seres vivos son la diferenciación del medio, -individualización en general mediante una membrana-, y la reproducción: los seres vivos producen otros seres vivos mediante un código genético susceptible de transmitirse. Los virus, los seres vivos más simples, son eso: una membrana y una información genética. Ni siquiera tienen metabolismo por cuanto son parásitos (obtienen sus materiales constituyentes de los organismos a los que infectan). En estos seres vivos más simples la interacción con el medio se produce por excitación iónica de la membrana mecanismo que conservan las células de los seres multicelulares para comunicarse con su medio interno.
La inteligencia nace en el umbral del autoconocimiento que inaugura un nuevo tipo de individualidad consciente. La consciencia transforma el instinto en libertad, en la posibilidad de responder al medio de distintas maneras, lo que no significa que todas sean igualmente eficaces. La libertad (más acá de consideraciones éticas y políticas) es un abanico de posibilidades. Obviamente la evolución se había encargado de que las respuestas instintivas fueran perfectas (las únicas que habían conducido a la conservación de la especie), por lo que la libertad se convierte en un repertorio fallido de respuestas… excepto si se modifica el entorno a posiciones no contempladas por la evolución. La inteligencia queda irremisiblemente unida al progreso y al desarrollo de tal modo que en vez de ser la consecuencia de la inteligencia es su mecanismo de posibilidad. Pero ese mecanismo no es eterno sino que llega a su límite cuando el cambio producido en el entorno es irreversible: el desarrollismo. En ese punto de no retorno estamos ahora. Si a los dinosaurios la economía de escala les condujo a la extinción (ayudada por causas externas), a los humanos la inteligencia nos está conduciendo a lo mismo. Pero no es ese el tema, sino cómo la inteligencia se convirtió en el arma que hizo que los seres humanos dominaran el mundo.
Dentro de la inteligencia se han dado diferentes sistemas de pensamiento. El más conocido es la metafísica que domina el pensamiento durante 25 siglos desde el siglo -V griego hasta el SXX. Pero antes existió el sistema mítico (Cassirer), un sistema sin escritura, de verdad topológica y dogmática, analógico, del relato como forma de pensamiento, etc. y antes que él, el sistema arcaico (Lèvi-Strauss) de la omnipotencia de las ideas, el culto a los muertos, el animismo, la magia (y el arte mágico), el tótem y el tabú, las kratofanías (manifestaciones de la fuerza), el matriarcado, etc. Probablemente existieron otros sistemas de pensamiento, eslabones perdidos que nunca conoceremos. Tras la metafísica de la abstracción-universalización-ley, se abre paso el sistema cibernético de las bases de datos, la computación y la retroalimentación (la causalidad no lineal) que apunta al futuro. La realidad aditiva de nuestro cerebro (el órgano principal del pensamiento) hace que estos sistemas no desaparezcan sino que se superpongan. En este esquema general vamos a centrarnos ahora en el nacimiento de la metafísica del SVaC.
Lo primero que necesita el nuevo sistema es un individuo diferenciado del entorno en el que se sitúa (la autoconsciencia). Lo segundo una situación posibilista (no de necesidad) que permita escoger entre varias alternativas que se procesa dentro de la mente. La tercera es un sistema de relaciones entre lo real (el mundo), la mente (imágenes mentales del mundo: pensamiento) y el lenguaje (sistema de signos que se relaciona con lo real y con lo mental. En esta situación los presocráticos reflexionan sobre el el ser (la constancia) y el devenir (el cambio) Tratando de descubrir lo real para llevarlo a lo mental a través del lenguaje. Confundir lo real con el lenguaje (categorizar, nombrar) es su primer escollo. Confundir el lenguaje con lo mental (lógica, símbolo), es el segundo y confundir lo real con lo mental es el tercero (verdad, omnipotencia del pensamiento).
Ser y devenir. Para Heráclito todo es devenir, todo fluye. Lo real es un cambio constante y eterno que responde a una razón universal llamada logos, expresión de lo divino que se nos revela a través de los sentidos. Conocer es comprender esa ley. Para Parménides lo real es el ser estático e inmutable, eterno e indivisible. Único, homogéneo y al que solo se puede acceder mediante la razón, el pensamiento. Lo que obtenemos a través de los sentidos es apariencia, ilusión, opinión (doxa). Platón concilia ambas visiones con la teoría de las Ideas. Desdobla la realidad en un mundo sensible, donde todo es un reflejo de su modelo (Ideas, Formas), inteligible y trascendente. La realidad percibida (sensible) es una copia imperfecta, una sombra de las Ideas que residen en el mundo trascendente. El ser de Platón es dual, dividido entre dos mundos: uno real (trascendente), eterno e inmutable de las Ideas y las Formas, y otro aperiencial (menos real), imperfecto y mutable (en el que se producen los cambios, los flujos, el devenir). Solo lo imperfecto tiene necesidad de cambiar.
Aristóteles no acepta ese mundo trascendental. Piensa que la realidad debe ser inmanente, presente en las cosas que tenemos delante. Lo real son los objetos presentes en el mundo, que podemos identificar y nombrar. Aporta dos razones para disentir de su maestro: 1) Las causas (recordemos que conocer es averiguar las causas o principios primeros) deben estar necesariamente en contacto con los efectos y no como las Ideas, en un mundo trascendente, abstracto, cuando los efectos están en el mundo sensible. 2) Si la causa de un hombre concreto es un hombre ideal (pero existente) tendría que haber un tercer hombre que sea la causa del segundo. Y así sucesivamente hasta alcanzar la causa última que no llegaría nunca. Pero esta negación de la existencia de las Ideas en un mundo trascendente no soluciona el problema del ser/devenir.
Las cosas del mundo tienen propiedades, unas accidentales (que no cambian su ser) y otras esenciales (que determinan el ser). En el caso de un árbol lo accidental es el lugar en donde se encuentra o el color de sus hojas (y muchas otras). Lo esencial es ser un árbol (indeterminado) y ser ese árbol (determinado). El ser es algo común a todas las cosas y constituye su característica más fundamental. Pero el ser se dice de muchas maneras, puede tener distintos significados: a) puede denotar existencia, b) pero también las cosas son algo (lo que se predica de ellas). ¿Cuál es la esencia del ser, su realidad subyacente. Aquello cuya ausencia la convertiría en otra cosa? El ser es la causa última de todas las cosas, su principio primero. A ese
discurso sobre las causas y los pricipios le llamó filosofía primera y hoy lo conocemos como metafísica. Aquello que está más allá de la física, de la ciencia y del orden. Aquellos aspectos de la realidad inaccesibles a la ciencia: fundamentos, estructura, principios, fines últimos, sentido de la realidad o cuestiones teológicas. Y por hoy ya hay bastante. Continuará.
El desgarrado. Agosto 2021.