» 07-09-2020

La resaca del coranavirus 18. ¿Es segura la vacuna?

No, no me he pasado al bando de los negacionistas. Creo que la ciencia tiene muchos defectos (la mayoría producto de su herencia metafísica) pero que, hoy, no tiene alternativa. La ciencia ha acumulado errores, pero ha acumulado tantas evidencias que, hoy por hoy, es insustituible, dentro de una humildad que nunca debería abandonar. La ciencia es un mecanismo de descarte. Le es fácil decir lo que no es, pero le es imposible decir lo que es (Weber)… hasta que la experiencia lo corrobora de forma inequívoca. Supimos el valor de la gravedad siglos antes de saber lo que la gravedad era (en el caso de que lo sepamos). Resumiendo: las vacunas han salvado muchas vidas. Podemos pensar que no son infalibles pero el balance es positivo. Si no es la verdad, se le aproxima.

 

Mi desconfianza se refiere a la actual protovacuna del coranavirus. Y mi desconfianza es política. La salvación para la mayor parte de los políticos del mundo es que, cuanto antes, se encuentre una vacuna que les salve el culo. Y les ha de salvar el culo por cuanto todos han pecado de imprevisión y si un político no es capaz de prever, entonces ¿cuál es su misión? Es evidente que en España no estábamos preparados para semejante pandemia. Pero una pandemia no es un meteorito (por citar una catástrofe imprevisible). Sabíamos que había transferencias entre virus de animales y personas. Sabíamos que algo así podía ocurrir y sin embargo no teníamos ni los medios humanos, ni los medios materiales para combatirlo. Habíamos privatizado (es decir, priorizado lo económico a lo sanitario) y descuidado las residencias de ancianos. Los recortes en sanidad de 2008 no se habían restituido, aunque la economía se había recuperado. En una palabra, nuestra higiene político-sanitaria era tan deficiente que el virus se cebó. Los políticos tienen, en todo el mundo, el rabo de estopa, y necesitan la vacuna… antes de las elecciones.

 

Y si los políticos necesitan la vacuna es evidente que las farmacéuticas están dispuestas a proporcionársela aunque no cumpla todas las condiciones.  Y ahí está el quid de la cuestión. Las farmacéuticas presionarán para proporcionar sus vacunas si los políticos aceptan que no tienen todas las garantías. ¿Cómo acabará la cosa? Farmacéuticas y políticos son un cóctel explosivo. El hambre y las ganas de comer. Es un documento que nunca veremos, porque será de alto secreto. Pero habrá vacuna (sin garantías) y los políticos salvarán el culo… provisionalmente). Si la vacuna no funciona, desde los primeros muertos hasta la resolución de los jueces, pasarán diez años. Suficiente para que los políticos ya hayan desaparecido del mapa y dada su irresponsabilidad congénita, imposibles de obtener de ellos compensación alguna. Habrá muertos pero también los ha habido por el virus y nadie parece entender que los culpables son los políticos. Y así, los políticos, taparán sus muertos con más muertos.

 

Este sistema no funciona y desde que tomó el sesgo ultraliberalista Thatcher-Reagam y su contubernio entre políticos y empresarios, todavía menos. Con la  posverdad, la información política ha desaparecido.  El virus afecta básicamente a los jubilados y a los pobres. Si no fuera porque sabemos que los políticos son idiotas (excepto para el dinero) deberíamos pensar que es una conjura, una conspiración. Pero, insisto, las conspiraciones no existen. Ni en las vacunas ni en la política. Son demasiado idiotas. Por eso se autoconcedieron en la Constitución, el estatuto de ignorantes. Por eso en los juicios declaran que no saben nada. Por eso ante los periodistas declaran su ignorancia. Ellos son así. Son la expresión máxima de eso que las encuestas llaman: no sabe, no contesta.

 

El desgarrado. Septiembre 2020.




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