» 12-01-2021

La resaca del coranavirus 40. Comités de expertos.

Una pandemia como esta requeriría un equipo multidic¡sciplinar excepcional para controlarlo. Se ha impuesto la tesis política: recurrir exclusivamente a los que son de nuestra cuerda, a los que nos apoyan. Los medios ayudan al caos contratando a expertos que dicen lo que se les ocurre desde su punto de vista individual (cuando no abiertamente político, arrimando el ascua a su sardina). Nuestra sociedad es un ente complejo lo que quiere decir que nadie desde su parcela sectorial (sea sanitaria, social, económica o política) puede, ni entenderla cabalmente ni dar directrices eficaces. Pero el gobierno ha decidido que los únicos colectivos de expertos sean virtuales. Ya se tapó el culo al principio de la pandemia inventándose un comité de expertos al que nunca conocimos (porque no existía). Una vez pillados, en vez de rectificar, han continuado con el cuento con nuevos comités de expertos opacos, con defensas tan débiles como preservar su intimidad.

 

En España tenemos un problema con los asesores nombrados a dedo, con sueldos fabulosos. La opacidad es total pero se supone que se acercan a los dos mil en la administración central. Los asesores no están elegidos por los ciudadanos por lo que son a-democráticos. Los asesores deberían ser transparentes y si no quieren serlo que se presenten a las elecciones. Los asesores son (tal como se producen ahora) ajenos a la democracia. ¿Por qué? En España hay una enormidad de puestos políticos zombis. Se trata de que cada vez que un partido pierde las elecciones tenga la oportunidad de colocar a todos los desechados en puestos que les permitan hibernar esperando a las próximas elecciones. La existencia de la CCAA (y los Ayuntamientos) son un alivio porque siempre hay puestos (por mal que vayan las elecciones) dispuestos a acoger a los perdedores. Pero no es suficiente. Se necesitan más puestos zombis: el Senado, las Diputaciones, las cámaras de comercio, los consejos regionales, la administración gremial, etc. Para resumirlo: la Administración debe estar duplicada para que todos los políticos que están en stand-by puedan pasar el invierno interelectoral.

 

Pero ni así alcanza. Y entonces se recurre a los asesores. ¿Cuáles son los parámetros para contratarlos? Podríais pensar que son técnicos siendo como son asesores. Pues no. Son  políticos. Se les escoge de acuerdo con el

cuñadismo más acendrado: los que se avienen a la línea del partido. No se trata de que opinen sino de que reptan el argumentario, dogmaticen, se alineen… avalados por su experticidad. ¿Para qué sirve un asesor alineado? Para nada, pero tampoco es importante. Reconozco que el Gobierno ha aplicado un principio de eficacia  insólito en la política: si no sirven para nada, pues nos los inventamos. Siempre que el sindicato de chupones no se queje, bien, pero lo serio es que los comités de asesores sean transparentes, no solo en su nombramiento y en su sueldo sino también en su existencia.

 

Los políticos tienen respuestas estereotipadas que se podrían clasificar en varios tipos: 1) contestar otra cosa (si es propaganda… mejor). Le preguntan a Martínez, alcalde de Madrid en ARV: ¿por qué se vacuna tan poco en Madrid cuando se exige continuamente que lleguen las vacunas? Tras un rato de autobombo y de ataque al gobierno la periodista le insta a contestar lo que le ha preguntado. El alcalde dice: “le estoy respondiendo, déjeme ponerlo en contexto” y sigue a lo suyo. La periodista insiste y el Alcalde también. El tiempo se acaba y el alcalde no contesta tras haberse comprometido a hacerlo. Eso es un político: mentir y despistar. 2) Descalificar al periodista, repreguntarle o ridiculizarle. Es la técnica Trump. La mejor defensa es un buen ataque y para esconder mentiras lo mejor es decir que el mentiroso es el otro, en este caso el mensajero. 3) No sé nada. Siempre es mentira. Ningún político está off de record ni un segundo. Simplemente espera a conocer el argumentario del partido. Porque los políticos no son autónomos, son piezas de un equipo que tiene un coach que manda. 4) Apretar el paso. Para eso entrenaba Rajoy. Bárcenas era un maestro: desfondó a un montón de periodistas. Tampoco estuvo mal Billy el Niño en una de sus últimas

entrevistas. Es simplemente entorpecer la labor del periodista… a la carrera. Incluye argucias como no entender la pregunta, decir “sin comentarios” u ordenar a los gorilas que arremetan contra el preguntador. 5) Mi favorita es la de Cospedal: el “finiquito diferido”: quedar como gilipollas para evitar la respuesta. Evidentemente contestar está contraindicado.

 

Con esto quiero decir que la transparencia no es lo suyo. Son mentirosos compulsivos. Se trata de desenvolverse en la máxima opacidad, para lo que no dudan en promulgar leyes absolutamente inútiles (como la catalana) que solo tratan de dar el pego pero, para nada, mejorar la transparencia. Es lamentable que el gobierno se invente comités de expertos pero no es lo único. No pudimos ver los trabajos de doctorado de Casado como tampoco supimos como pudo acabar cuatro cursos de la carrera -trabajando- cuando, -estudiando- no fue capaz de aprobar sino unas pocas asignaturas. ¿Hizo Sánchez su tesis, o se la encargó a un negro? No les gusta estudiar pero les gusta presumir y la Constitución les permite no hacerlo. Si un camarero tiene una carrera universitaria ¿qué menos tiene que tener un político?

 

El desgarrado. Enero 2021.




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