» 26-02-2024

Lecciones de ciencia/filosofía alternativa 5. El concepto y la lingüística. Arte.

El tercer mecanismo de la metafísica para acceder al conocimiento es el concepto. El concepto es una clase de clases, que recoge todas  las clases equivalentes, de acuerdo con una condición predeterminada, qué es el contenido del concepto. El concepto es un universal por definición. Así como la matemática es una lógica de cantidades el concepto es una lógica gramatical. El lenguaje es capaz de utilizar la lógica pero debido a sus limitaciones conduce a una lógica compleja y farragosa. No es hasta la llegada de la lógica simbólica en la que se utiliza un lenguaje específico, cuando el lenguaje y la lógica se avienen. Una oración gramatical no siempre tiene sentido lógico, se pueden construir oraciones que escapan a dicho sentido. Este tema lo estudiaron Russell Y Whitehead alcanzando la “teoría de tipos” que nos propuso un medio para acabar con las antinomías (paradojas): una clase no puede contenerse a sí misma. 

 

Cabe distinguir -aunque no sea fácil- entre definición y concepto. La primera pertenece a la lingüística y trata de determinar el significado (el contenido) de una palabra, una oración o un concepto. El segundo pertenece al pensamiento (la filosofía y a la ciencia) y trata de expresar (capturar) la realidad (cosa o fenómeno) en una idea. Hume refirió ambos a la esencia, considerando a la primera como nominalista y el segundo como realista. Aquí nos referiremos sustancialmente al concepto como idea. La división -.efectuada por Saussure- del signo lingüístico en significante (forma) y significado (contenido), unidos de forma arbitraria, nos proporciona una pauta simple para deslindar la idea de la palabra, aunque no de la forma previamente indicada. Peirce, estableció una división triádica del signo añadiendo el contexto, aunque con matices que aquí no recojo. La lingüística se desarrollará enormemente hasta alcanzar el giro lingüístico (el pensamiento y la realidad son palabras). 

 

El concepto traduce la realidad a una moneda común que es la idea, moneda con la que opera el entendimiento. Nuestro proceso para entender el mundo consiste en trasformar la realidad (mediante la percepción) en ideas o contenidos mentales, que dada su homogeneidad pueden ser operados por la mente (pensamiento simbólico) mediante una serie de reglas lógicas y operaciones matemáticas hasta obtener un resultado mental (conocimiento nuevo) susceptible de ser aplicado a la realidad en forma de acción eficaz. La operación de ideas en la mente equivale a la operación de objetos en la realidad, pero con un considerable aumento de la eficacia y reducción de la energía necesaria. Los conceptos conforman las premisas con las que opera el silogismo lógico (deducción) y las ideas con las que opera la inducción. Este sistema de operación de ideas sustituye al primigenio de operación de imágenes (percepciones brutas) con el que arranca el pensamiento antes de la simbolización (conversión de las ideas-imagen en ideas-palabra), con un coste energético abrumadoramente superior. 

 

Entre la operación de las cosas en lo real (mecanismo de prueba y error) y la operación de ideas en lo mental (asociación de ideas o pensamiento) se produce una forma de pensamiento intermedia: el arte, que es la operación en lo real de objetos reales pero con valor ejemplar (ostensivo) o paradigmático, con una incipiente abstracción (el relato, el ritmo, el dibujo, el color, el volumen…) realizada en lo real. El arte es la simbolización (y operación) de lo real en lo real. Al arte le corresponde una lógica distinta de la formal: la atracción natural (y, a veces “extraña”). La arquitectura por la atracción de la gravedad y la consiguiente simetría de equilibrio; la poesía con la atracción de la métrica, la rima, el acento; la música con la atracción del ritmo, la melodía y la armonía; la plástica con la atracción de la composición (gravitatoria), el fondo/figura, el claro/oscuro, la perspectiva, la complementariedad de los colores, etc. El arte -como forma de conocimiento-. no resistirá el tirón del logos, la lógica y la metafísica y se transformará en un elemento sensible sin aspiraciones de significar la realidad más allá de la imagen. 

 

Las relaciones entre la matemática de la cantidad, la lógica de la verdad y la lingüística del concepto (la definición) son intrincadas, e incluso puede parecer que artificiales. A veces, se nos figuran, tres manifestaciones de lo mismo artificialmente armadas. No podemos olvidar que el ajuste entre la realidad y la idea que nos formamos de ella, no es perfecta sino que depende de la sutileza de la herramienta que utilizamos para ello: nuestro cerebro (mente). Ni siquiera estamos seguros que dicha operación de traducción sea posible con todas las garantías. Nuestra mente es más analítica que sintética… por obligación. La complejidad del mundo nos obliga a simplificar, a reducir la realidad a fracciones más pequeñas o más simples (hasta hacer de ello un principio de acción: la navaja de Occam). Solo, a medida que nuestras herramientas se hacen más finas (en un proceso recursivo en el que el conocimiento y lo conocido forman un totum revolutum) podemos sintetizar lo analizado reconstruyendo la totalidad dividida. Como el borracho que busca las llaves perdidas en la noche, a la luz de la farola, nosotros tampoco podemos adentrarnos en la oscuridad a la búsqueda de la verdad. Solo podemos hacerlo a la luz de nuestro entendimiento. Aunque lo busquemos donde no está. 

 

El desgarrado. Febrero 2024.

 




Comentarios publicados

    Añadir comentario


    Acepto las condiciones de uso de este sitio web