» 15-10-2024

Lecciones de ciencia/filosofía alternativa 9. El conocimiento según Bergson. Drama y comedia.

En “La risa. Ensayo sobre el significado de lo cómico” Losada 2013 (1913). Henri Bergson plantea la necesidad de hacer un estudio sobre el arte que acomete en líneas generales en la página 109. La generalidad con el que lo aborda hace que esas páginas sean muy interesantes como programa con el que acomete el estudio del conocimiento en general, y como tal lo traigo aquí. 

 

Se plantea -para empezar- la dificultad de entender el mundo que nos rodea (comunicarnos con él), mundo que no percibimos claramente. Es como si se interpusiera un velo. Es “necesario vivir, y la vida exige que percibamos las cosas en la relación que tienen con nuestras necesidades. Vivir es obtener de los objetos la impresión útil, y responder a ella por medio de reacciones apropiadas. Las demás impresiones tienen que oscurecerse o llegar a nosotros de un modo confuso” (Bergson 2013, 109). Creo ver y entender, pero cuanto oigo del mundo se reduce a lo que de él extraen mis sentidos. Se borran las diferencias y se acentúan las semejanzas prácticas, trazando de antemano mi camino a seguir (ya transitado por la humanidad entera). ”Mis sentidos y mi conciencia me aportan solamente una simplificación práctica de la realidad”… Las cosas han sido clasificadas según el partido que de ellas se podía sacar. Y esta clasificación es lo que yo percibo… La individualidad de las cosas y de los seres se nos escapa siempre que el hecho de advertirla no suponga una utilidad material. Y aún en los casos en que la percibimos (como cuando hacemos distinción entre dos hombres), no es la individualidad misma, es decir, cierta armonía de forma y colores completamente original, lo que sorprenden nuestros ojos, sino tan solo uno o dos caracteres que han de facilitarnos su reconocimiento práctico. Por último, y para decirlo todo, muchas veces no llegamos a ver las cosas por sí mismas, pues frecuentemente nos limitamos a leer las etiquetas que llevan adheridas. Esta tendencia, hija de la necesidad, se ha acentuado más aún bajo la influencia del lenguaje.” (Bergson 2013, 111).

 

“Y no son solamente los objetos exteriores, Sino también nuestros propios estados de alma los que se sustraen a nuestro conocimiento, en lo que tienen de íntimo, de personal, de originalmente vivido… lo más frecuente es que no lleguemos a conocer de nuestro estado de alma más que su desarrollo exterior. No aprehendemos de nuestros sentimientos más que su aspecto impersonal, aquel que el lenguaje pudo fijar de una vez para siempre, porque viene a ser el mismo, en las mismas condiciones, para todos los hombres… nos movemos entre generalidades y símbolos, vivimos como en un campo cercado en el cual nuestras fuerzas se miden prácticamente con otras. Fascinados por la acción somos atraídos por ella hacia el terreno que eligió para nuestro bien” (Bergson 2013, 112). Solo raramente la naturaleza engendra almas más desprendidas de la vida, y no me refiero a un desprendimiento reflexivo o filosófico sino a una manera virginal de ver, oír o pensar: un alma de artista. Pero ni siquiera para éstos,  la naturaleza ha levantado completamente el velo, sino solo parcialmente, ha dejado de enlazar la percepción con la necesidad.  De ahí la diversidad de las artes y la diversidad de su aproximación. Unos apuestan por la transparencia, otros por la introspección, otros más por la sintonización. Se trata de desenmascarar la realidad envuelta en los símbolos corrientes y las generalidades convencionales aceptadas por la sociedad. 

 

“Lo que el Drama va a buscar para sacarlo a plena luz es una onda realidad velada por las necesidades de la vida, muchas veces, para nuestro bien. ¿Pero qué realidad es esta? ¿Cuáles son esas necesidades?  Toda poesía expresa estados del alma. Los hay que nacen del contacto del hombre con los demás hombres, y son los sentimientos más intensos y los más violentos también… el solo hecho de ponerse unos hombres en presencia de otros, produce atracciones y repulsiones profundas, desequilibrios, y por último la electrización del alma, que constituye la pasión. Si el hombre se abandonase al movimiento de su naturaleza sensible, si no hubiese leyes sociales ni morales, estas violentas explosiones de sentimientos serían lo corriente en la vida. Pero es útil conjurar estas explosiones; es necesario que el hombre viva en sociedad, y por consiguiente que se atenga una regla. Y esto que aconseja el interés lo ordena la razón: hay un deber y es nuestro destino obedecerle. Bajo esta doble influencia ha debido irse formando una capa superficial de sentimientos e ideas que tienden a la inmutabilidad, que querrían cuando menos ser comunes a todos los hombres, y que encubren, cuando lo logran, el fuego interior de las pasiones individuales. El lento progreso de la humanidad hacia una vida social cada vez más pacífica, ha consolidado poco a poco esta capa… hay sin embargo, erupciones volcánicas… en las que de pronto vuelve a resurgir lo que guarda en su fondo. El Drama nos procura un placer de este género. Por debajo de la vida tranquila… viene a remover en nosotros algo que por fortuna no estalla, pero cuya tensión interior nos hace sentir… unas veces… traerá del fondo a la superficie, las pasiones… otras veces… nos revelará las contradicciones de la sociedad consigo misma; exagerada lo que puede tener de artificioso la ley social… pero en ambos casos… su objeto es siempre el mismo descubrir una parte muy recóndita de nosotros, aquello que podría llamar el elemento trágico de nuestra personalidad. (Bergson 2013, 116).

 

“El arte tiende siempre a lo individual… lo que canta el poeta es un estado de alma que fue suyo, y nada más que suyo, y que nunca volverá a repetirse… el dramaturgo presenta a nuestros ojos el desarrollo de un alma… que se produjo una vez para nunca más reproducirse. Es inútil asignar nombres generales a estos sentimientos… están individualizados. Así pertenecen al arte, porque las generalidades, los símbolos, hasta los tipos, si queréis, son la moneda corriente de nuestra percepción cotidiana. (Bergson 2013, 117). Se confunden aquí dos cosas distintas la generalidad de los objetos, y la de los juicios que sobre ellos formamos. Las creaciones del arte son singulares todas ellas, pero la huella del genio, hace que las acepte todo el mundo. “Siendo únicas en su género, ¿cómo se conoce que son verdaderas? Por el esfuerzo que involucran. Lo que el artista vio no lo veremos ya nosotros exactamente igual que él; pero el esfuerzo que hizo para apartar el velo nos obliga a imitarle. Su obra es un ejemplo que nos sirve de elección. Y por la eficacia de esta elección se mide precisamente la verdad de la obra… Cuanto más profunda sea la verdad entrevista, tanto más tardío podrá ser el efecto, pero tanto mayor será su tendencia a hacerse universal. La universalidad está puesta en el efecto producido y no en la causa” (Bergson 2013, 117).

 

“Totalmente distinto es el objeto de la comedia. Aquí la generalidad reside en la misma obra. La comedia pinta caracteres que ya habíamos encontrado en nuestro camino. Anota semejanzas, aspira a presentarnos tipos, y hasta si fuera necesario, los inventará. En esto se distingue de todas las demás artes” (Bergson 2013, 118). Los nombres de las comedias tienden a ser genéricos y cuando son propios tienden a hacerse comunes. El héroe de la tragedia es una individualidad única en su género. Nadie se le asemeja. Por el contrario el poeta cómico, apenas ha ideado su personaje central, hace que giren a su alrededor otros que presenten los mismos rasgos generales. Así muchas comedias llevan nombres plurales, y en ellas se dan cita diversas personajes que reproducen un mismo tipo fundamental. “Esta diferencia es esencial entre la tragedia y la comedia, la una ocupándose de los individuos y la otra de los géneros, se traduce aún de otro modo: dos modos de observación radicalmente opuestos”. El poeta trágico no necesita observar a hombres “reales” para obtener sus protagonistas, porque su visión no se obtiene desde fuera. Tampoco necesita vivirlo, pasar por lo que describe. Busca sus tipos entre los que él mismo podría haber sido, entre algunas de sus personalidades posibles. Se trata en el caso de la comedia de una observación exterior (superficial). No busca en su propio interior las ridiculeces de la naturaleza humana, que por otra parte no podría hallar puesto que son inconscientes. La observación se dirige a la generalidad de los hombres, puesto que al no alcanzar sino la envoltura, recoge lo que hace a los hombres iguales. Una excesiva introspección en las personalidades redundaría en perjuicio de la comicidad. Se trata casi, de la expresión de un promedio, obtenido por la comparación de casos análogos, mediante un trabajo de abstracción y de generalización. 

 

La observación cómica tiende por instinto hacia lo general, elige entre las singularidades aquellas que son comunes, las que no están indisolublemente unidas a la individualidad de la persona. La comedia pertenece al arte porque solo pretende agradar, pero se diferenciará de las demás obras de arte, por su carácter de generalización Y por su inconsciente propósito de corregir e ilustrar. La comedia se encuentra entre el arte y la vida, no es completamente desinteresada como el arte puro, con la risa acepta la vida social como un ambiente propio y en este punto, vuelve la espalda al arte, que es una ruptura con la sociedad y la vuelta a la sencillez de la naturaleza.

 

El desgarrado. octubre 2024.




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