» 06-03-2022

Lecciones de política alternativa 84. La democracia nuestra de cada día y la revuelta del PP contra Casado.

Los partidos políticos mediatizan (condicionan) la democracia de forma que la desdibujan y la conculcan, y ello de múltiples formas como vamos a ver. La reciente algarada en el PP nos ha dado una muestra palmaria de cómo la democracia -en la que les gusta decir que vivimos- no o es ni de lejos, una democracia plena. No dudo que nuestra seudo-democracia sea mejor que la rusa, la china, la venezolana o la cubana. Pero mejor no quiere decir plena. Mejor quiere decir un 10% o 20% superior. Aunque me centraré en el reciente caso del PP -operado al margen de cualquier sistema estaturio y en el que el candidato en pectore: Nuñez, exigió ser elegido por aclamación, más allá de cualquier democracia interna- el análisis puede ser fácilmente ampliado a cualquier partido, bien es verdad que con matices en su democracia interna que va desde la votación de los inscritos, a la votación de los barones, pasando por la votación de los militantes.  Lo de la aclamación es cosa nueva y todavía menos democrática (propia de asonadas militares y dictaduras).

 

1) La historia. La historia de la gestión política es la historia de la dominación: los viejos dominan sobre los jóvenes, los nobles sobre los villanos, los libres sobre los esclavos, los hombres sobre las mujeres, los ricos sobre los pobres, los fuertes sobre los débiles, los sabios sobre los ignorantes. A todos estos ya Platon añade la del pueblo sobre el pueblo… y lo llama democracia. No sabemos por qué, aunque sabemos que no creía en ella. Rancière denunciará que aquello no eran legitimaciones para ejercer el poder sino modos de dividir lo sensible, modos de ordenar el campo de aplicación en dos naturalezas humanas: los dominadores y los dominados. La solución pasaba por eliminar esa partición de lo sensible, ampliándolo a todos los implicados: la Asamblea. Pero de nuevo la partición de lo sensible se coló en el sistema y excluyó a los artesanos, a los esclavos, a las mujeres, a los jóvenes, etc. La Asamblea supuso un avance… inútil.

 

Así las cosas las posibilidades de los oprimidos de alcanzar el poder pasaban por la revolución: pasar a cuchillo a los opresores. Desgraciadamente hacía falta algo más que valor para gestionar políticamente los designios de un colectivo (desde una tribu a una nación) y tras la revolución, el poder volvía a los dominadores históricos. Pero el pueblo se convirtió en el argumento legitimante cuando la polémica se establecía entre los grupos históricamente legitimados. Y así se alcanzó lo que hoy llamamos democracia: la legitimidad subyacente del pueblo. Obviamente aquello no daba el poder al pueblo sino que simplemente lo enunciaba. El poder pasó del cacique al rey (rey + legitimación divina), a la nobleza (oligarquia de la sangre), a la burguesía (oligarquía de la riqueza), a los militares (la fuerza), a los sabios (la tecnocracia) y finalmente a la oligocracia de los partidos (los expertos). Y en cada paso se utilizó al pueblo como ariete para abatir la facción anterior. Y las migajas de esas pugnas fueron los mínimos avances que la participación del pueblo pudo ganar. Para pasar de la monarquía absoluta (y la dictadura absoluta), a la parlamentaria (nobleza), a la burguesía (la oligarquía del capital y el saber) hubo que legitimar al pueblo, pero sin el pueblo, y esa es la democracia que hoy “disfrutamos”.

 

Con diversas variaciones la participación del pueblo en los asuntos de gobierno  (y en el caso de los partidos políticos de la militancia en la gestión) se llama democracia directa y consiste en: La Asamblea (la participación directa del pueblo “con derecho a voto asambleario”, en los asuntos comunes), la democracia representativa (elegir a los representantes del pueblo para la Asamblea: el Congreso y el Senado), el referéndum y las iniciativas legislativas populares (la intervención  puntual y reglada del pueblo en el sistema representativo), la autonomía (parcelas concretas con autogobierno o auto-legislación), y otras menores. En el caso español la democracia directa se resume al voto (que como veremos está enormemente mediatizado) pues el referéndum y las iniciativas no son vinculantes (no obligan al gobierno) y los casos de autonomía son anecdóticos (universidades, asociaciones, gremios).

 

2) Los partidos políticos. La política representativa (obligada por el tamaño creciente de las naciones, las dificultades de las comunicaciones y el desigual reparto de la alfabetización), que empieza por los oligarcas (nobleza, burguesía, grupos fácticos…), acaba por la profesionalización de los políticos agrupados en formaciones ideológicas o tácticas. Con Marx los trabajadores se unen ideológicamente en defensa de sus intereses frente a los nobles (los lores y los terratenientes), el clero (Dios), los burgueses (la riqueza), y los sabios (los filósofos y los tecnócratas): conservadores y liberales (que conforman la derecha), constituyendo la izquierda. Estas dos formaciones ideológicas (de clase) se complementan con los libertarios, (que apuestan por la igualdad y la Asamblea) y los fascistas (que apuestan por el pragmatismo a-ideológico) y, dada la propia definición de los partidos, se amplia a cualquier sensibilidad grupal (las transversalidades… puesto que pueden contemplarse desde la derecha y desde la izquierda): feminismo, anticolonialismo, ecologismo, animalismo, facciones religiosas como el cristianismo, altersexualismo, etc. Naturalmente todas estas sensibilidades permiten cualquier tipo de  combinación entre ellas. Los grandes partidos del bipartidismo aspiran a aglutinar todas estas sensiblilidades transversales: ecologistas, feministas, animalistas, altersexuales que añaden a un núcleo duro de conservadores liberales y fascistas (en el caso del grupo popular) y solcialistas, comunistas y libertarios moderados (en el caso de los progresistas).

 

3) La democracia interna de los partidos. En la transición española los partidos políticos fueron los redactores de la Constitución. De entrada copan el poder legislativo al suprimir la intervención directa del pueblo en la redacción de las leyes. Los delitos políticos son débilmente castigados cuando no obviados. Además se dotan del aforamiento, la amnistía y el indulto. Como además escogen a los jueces podemos afirmar que son impunes… con la inviolanilidad del rey a la cabeza. Decidieron que los deberes eran para los demás y los privilegios para ellos mismos. Los políticos no necesitan formación reglada alguna, ni colegiación profesional, ni código deontológico alguno… como tienen todos los colectivos profesionales. Se dotaron del estatuto de ignorantes e irresponsables. Y por supuesto se desligaron de cualquier reglamentación de democracia interna, que se deja en manos de su autorregulación interna. Hay partidos asamblearios como ERC y Podemos (con variantes que permiten votar a todos, a los inscritos, o los militantes), partidos de compromisarios (representativos) y partidos digitales en los que los dirigentes se deciden a dedo por los barones, como el PP. La primera vez (y la única) que El PP hizo primarias (mixtas de militancia y barones) salió Casado y por lo visto ya están arrepentidos. Han sido los barones los que lo han destituido y ha sido Nuñez quien ha exigido ser elegido por aclamación. El resultado es simple: los ciudadanos no eligen al presidente del gobierno (que a su vez elige a los ministros) sino que son los barones del partido los que ofrecen las alternativas en sus listas. ¿Democracia? Evidentemente no.

 

4) La democracia electoral. Pero tampoco el voto es como dice la Constitución: universal, igual, libre. directo y secreto. No es universal porque se dificulta a los residentes en el extranjero; no es igual porque la ley de proporcionalidad, las cuotas mínimas para entrar en el Parlamento y para constituir grupo parlamentario, las desiguales circunscripciones electorales, hacen que cada voto tenga distinto valor; no es libre porque las listas cerradas (se vota a un partido y no a un candidato) y bloqueadas (en el orden en que aparecen en la lista) impiden que el ciudadano pueda votar a quien quieran. Listas confeccionadas digitalmente por los partidos. No es libre porque los partidos pueden fácilmente ir dopados a las elecciones; No es directo porque no se elige a un representante sino a una lista. Todo el partido representa a todos los electores sin asignación directa de un político a un grupo de electores con el que puedan contactar, y por último es secreto en la medida en que consideremos que las encuestas no mediaticen o conculquen el secreto del  voto o que las redes sociales no hayan destripado nuestras preferencias políticas y las conozcan mejor que nosotros mismos. Tampoco aquí hay democracia.

 

Lo que ha ocurrido en el PP es un golpe de estado en el que contra toda regulación de democracia interna los barones han descabezado a su líder Casado y entronizado por aclamación a Núñez. Y si lo han vestido de democracia ha sido por cubrir las apariencias, porque en la reunión de barones muchos de ellos eran partidarios de destituirlo (obligarlo a dimitir) sin esperar al Congreso del partido. Y tras el descabezamiento está una baronesa corrupta (reconocido por ella misma) que no se ha privado de pedir la cabeza de los que la señalaron como corrupta. Porque los partidos son populistas (es decir fascistas), para los que lo único que vale son los votos que garantizan sus poltranas porque son políticos profesionales que solo pueden ganarse la vida ejerciendo, robando o traficando con influencias. Casado no era César pero el PP ha sido su Bruto. ¡Angelitos!

 

El desgarrado. Idus de Marzo 2022.




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