» 06-06-2021

Lecciones de política alternativa 86-3. Las nuevas estrategias políticas. La incoherencia, la marrullería, la confrontación, la mentira, la calumnia, la intoxicación y el postureo.

3) La confrontación. La confrontación tiene varios objetivos. En primer lugar tiene que dar la impresión de que existe alguna diferencia entre los políticos de las facciones enfrentadas. Es de vital importancia que los ciudadanos piensen que hay políticos buenos y políticos malos y que la facción elegida es la de los buenos. Los independentistas catalanes son un buen ejemplo. Como en la totalidad de los casos donde interviene la raza, el territorio, la historia, la tradición, la diferencia maniquea entre buenos y malos es esencial. En Catalunya los políticos catalanes son buenos (honrados, entregados, inteligentes, protectores) mientras los políticos españoles son malos (corruptos, desafectos, imbéciles y egoístas). La posibilidad de que la bondad política dependa de la raza, el país, la historia o la tradición es remota, pero es igual. Los ciudadanos tienen tal necesidad de creer en la bondad que les parece pausible que todo lo bueno caiga del lado por el que ellos apuestan. Por el contrario todos los políticos son iguales (menos en sus ideas políticas… con reparos), es decir: corruptos, egoístas, ambiciosos, desafectos, dictatoriales (aunque no puedan desarrollarlo a su gusto), jerárquicos, etc.

 

Pero el principal cometido de la confrontación es destruir la imagen del contrario sin necesidad de mejorar la propia. Los políticos no pretenden ser los mejores en su puesto pretenden destruir la imagen (por que no pueden matarlos físicamente) del otro. El autobombo está mal visto pero el acoso y derribo es lo fetén.  Pero desde luego no les tiembla el pulso cuando tienen que cometer ilegalidades con opositores (como Bárcenas) con tal de salvar el culo. Para este cometido disponen de los periodistas aliniados: políticos con carnet de periodista pero tan, o más virulentos que sus homólogos sin carnet, que les hacen el trabajo sucio en los medios y en las redes.  Por supuesto no se desdeña la mentira, la calumnia, las pruebas falsas, la insidia, los bulos, con tal de demoler al oponente. Pero como hemos dicho ya, todo es postureo: nadie odia a sus hermanos, todo es parte del guión. Tienen los mismos objetivos y las mismas ambiciones; comparten los mismos medios y las mismas trampas. Incluso pretenden esquilmar a los mismos pardillos: el pueblo. Como diría la Lupe: ¡lo tuyo es puro teatro!

 

Pero todavía es más: es una justificación de los propios defectos. La denuncia de los defectos de los demás sirve para que cuando se desvelan los propios se pueda decir aquello de ¡y tú qué! Existe un interés en desvelar las miserias de los demás porque esas miserias te servirán en el futuro como disculpa de tus propias miserias. Cuando se acusa a los del PP de la Gürtel o la Kitchen no hace falta que se avergüencen, se disculpen o se defiendan. Solo hace falta que nombre los ERES: ¡y tú qué! Los políticos no se defienden: atacan. Es fácil comprenderlo: no tienen defensa porque son culpables. Solo queda una salida: ¡y tú qué! No aspiran a ser mejores sino a ser tan malos como sus opositores. La ética ha desaparecido, solo existe la comparación con tus homólogos.

 

Pero la confrontación no necesita pruebas objetivas. También se puede inventar. El ataque generalizado que se orquestó contra Podemos así lo atestigua. Podemos no confrontó con los otros partidos en el terreno de juego establecido por estos (el “juego político” le llaman). Les llamó casta, evitó la corrupción, se adhirió a la gestión asamblearia, se financió al margen de los bancos, propuso una distribución distinta de lo emolumentos, denunció el trato de favor de los poderosos. Se convirtió en el enemigo para todos porque no se atenía a las leyes del juego establecidas por el bipartidismo. Los periodistas aliniados se cebaron. Inda llegó a presentar pruebas falsas contra ellos (¿Cuándo te disculparás? No con Podemos, con los ciudadanos). Se establecieron mantras y eslóganes: radicales, rompe-españas, anarquistas, comunistas (en el sentido totalitario de las palabra), autoritario, antifeminista, etc. Todo con tal de librarse de una facción enormemente incómoda por que no se ajustaba al patrón establecido. El gemialismo se impuso y todos se lanzaron contra Podemos. Era difícil subsistir y sucumbieron.

 

Pero la confrontación no solo alcanza a los oponentes, se alarga también hasta los ciudadanos… porque, para muchos políticos los ciudadanos son el oponente, el enemigo. Hemos oído que gastamos por encima de nuestras posibilidades o que los jubilados a los que se vendieron preferentes o subordinadas (que no sabían lo que eran y si lo hubieran sabido no las hubieran comprado) lo hicieron por codicia, que la economía sumergida y la defraudación de impuestos es el problema de nuestra economía. Incluso se afirma que no sabemos votar (como si ello fuera posible) por ignorancia, por desdén o por desidia, cuando los políticos son estadísticamente (amparados por la Constitución) más ignorantes que los ciudadanos, menos desafectos que los políticos (para los que el pueblo es un enorme estorbo) y si son desafectos es porque los políticos se lo han ganado a pulso.

 

Es difícil recordar tantos y tantos casos, dado que no soy periodista (ni) de investigación. Me fío de mi memoria y por eso se me escapan cosas. Pero para muestra basta un botón y creo que con esto os hacéis una idea. En todo caso hay muchas más cosas que no recuerdo o que no conozco. No olvidéis que solo hablo por lo que transciende a los medios y por lo que imagino. Otra cosa sería conocer los entresijos de las cosas (¡otra vez la ley de secretos oficiales!). Resumiendo: las apariencias son delatoras y a ellas nos ceñimos. Pero cuando el río suena, haga lleva.

 

El desgarrado. Junio 2021.




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