» 11-06-2021

Lecciones de política alternativa 86-7. Las nuevas estrategias políticas. La incoherencia, la marrullería, la confrontación, la mentira, la calumnia, la intoxicación y el postureo. Y el Filibusterismo.

Denunciar sin prueba alguna es una constante en los políticos. Los políticos entienden que lo que ellos hacen es política y por tanto exenta de determinados requisitos aplicables a la justicia, a la lógica formal, a la lingüística, a la buena educación, a la historia, a la experiencia, o los más elementales usos de lo social. Pero como siempre, juegan a pelo y a lana. Si bien lo suyo es política (exenta de comprobaciones) pretenden que sea entendida como verdad de fe (de fe, a falta de cualquier otra verificación). Es decir: se dice sin pruebas pero debe ser entendida como probada. La primera muestra de esta manera de actuar es la generalización. La generalización es la clave de la abstracción-universalización metafísica como medio de alcanzar verdades susceptibles de formar leyes de la naturaleza. Es raro que cuando un político abre la bocaza no se en base a alguna de estas premisas: “como todo el mundo sabe”, “es un clamor popular”, “son todos los ciudadanos los que…”. Ni siquiera se molestan en usar fórmulas como “la inmensa mayoría” o “Más del 50%” porque de lo que se trata no es de informar sino de intoxicar.

 

El lenguaje es para ellos una herramienta de manipulación del electorado lo que abarca desde la demagogia (usar usar formas adecuadas pero fondos falsos), retórica (convencer… sin más), la tópica (los lugares comunes desde los refranes a los brocardos jurídicos) pasando por la ironía, el escepticismo o la humorada de mala pata. Pero debemos destacar una de todas esas argucias tan lejanas de la razón cabal: el populismo. El populismo consiste en decirle al pueblo lo que desea oír. Ni lo que le conviene, ni lo que hay. Porque a los políticos les gusta mucho más hablar que actuar pero cuando tienen que convencer (y por tanto contrariar) prefieren pasar de puntillas. Si a eso añadimos que los políticos son topológicos (piensan diferente si están en el Gobierno o en la oposición) nos encontramos con que siempre tendrían que convencer de que donde dijeron digo… era Diego. Demasiado trabajo para quien ha optado por la sopa boba. Diaz la Madrid nos ha mostrado como se hace populismo en tiempos de pandemia. ¿Queréis bares… pues bares; queréis calle… pues calle; queréis viajar… pues viajar? Naturalmente eso necesitaba una justificación ideológica que como el velero de Perales se llamó libertad. Madrid es libre porque puedes hacer lo que te de la gana. Consignas simples para cerebros simples (o desesperados).

 

Pero aparte de la perversión del lenguaje (y del contenido del mensaje): confundir, intoxicar, retorizar, topicazos, demagogia y populismo, también se da la acción directa: mentir sobre el oponente. Sobre la mentira ya hemos hablado o sea que no me extenderé. Pero la hermenéutica de la realidad merece un comentario. Todo es interpretable para un político y “mantenella y no enmendalla” es su titulo de cabecera. Es decir lo de los otros no es así; lo nuestro es inamovible. Se retuerce el lenguaje interpretando la actuación o las palabras del oponente en clave negativa mientras (y aquí de nuevo la topología) que lo propio es verdad de fe. Hace poco comenté el caso de un PPero, un tal izquierdo que en su defensa del contubernio de Colon y del ataque a los indultos no decía ni una sola verdad. En un delirio propio de un loco todo lo que la ley y la Constitución aceptan se convertía en desvaríos y desmanes del oponente. Ya lo expliqué o sea que solo añadiré que el indulto es legal. Podría haber dicho que no era político pero no. Él quería la mayor y la mayor era la ilegalidad. Decir eso es decir que el Gobierno prevarica, es decir delinque, es decir se calumnia y difama al Gobierno.

 

El caso de Podemos fue peor. Podemos irrumpió en la política (donde los papeles ya estaban repartidos) como un elefante en una cacharrería. Le dijo a González que tenía las manos manchadas de sangre y llamó casta a los políticos. Les dio lecciones de moralidad y de solidaridad y eso no lo iban a aguantar sus señorías. Lo que podía haber sido una ocasión para reflexionar se convirtió en una cacería de todos contra Podemos. Los medios aliniados (Marhuenda, Inda, Clavé, Roig, Cobo, Morodo, Méndez, Gómez, etc.) se pusieron manos a la obra. Inda llegó a presentar documentos falsos que los relacionaban con chanchullos en Venezuela. Nada se pudo probar porque nada era cierto (o casi nada, como decía Rajoy). Fue una operación para deshacerse de un compañero incómodo. Se comparaba una factura de Monedero con los desmanes de Rato, en ese simplificar que suele usar la derecha para poder decir ¿y tú qué?, o ¡Y tú más! No importa la magnitud del delito. Para estos casos lo mismo importa un delito que una falta. En la misma situación de presuntas facturas fules, al Emérito le han llamado de hacienda para que si buenamente podía, actualizara su situación tributaria. Finalmente se ha ido Iglesias porque se ha dado cuenta que acumula tal desgaste mediático que es más un estorbo que una ayuda para su partido. Díaz la Madrid se ha apuntado el tanto. ¡Angelita!

 

Los partidos pasan fácilmente de “¡prietas las filas”, “¡El que se mueva no sale en la foto!” a la defenestración y al abandono total. Bárcenas pasó de ser “¡Sé fuerte Luis!” a “… ese delincuente del que usted me habla”. Uno nunca sabe cuando deja de ser el compañero del alma al delincuente apestado del que hay que tomar distancia (¡Qué se lo pregunten al bigotes, de Camps!). ¡Bueno, sí lo saben! Se llama amenazar con tirar de la manta. Porque la manta cubre mierda en cantidad. Rajoy no dudó en utilizar los medios del Estado para defender el culo de su partido. Se espió, se robó y se amenazó a Bárcenas hasta obtener las pruebas que los hubieran hundido. La calumnia también puede ser entre compañeros. Es evidente que el tesorero no manda en ninguna sociedad. Las órdenes las daba el jefe (Rajoy) y sus lugartenientes (Cospedal, Sáez, Arenas, etc.).

 

Como última acotación voy a hablar de los piropos que se lanzan los parlamentarios en el Congreso. Sabemos que está protegidos, para que sus insultos no salgan del Parlamento, pero llama la atención que lo hagan. Uno no puede por menos que pensar que es un espectáculo de cara a la galería que los medios se encargará de difundir. Cuando Sánchez insultó a Rajoy en un debate electoral, éste se revolvió como una culebra (como cuando Maragall acusó a Convergencia (Mas) de embolsarse el 3%). Cuando Casado llamó felón a Sánchez no pasó nada. Cuando la Álvarez dijo que el padre de Iglesias era un terrorista, tampoco pasó nada. Cuando la Fundación Franco hace apología del fascismo, tampoco pasa nada. Es libertad de expresión, libertad de la que no gozan: raperos, titiriteros, blogueros y cómicos. Porque la justicia es igual para todos y estamos en una democracia plena, donde el pueblo solo dispone de la rendija electoral pero que es más de lo que tienen en muchos sitios. Democracia comparada.

 

El desgarrado. Junio 2021.




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