» 28-03-2022

Lecciones de política alternativa 86. Las cuentas claras: la riqueza son habas contadas.

El gobierno -tras unos días demenciales: cierre patronal del transporte, de los pescadores, de algunas empresas- originados en las brutales subidas de las energías producidas a su vez por la guerra, pero también por los privilegios de las empresas energéticas que les permite vender a precio de gas (el más caro) todas las energías más baratas de producir, y por la especulación. La oposición azuza (intoxica) la opinión pública haciéndoles creer que es el gobierno el que se forra, que tiene una varita mágica para que el dinero fluya en bajadas de impuestos, ayudas, subvenciones etc. El gobierno no crea el dinero sino que lo distribuye, por tanto si se tiene que hacer un plan que minimice el impacto de la guerra, la inflación (especulación), los privilegios de las grandes empresas (tanto fiscales como normativos), la corrupción y el despilfarro de todos los políticos, etc. tiene que desplazar el dinero de una cuenta para ponerlo en otra porque prácticamente todo el dinero proviene de los impuestos, excepto la diferencia entre las exportaciones y las importaciones.

 

Si -como pide la plataforma del cierre patronal del transporte se tiene que arreglar el sector sin repercutirlo en los ciudadanos (vía impuestos), o como dice Núñez el gobierno “se forra”, o como dicen los ciudadanos el gobierno se tiene que alargar más porque tiene margen- todo se pretende resolver con bajadas de impuestos o la concesión de suvenciones como si esas medidas no repercutieran directamente en los ciudadanos vía impuestos o recortes en el estado de bienestar. Lo que se aumenta en una cuenta se tiene que sacar de otra. Es como barrer: mover la mierda de un sitio a otro (por eso se inventó el aspirador). Entonces cuáles son los recursos en manos del gobierno (y del Estado) para mejorar unos vasos comunicantes que hacen que la riqueza ni se crea ni se destruye sino que simplemente se reparte. Hay dos: a) aumentar los ingresos. b) reducir los gastos. Empecemos por lo segundo.

 

1) Reducir el estado del bienestar: sanidad, educación, prestaciones sociales, dependencia. Es la fórmula que defiende la derecha, el ultraliberalismo, que no puede ni ver que el Estado intervenga en la economía con el fin de reducir las desigualdades. La legislación laboral recorta una y otra vez los derechos de los trabajadores mejorando la posición de los empresarios. Los falsos autónomos de la economía colaborativa convierten (presuntamente) a los trabajadores en empresario.

 

2) Legislar sobre el despilfarro. El despilfarro es el medio que utilizan los políticos para obtener votos mediante premios. Si se controlara el despilfarro legalmente los políticos serían responsables de los aeropuertos sin aviones, la autopistas sin coches, los museos sin visitas, los polideportivos sin competiciones, el AVE sin usuarios. Ni la derecha ni la izquierda quieren oír hablar de esta posibilidad, porque -como todos sabemos- la política está exenta de cualquier responsabilidad.

 

3) Acabar con la corrupción o al menos obligar a devolver lo robado (aunque sea a través de un seguro de responsabilidad civil, como ocurre con todos los profesionales). Al decir corrupción me refiero a la tipificada en el código penal como delito. La corrupción política atenta directamente contra la democracia.

 

4) Acabar con las prebendas, ventajas, beneficios marginales, corruptelas que aún siendo legales no son en absoluto éticas. Las dietas, en especial, proporcionan a los políticos unos ingresos marginales libres de impuestos. Su sueldo se compone de tantas partes que es imposible de determinar.

 

5) Reducir las subvenciones, ayudas, exacciones, legislaciones de privilegio, etc. de las que disfrutan determinados colectivos y grandes empresas que les permite reducir su aportación en impuestos a cantidades ridículas: Los bancos pagan el 8% de impuestos mientras los trabajadores pueden alcanzar el 22%.

 

Entre las formas de mejorar los ingresos están:

 

1) Mejorar el tejido productivo con formación profesional continua (como aquellos ERE que acabaron en el bolsillo de los políticos), la investigación (I+D+…). La derecha (Rajoy sin ir má lejos) ha bajado sistemáticamente esa inversión de futuro. Nuestros cerebros se van al extranjero a mejorar sus balanzas (de ellos) mientras nuestra competitividad internacional se deteriora día a día.

 

2) Tratados comerciales (y todo tipo de acuerdos bilaterales) que nos permitan competir en el extranjero en condiciones de igualdad lo que permitiría mejorar la balanza exterior (que nuestras exportaciones suban y las importaciones, bajen). Por ejemplo el 10% de nuestra riqueza (el PIB) se gasta en petróleo exterior, cuando tenemos las mejoras energías alternativas potenciales del mundo. La derecha tampoco está interesada en este punto como demostró el inefable Rajoy cuando paralizó el desarrollo de estas energías, legisló el impuesto al sol y suspendió las subvenciones enredándose en multimillonarios juicios internacionales.

 

3) Aumentar los ingresos fiscales mediante una fiscalidad realmente progresiva (el que más tiene es el que más paga). Las multinacionales no pagan nada al residir en paraísos fiscales. Las grandes nacionales pagan poco, inmersas en una legislación permisiva y en un mar de subvenciones y axacciones. La legislación del entramado de empresas diseñadas para que los más rico soslayen impuestos (patrimoniales SICAB, etc.)

 

4) Acabar con el contubernio políticos-empresa, las puertas giratorias, el clientelismo, las concesiones unilaterales, el fraccionamiento de los contratos públicos, etc. de modo que los contratos no recaigan sobre los más preparados sino sobre los mas enchufados, que obviamente, repercutirán sus mordidas sobre los consumidores. Y en ese contubernio debemos incluir el contubernio políticos-financieros. Los financieros son máquinas de urdir estrategias de desregularizar y aquí no se trata solo de que se conchaben sino también de que siempre van varios pasos atrás porque no entienden una mierda de esos instrumentos financieros de nuevo cuño. Y no hablo del bitcoin.

 

5) Aumentar la competitividad, reducir el fraude fiscal (economía sumergida) y laboral (como los falsos autónomos), en una palabra aumentar la eficiencia y la eficacia, con los resultados esperados. Y no solo de los trabajadores sino también de los políticos a los que no estaría de más que se les exigiera una titulación, como se exige a todos los profesionales. Que la Constitución les autorice a ser ignorantes no es la mejor tarjeta de presentación para los salvadores de la Patria.

 

¿Por qué no se aplican todas estas fórmulas tan lógicas como efectivas. Simple: porque los políticos no quieren perder sus privilegios (incluida la poltrona) ya que han venido a la política a forrarse (eso que, dice Núñez que solo hace el Gobierno). El corto-placismo (cada mandato dura cuatro años y nadie quiere trabajar para el que le suceda; la profesionalización de la política convertida en forma de ganarse la vida, contra más holgadamente, mejor; la obsesión por evitar la responsabilidad, al modo del emérito: inviolable… por mucho que los jueces ingleses se rían de semejante exención de responsabilidad; por ambición desmedida de poder (que siempre denuncian en el otro pero que comparten). Pero los políticos no solo quieren obtener esos objetivos. Además quieren que los ciudadanos los adoren y, ante la imposibilidad de mejorarse a sí mismos optan por echar su propia mierda sobre los otros, sobre los opositores. Y parte de esa posición es intoxicar la opinión pública haciéndoles creer que la riqueza (el presupuesto nacional) se lo inventan los políticos con una varita mágica.

 

No hace mucho la inefable Diaz dijo que se detrajera de los fondos de cohesión social el dinero que necesitan los sufridos usuarios energéticos. Era una toma de posición significativa: Lo primero (el populismo) está por delante del machismo, del estado del bienestar y de la igualdad. Su desorbitado afán de poder, de riqueza, de votos y de reconocimiento les delata. No son populistas (decirle al pueblo lo que desea oír), demagogos (torcer la verdad hasta que diga lo que se quiere que diga), tóxicos, mendaces, etc. porque el defecto va con la bestia, sino porque su utilitarismo interesado es descomunal. Y el pragmatismo utilitarista es una de las principales características del fascismo. No solo está en juego el bienestar. También nos jugamos la democracia… que no anda tan sobrada como para hacerle recortes.

 

El desgarrado. Marzo 2022.




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