» 12-12-2021

Lecciones de política alternativa 91. La política vacía.

Los políticos se han convertido en payasos. Dabord ya dijo que toda revolución que fracasa es convertida por el poder (o por la historia, ¡vaya usted a saber!) en espectáculo. Entre el espectáculo y la payasada no hay mucha distancia lo que nos lleva a pensar que la política fue una revolución (en el mejor de los casos) de emancipación y de progreso, de liberación y de igualdad, que ha fracasado. Se le ha llamado la realpolitik o la política de Estado, señalando que el referente de la política: la emancipación del pueblo, ha sido sustituido por la realidad (medida históricamente) o el Estado (Leviatán). Pero esa situación -que ya era suficientemente dramática- se ha agravado por la irrupción de la política vacía, la política a-ideológica, la política de unos desalmados que solo pretenden forrarse a costa de los ciudadanos y arrastrase ante sus amos, adalides de la represión de la libertad y de la desigualdad, maestros de la demagogia, del populismo, de la intoxicación, de ese engendro que se ha dado en llamar: posverdad.

 

En la época de la publicidad, del marketing, de los asesores de imagen y del sensacionalismo no podía ocurrir de otra manera. Los políticos son cazavotos. Ese es su cometido por encima de cualquier otro: perpetuarse en la poltrona. Poco a poco se ha ido conformando una estrategia ganadora consistente en simpatía, frescura, buena apariencia, populismo, capacidad de ridículo (vestida de autocrítica), “espontaneidad” calculada, ingenio chapucero, capacidad de evitar deslices, y sobre todo una capacidad infinita de mentir sin el más mínimo sonrojo, falsas apariencias y postureo, mucho postureo. Pensaréis: ¿donde está el programa, la ideología, la honradez, la inteligencia, la preparación, la capacidad de palabra, la cultura? No están. Son innecesarios. Incluso se podrían excluir las palabras de las papeletas. ¡Con la imagen… basta! Evidentemente los mohines, la constante presencia en los medios, las filtraciones. el espionaje, el mordaz uso de las redes sociales, los medios de comunicación comprados, las elecciones dopadas, la financiación ilegal, y las prebendas sin cuento, tampoco son desdeñables.

 

Finalmente el candidato es una cáscara vacía, pura apariencia sin ningún contenido. Pero no solo el candidato. La política entera -a través del programario- se convierte en un decorado. Se traiciona al pueblo “soberano”, a la democracia, al patriotismo y a la honradez más elemental. Se traiciona cualquier atisbo de racionalidad, de bonhomía, de decencia en favor de una pantomima que solo busca la aceptación social y el voto. No están preparados para gobernar ni intelectual, ni política, ni éticamente. Ni siquiera tienen el sentido común, que tanto pregonan, a falta de conocimientos, voluntad y eficacia. Solo está preparados para aprovechar (zafiamente) el momento, para perpetuarse en el poder. Espantapájaros sin contenido que ni siquiera sirven para espantar a los pájaros de mal agüero. Lacayos de los poderosos, del capital y del poder fáctico, fantasean con una influencia en la vida que la historia se encargará de borrar.  En su papel de fantoches se convierten en payasos: Boris, Trump, Putin, Diaz, Berlusconi… Pero no importa si se consigue el poder y la continuidad. Poco importan los muertos en las guerras, en las pandemias, en la emigración, en la desigualdad. Basta con negarlo como Aznar sigue negando la existencia ficticia e interesada de armas de destrucción masiva.

 

En nombre del Estado, de la economía, de la realpolitik, del bien común, del progreso (entendido como desarrollismo), del bienestar (?), se divide la sociedad en los perdedores y los ganadores, los del primer mundo y los del tercero, los migrantes y los autóctonos, los hombres y las mujeres, los altersexuales y los heteronormativos, los que tienen derecho a vacuna y los que no, los putos trabajadores y los patrones. El futuro que nos proponen es la miseria laboral, la exclusión social, la indignidad de la pobreza, la muerte por robotización del mercado laboral y, por supuesto, la destrucción de la tierra exprimida hasta la extenuación, contaminada hasta la náusea. Son un cáncer y habría que extirparlo. Nos va la vida en ello. No sería un crimen porque están vacíos. No tienen alma.

El desgarrado. Diciembre 2021




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