» 25-04-2022 |
Sé que es pretencioso titular un blog con este nombre, pero me gustaría diferenciarlo de las reflexiones tipográficas que tantas veces os he entregado y que se centraban en la sociedad y en el lenguaje. Simplemente se trata de dar un paso más y hacer de la reflexión algo más profundo. Es cierto que he escrito mucho sobre la metafísica (lo que se podría clasificar, sin duda, como reflexión filosófica) pero quiero entender que esto es diferente, aunque siempre desde la posición de que no hay barreras entre las categorías de pensamiento que nos impone la metafísica y que nos ayudan a entender el mundo. En resumen: quiero hacer la reflexión a un nivel más profundo, más intenso, y no de una categoría diferente. Ya veremos si la realidad del esfuerzo supera la idealidad de la intención.
“El juego es lo que nos hace humanos” “El hombre solo es hombre cuando juega” Lo dice Schiller en sus “Cartas sobre la educación estética del hombre” (Antropos, 1990), partiendo de Kant y dirigiéndose a la interpretación que realizará Ranciére al final del SXX. No es lo mismo que lo que dice la metafísica y el racionalismo. Animal racional y homo sapiens se refieren a la razón como la distinción determinante de nuestra especie. Otros han pensado que esa distinción era el lenguaje o la risa. Casi nadie ha reparado en que lo que nos distingue es nuestra afición a la violencia innecesaria, la destrucción o la guerra. Y aquí hablar de hombre y no de ser humano es significativo, porque la mujer no participa (¿participaba?) de ese afán de entender el análisis como forma de destrucción anterior a la re-construcción. La mujer es partidaria de conservar y de cuidar lo que tenemos, de recolectar (lo que le sobra a la naturaleza) y no de cazar (lo que esa naturaleza necesita). El león (y cualquier depredador) caza a los animales menos hábiles, mejora la especie. El hombre caza a los excelentes, a los de cornamenta mayor, a los de mayor peso, a la elite. Como dijo Lorentz la agresión es el pretendido mal… excepto para el hombre. Claro que también dijo que el amor (el vínculo) es la manera de balancear ese instinto de muerte.
Pero ¿que quiere decir la formulación de Schiller? En primer lugar que la razón no es lo primero, que la metafísica está equivocada y que los hombres están errados en su posición analítica respecto a las mujeres. Os podrá parecer radical pero yo no lo entiendo de otra manera. Ser persona humana tiene dos distintas y contradictorias acepciones: 1) ser racionales (lo que nos distingue de los animales… y también de las mujeres) y 2) ser débiles, i-racionales, falibles, (¿femeninos?). Los hombres son humanos cuando matan o cuando lloran. Es evidente que el lenguaje no toma partido. En segundo lugar deberíamos entrar en el concepto de juego. Tampoco es inocente. El juego se entiende de distintas maneras. Para los animales es una simulación (para evitar daños) que procura el aprendizaje de la vida a los cachorros. Ese concepto didáctico (el evitar daños) se amplia a la rivalidad sexual: la ritualización de la disputa por las hembras. El rito de aprendizaje o de disputa es vivir la vida en un segundo plano, en un sucedáneo o simulacro indoloro.
Pero para los seres humanos el juego es más complejo. Simula la guerra (Todos los juegos de envite y de competición), la sociedad (el ajedrez), procura la destreza y la habilidad, predice el futuro (los dados, las tabas), vence al azar. El juego de ritualización de la violencia, el aprendizaje y la selección de los mejores para la mejora de la especie de los animales se ha convertido en la simulación de los distintos aspectos de la vida tanto para el aprendizaje como para el dominio. Los juegos olímpicos (que institucionalizan el deporte de competición como juego y que pueden entenderse como una preparación de la guerra) convierten la guerra en deporte y en juego. El juego de la bolsa es un juego de estrategias económicas dirigidas a la especulación (ganar sin crear riqueza). El juego es la competición por la vida… ritualizada, desarrollada en un plano menos arriesgado que la propia vida. El juego -como el arte o la razón- pretende entender y dominar el mundo operándolo en sus metafóras, en sus sucedáneos. Pero también sirve para entretenernos y distraernos, se convierte en un fin en sí mismo acercándonos al placer desinteresado, la finalidad sin fin, la universalización sin concepto del arte kantiano. La razón (y su articulación cultural: la metafísica) deshará ese nudo centrándose en el interés (la utilidad), la teleología (el finalismo) y el concepto abstracto.
El juego es el conocimiento del mundo operado por analogía y no por sensibilidad (como el arte) o por la razón (como la metafísica). Es la razón analógica, libre de abstracciones, utilidades y conceptos, centrado en las imágenes, libre de la dictadura de la igualdad y de la verdad sustituidas por la similitud y la verosimilitud. El juego opera por el mecanismo de prueba y error realizado en lo real y no en lo mental. No opera por la previsión, ni por la sensación, sino por la acción directa sobre el medio. El cerebro del jugador primitivo asocia imágenes sin abstracción ni concepto, se encuentra con la utilidad en vez de procurarla, y por eso, se relaciona con el azar, con lo inesperado. En nuestro actual estado de desarrollo el juego se ha aliado con la razón y se compone de razón y de azar, sin desdeñar un toque de sensibilidad artística. No es de extrañar que Schiller considerara que el juego es lo que nos hace humanos. En su actual estado de desarrollo mezcla razón, sensibilidad y analogía, en un complejo indivisible pero no por ello irrastreable. El juego (actual) es razón ampliada.
El desgarrado. Abril 2022.