» 27-09-2019 |
Lo he dicho otras veces: Marx fue una bendición. Marx convirtió la sociología en economía. Demostró que la dominación ancestral no solo era éticamente reprobable (como decía la Iglesia… sin hacer nada para remediarlo, más allá de prometer un paraíso en la otra vida y el masoquismo de poner la otra mejilla), era económicamente dañina. Quizás no calibró la enorme capacidad de la dominación (el capitalismo, al fin) para reaccionar a todas las acciones que se le oponían. Pero fue el primero que se dio cuenta de que el capitalismo es Leviatán. Sacar a las mujeres y a los niños de las minas, darles un alojamiento salubre y un horario humano, era absolutamente necesario. Por eso se le odia tanto. Él, rompió con un plan secular de dominación que era inviable y con ello inventó la socio-economía-política moderna. Desveló un estado basado en la economía y no en la política (en el caso de que sean separables).
El capitalismo no es listo, es pragmático (“be water” decía Lee). Siempre encuentra el camino. El capitalismo se nutre de la energía negativa que se le opone. Si analizamos su historia es una historia de errores desde la aniquilación a la esclavitud, pasando por el escarmiento ejemplar, y llegando a la constitución del proletariado. La dominación no es inteligencia, es fuerza. Pero no es estúpida. Sabe como encontrar el camino y lo ha demostrado en los últimos años de la industrialización. No le interesa la inteligencia (excepto para comprarla), le interesa la astucia (para engañar). Ha sabido salir de todos los líos que la historia le ha deparado. Supo reciclarse a capitalismo de gestión cuando el capitalismo de acumulación acabó su ciclo. Supo convertirse en capitalismo de contubernio cuando vio que la política podía hacerle sombra. Ha sabido pasarse a la cibernética cuando el sistema abstracción-universalización-ley, se vino abajo.
Pero la herencia que reconocemos en Marx no es su enorme perspicacia para entender que economía y sociología (y por tanto política) son lo mismo, sino haber dividido los parlamentos y la sociedad en derechas e izquierdas (aunque no fue un invento original). Aquello fue el orgasmo de la política. Un estereotipo para siempre. Perfectamente manipulable y perpetuamente reconvertible. Toda la política del SXIX y XX han girado alrededor de ese sol. El mundo es más complejo que esa dicotomía metafísica entre la derecha y la izquierda, y la posmodernidad nos lo señaló. Pero a los políticos les ha dado lo mismo. Ellos a lo suyo. Un político no vive en el tiempo (más allá de su mandato) vive en el espacio que ocupa su culo en la poltrona que ha adquirido por derecho de pernada. El tiempo no le interesa y el espacio es lo que define su culo. Einstein no estaría contento con ellos. Pero ellos están encantados. La política es la posibilidad de que un ganapán ascienda a la categoría de dominador. “De lavandera a casi reina” El político no pretende medrar por sus logros sino como las mujeres (y estas, muy a su pesar, por decisión de los hombres) por sus encantos.
Iglesias es esclavo de ese paradigma. Errejón, no. Por eso el segundo es el político del futuro y el primero será el último. Si hoy viviera Marx no se centraría en la lucha de clases (que no es, precisamente, que esté solucionada) se centraría en la lucha de casos: ecología, género, sexualidad, especie, nacionalismo… Nos han crecido los enanos. Mucho antes de solucionar las clases estamos inmersos en muchos líos más.
Entramos en un nuevo paradigma. La cibernética nos propone un mundo en el que mucho más allá del actual: abstracción-universalización-ley, nos reconduce al Big Data (bases de datos enormes, veloces y de orígenes diversas), sistemas de operación suprahumanos (los grandes ordenadores) y un sistema operativo (de pensamiento) basado en la dinámica retroalimentada (feed back). Para nuestra desgracia el primero en darse cuenta de ello ha sido el capitalismo y ya lidera el negocio. Lo que podría haber sido un mundo nuevo será un mundo viejo: el de la dominación. Y mientras esto ocurre los políticos siguen hablando de derecha e izquierda. Por dos razones: porque no saben otra cosa y porque no se han enterado de que el mundo está cambiando a pasos agigantados. Bueno, podría añadir una tercera: porque les han prometido parte del pastel.
El capitalismo ya pasa de este estúpido paradigma de derecha e izquierda. La Sexta es una cadena capitalista que contrata periodistas de izquierdas. Evidentemente los balancea adecuadamente con una serie de periodistas-capitalistas que son impuestos por la cadena. Los periodistas de izquierdas son felices porque nadie los mediatiza, y pasan por alto que son siempre balanceados por la contra. Lo que le llega al espectador es el ruido, la confusión. El caldo de cultivo del capitalismo al que no le importan las ideas sino la confusión. Un exceso de información es desinformación. ¿Para que manipular si puedes desinformar? Unos cuantos eslogan reconducirán a los espectadores a la lógica electoral. ¿Desde cuando la información ha decidido en la decisión? Lo importante es tener a la audiencia cautiva. Cuando haga falta decantarla… se hará.
Y en eso llegó Errejón. El heredero natural de los Indignados cuando Iglesias decidió que, él quería ser comunista. Errejón es nuestra salvación (no es una propuesta de eslogan). Errejón es la política del futuro (inmediato), la que supera esa pamema de derechas-izquierdas. Él la llama progresismo. Sea. Llámala como quieras pero quita de nosotros este cáliz. Sé que Errejón es como todos y se estancará en sus ideas enquistado en el poder. No importa. Vendrá otro. Pero ahora es lo mejor que tenemos y en el mercado de la política no estamos para despreciar mercancía. ¡Ropa de temporada dice mi sobrina para las parejas que no alcanzan el nivel! También sé que muchos pensáis que para votar te tienen que ofrecer un bombón. No es así. Hay que votar a la mierda menos asquerosa. La más asequible. Recuerda que no votar es lo mismo que votar a la lista más votada. Si no votas y gana la derechona será como si la hubieras votado. ¡Tú mismo!
El desgarrado. Septiembre 2019.