» 20-08-2021 |
En el caso Atalaya un anciano de 77 años le descerraja dos tiros a un joven que ha entrado en su casa, está en cuclillas y tiene una motosierra en la mano. La jueza considera que no es legítima defensa por cuanto no hubo agresión. Y para decidir que no existió legítima defensa descarta la eximente de miedo insuperable. El abuelo -que no quiere reconocer que estaba cagado- mantiene su posición de aplomo y no da muestras de piedad, arrepentimiento u otra de esas cosas que los medios exigen a los delincuentes, como si no se pudieran fingir. Pero los medios son así. Quieren noticias y contra más carnaza mejor. No lo parece, pero este caso expresa muy bien lo que es nuestra sociedad civil actual y como interaccionan la justicia, los medios, los políticos y la opinión pública. Vamos por partes.
1) La situación generalizada de terror. Hace ya mucho que la política decidió que el pueblo aterrorizado es mucho más fácil de manejar. ¡Que vienen los rusos! ¡que vienen los integristas! ¡que vienen los terroristas! ¡que vienen los okupas! ¡qué vienen los inmigrantes! ¡que vienen los independentistas! ¡que vienen los radicales! ¡que vienen los ultras! ¡que vienen los… En una sociedad en la que los impuestos son insoportables, la desigualdad galopante, el futuro incierto, la educación mediatizada, los medios de comunicación alienados, la corrupción desbocada y la mentira ley, cualquier amenaza se magnifica o se inventa con tal de desviar la atención de lo que importa. Pero el efecto en la ciudadanía es real. Los ciudadanos tienen miedo. Los anuncios de alarmas han logrado su cometido: vender. Pero también han conseguido aterrorizar al pueblo. ¿En esta situación se puede afirmar que el miedo que atenaza a la mayor parte de los ciudadanos no es insuperable?
2) La situación comparativa. En USA el derecho a llevar armas se centra en el derecho inalienable a defender la propiedad privada y la integridad física. La policía puede disparar contra cualquiera (mejor si son negros) por la simple sospecha de que les parece que corren peligro. Y lo vemos una y otra vez en la TV. ¿Por qué ellos sí y nosotros no? ¿No es un agravio comparativo? La violencia inunda los videojuegos, los juguetes y los telediarios. La sensación de que las instituciones no nos defienden acentúa la tendencia a tomarnos la justicia por nuestra mano. Las difíciles condiciones económicas de muchos ciudadanos encrespan los ánimos. La violencia aumenta día a día en nuestro país: contra los homosexuales, contra los que quieren cobrar la cuenta, contra los aficionados al fútbol, contra los de otra raza o contra los inmigrantes.
3) La amplificación de los medios. Los medios de comunicación se dividen en dos: los alineados (a las órdenes de un u otro partido) y los espectacularistas (solo es noticia si hay carnaza). El resto son residuales. Ellos han exacerbado la sensación de terror y la crispación. Ellos son los responsables de que solo sea noticia lo insólito, lo desmesurado, lo virulento. No son todos pero son la mayoría. Y además tienen la ventaja de que los medios son suyos. Nunca ha habido una denuncia periodista sobre periodistas. Cuando un periodista muere… es una tragedia. Cuando la conducta de un periodista es denunciable… hay que taparla. El gremialismo es brutal, quizás porque el oponente también dispone de los medios de comunicación para atacar. Todos está bien armados.
4) El juicio popular e institucional. Amplificada por los medios, la opinión pública se intoxica. Pero no juzga por las pruebas sino por las sensaciones: éste no pide disculpas, es arrogante, muestra su convicción de estar en su derecho. Aquella es compungida y serena, dócil y humilde, madre al fin. La jueza entiende que tres disparos son fuerza excesiva, como si cuando estás cagado pudieras contar los disparos. Fuerza excesiva que nunca se aplica a los policías que acaban con los ojos de los manifestantes a pelotazos. La jueza lo manda a la cárcel y él -bocazas- declara que está encantado de estar en la cárcel pero que necesita que alguien riegue sus árboles. Baraja entre una acusación de homicidio o asesinato. La jueza tiene que escoger entre un bocazas arrogante y una madre deshecha pero sumisa. ¿El juicio sensible?
Esa es nuestra sociedad: una situación generalizada de terror impulsada por los políticos; una violencia institucionalizada escenificada por la TV, los videojuegos, los juguetes o la actualización de la policía; unos medios alineados a los partidos políticos o vendidos a la epectacularización de la realidad; y un juicio institucional alienado o alineado, apoyado por un juicio popular intoxicado. Así es la vida y así se la hemos contado. El pobre viejo lo tiene crudo. Y eso no quiere decir que volvamos al lejano oeste, sino que se tenga en cuenta el contexto y se haga justicia. ¿O, no?
El desgarrado. Agosto 2021.