» 21-10-2021

Reflexiones tipográficas 259. ETA: entender y comprender.

Como era de esperar la ”celebración” de los diez años de la desaparición de ETA se ha convertido en un negocio partidista en la que el dolor de la sociedad y de las víctimas se pone al servicio de unos políticos cuya hipocresía, su sectarismo y su desmedida ambición son lo único que importa. La violencia (que es un privilegio del poder) se ha convertido en un absoluto (sin paliativos posibles) sin ninguna justificación… excepto para el poder del Estado que la monopoliza. No es difícil “entender” (analizarlo desde la lógica) porque ocurre aunque es muy difícil “comprenderlo” (analizarlo desde la emoción). Nuestra civilización occidental magnifica la razón y la lógica sobre la emoción y los sentimientos, pero a pie de calle esto no es así: los sentimientos y las emociones mandan. Y los políticos lo saben. En su afán de manipular trabajan exclusivamente con los sentimientos y las emociones y la razón se convierte en aquella coletilla de “como no puede ser de otra manera”, “como es de sentido común” “como es de lógica” “como es razonable”. Los datos se manipulan mediante la posverdad, la demagogia, el populismo, las encuestas y los asesores. No se trata de que se juzgue (se razone) la actuación de los políticos sino de que las adhesiones sean inquebrantables, ideológicas, emocionales y para eso hay que ocultar la verdad que se ha convertido en la “bicha” de los políticos.

 

Es fácil “entender” que a la derecha le conviene que ETA no haya desaparecido, primero porque fue la izquierda la que acabó con ella, o por lo menos la lideró,  dado que estas hazañas no se pueden lograr en solitario. En segundo lugar porque si no ha desparecido, los partidos herederos de aquella organización terrorista -por más políticos que sean, como tantas veces le pidió la derecha- son terroristas y si la izquierda se acerca a ellos es porque también son terroristas. Poco importa que la derecha haya protagonizado tantos acercamientos a ETA (el gobierno vasco de liberación, en palabras de Aznar) como la izquierda. Lo que importa es intoxicar los sentimientos acusando a los abertxales de lo que los jueces no les acusan (ser ilegales, o espurios). Sin ETA (el reconocimiento de su desaparición) el terrorismo no existe y la izquierda es libre de pactar con quienquiera. En el inconsciente popular la derecha trata de imbuir la idea de que la izquierda es terrorista porque pacta con terroristas.

 

Tampoco es difícil “entender” que la dictadura (tras una guerra ilegítima contra un gobierno democrático) mató a un millón de españoles (de izquierdas) por el mero hecho de serlo. Podemos admitir que durante la guerra todos los bandos cometieron tropelías, pero en la posguerra los muertos son muertos civiles y el gobierno de la dictadura es una dictadura asesina. En ese contexto, tampoco es difícil “entender” que muchos españoles quisieran liberarse de un régimen de opresión, falta de libertades elementales y asesino, y lo hicieran con las mismas armas con las que el gobierno ilegítimo de la dictadura les atacaba. No fueron todos, fueron una mínima parte, pero se levantaron contra un gobierno “legítimo” que ellos consideraban ilegítimo, por lo tanto, lo entendieron como una guerra y no como un movimiento terrorista. Todo esto no es “comprensible” desde los sentimientos y la emoción porque la muerte nunca es “comprensible”. Pero si es “entendible” pues la muerte es razonablemente inevitable y -según el gobierno del Estado- puede llegar a ser justa. Esta asimetría del poder (que posee la fuerza) y la oposición armada (que se la arroga ilegítimamente) es el problema que hay que entender y que tantos intelectuales (los profesionales del “entender”) han analizado.

 

El discurso actual es el de la absolutización de la no-violencia: la violencia no es admisible en ningún caso (excepto para el Estado). Sabemos que nada es absoluto, pero es muy conveniente que así se imponga en aras de una pacificación social que, si más no, conviene enormemente al poder. Este discurso se demuestra (ad absurdum) falso si enunciamos que “todo es relativo” -que involucra su propia contradicción, pues si todo es relativo, esta afirmación también, por lo que resulta falsa)- por lo que, a su vez, ni siquiera la lógica avala esta afirmación. La ontología es atemporal, es un corte en la historia que nos muestra un momento de ella. Pero la historia (el tiempo) existe y es determinante  -como tantas filosofías han reivindicado- en el devenir de nuestra sociedad. No todo es sincrónico en nuestro mundo. La diacronía también existe. La democracia se significa, hoy, más por la no violencia que por los derechos individuales. Porque solo se habla de la violencia del ciudadano y nunca de la violencia del poder. La ley mordaza es un recorte de derechos individuales y amordazar es un acto de violencia. Los ejércitos y la policía cumplen con su cometido a través de la violencia. Detener a raperos, cómicos, titiriteros o ateos es violencia. El imperativo de la no violencia es la salvaguarda del poder.

 

La “comprensión” (entender desde los sentimientos) se convierte en el principal modo de manipulación desde la política a los ciudadanos. Tal como dice Harari la ideología es la continuación de la familia por otros medios (no genéticos). La necesidad de aumentar el grupo para acometer mayores retos hizo que la coincidencia en las ideas se convirtiera en un vínculo de la sociedad. Aquel día nació la política pasando del cuñadismo (biológico) a la ideología (cultural) y aumentando el grupo hasta la saciedad. Porque los políticos no necesitan que nadie les evalúe (por el contrario). Necesitan que les quieran como si fueran de la familia. Y, como los hijos malos (excepto para sus madres), delinquen, engañan, se drogan y disimulan. Las redes sociales son el campo abonado para ellos pues los “likes” son un acto de cariño o de fe pero, para nada, una acto de confianza informada.

 

Una vez que el político es compi-yogui o familiar la razón desaparece. No importa si incumple sus promesas, roba, o engaña. No. Lo importante es si es simpático, afable, “buena persona” o podría ser mi hijo. La política es tan aburrida que los ciudadanos la ven sesgadamente y solo perciben detalles, y los detalles significantes son los diferentes de la abulia general. Pepito Grillo tiene muchas más posibilidades de conectar con los ciudadanos que el profesor Bacterio. Y así nace el imperio de los asesores: de imagen, de estrategia, de comunicación, de sociología, de relación con los medios, etc. Ejercen de  políticos sin haber sido escogidos por las urnas, sino por los propios políticos (como el Consejo de ministros). Y así se pervierte la democracia, para los que creemos que ésta, es la soberanía del pueblo. Y eso es lo que se ha hecho con la “conmemoración” del final del terrorismo de ETA. Qué y quién acabó con el terrorismo no tiene importancia. Lo que tiene importancia es que ETA no ha desaparecido (?), que sus herederos siguen siendo terroristas (?) y que el gobierno es también terrorista por pactar con ellos. El gobierno es una pandilla de rompeEspañas, radicales, inútiles y taimados. Acusaciones que nunca hay que demostrar. ¡Por que yo lo valgo!

 

La estulticia antigubernamental es tan acusada que Mayor Oreja (PP) y Pla (ETA) coinciden en que ETA no ha muerto. Cuando coincides con tus enemigos máximos es por que estás buscando una alianza contra un tercero: el gobierno de izquierdas y antinacionalista. Y esa situación de que “los enemigos de mis enemigos son mis amigos” hace extraños compañeros de cama.

 

El desgarrado. Octubre 2021.

 




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