» 07-11-2020

Reflexiones tipográficas 270-2. Elecciones USA. ¿Es un avión, es un tren? Es Supertrump.

¿Ha caído del cielo Trump? ¿Cayó del cielo Hitler? ¿Es Abascal una aparición? Para nada. Como las semillas en primavera, estos personajes, florecen en campos abonados (y nunca mejor dicho), con la temperatura adecuada y las circunstancias precisas. La presión que los aliados hicieron sobre Alemania tras la primera guerra mundial humilló a los alemanes. No era justicia. Era aprovechamiento del éxito -como hubiera dicho Clausewitz- dicho mal y pronto: ensañamiento. Y no fue ajena la envidia ni los intereses económicos. Hitler les devolvió el orgullo -como siempre pasa en estos casos, desplazando el péndulo mucho más allá de lo necesario (hasta la supremacía de raza y la limpieza étnica)- Tras la guerra -demostrando que no habían entendido nada- los aliados juzgaron a los perdedores en Nuremberg en una nueva humillación cuyas consecuencias empiezan a aflorar.   

 

En el caso de Trump se trató de una alternativa a una política de profesionales (Biden), corruptos (Clinton), estúpidos (Bush) y hasta locos (Reagan), cuyos intereses distan mucho de ser los de los ciudadanos. No fue difícil para un empresario de mierda (un gestor de quiebras y de influencias) convencerlos de que la economía se debe regir por profesionales y no por políticos… cuyos únicos intereses son los propios. El populismo -defenderse con el ataque y mentir a diestro y siniestro- lo llevaba de or¡gen. El caso de España es un calco de los fascismos del mundo. Lo único original es que no debieron volverse fascistas porque lo habían sido siempre. La transición española consistió en absolver a los dictadores y a sus secuaces.  Sin penitencia no hay pecado.

 

Trump divierte al electorado: baila, insulta, se mofa, folla. Representa todo lo que el elector puteado querría hacer (como Messi hace todo lo que el hincha querría ver). Es un ídolo político. Como aquella mujer que presumía de que la amante de su marido era más guapa que la de su amiga. Tratado de la servidumbre voluntaria. Siempre hay una razón para presumir y Trump las multiplica. Pero el monstruo no ha surgido de la nada. El monstruo ha surgido de los errores de los políticos “profesionales”. La ultraderecha y el populismo, la demagogia y la mentira como moneda de cambio, el recurso a las alternativas más enloquecidas ante la imposibilidad de seguir aguantando a una pandilla de corruptos, ineptos, mentirosos y marrulleros, el recorte paulatino pero imparable de los derechos individuales. La desinformación ha sido sembrada por los políticos tradicionales como medio de evitar el voto informado. Se ha potenciado el voto-pasión en detrimento del voto-información sin calcular que el voto-pasión puede desplazarse hacia derroteros pavorosos. Ese voto-pasión, más el voto de prueba y error (si este no funciona, votemos al otro), el voto despecho (votar a candidaturas folclóricas o imposibles) y el no-voto (por desencanto de la política) son la base electoral de la ultraderecha (nazis, fascistas), de los políticos empresarios (Berlusconi, Trump). Todo esto es el resultado del movimiento mundial por la desinformación del voto.

 

La transparencia es imposible porque todos los políticos prefieren mantenerse en la sombra… porque todos tienen algo que ocultar. Ni siquiera las leyes que se hacen “a medida” para protegerse de las miradas son suficientes porque no paran de infringir la ley. Acabar con la ultraderecha y con los políticos-empresarios es fácil: transparencia total. Sin transparencia ni los ultraderechistas ni los empresarios aspirarían a la política. La política es el crimen organizado de nuestro siglo: voluntad de usar la ley en su favor para enriquecerse ilícitamente, ley del silencio (omertá), corrupción de la justicia y de la política, desinformación de la ciudadanía. El principal enemigo de la democracia es el cuerpo político. Y por eso Trump ha sumado siete millones más de votos que en 2016. La estrella de Trump no ha declinado sino que la movilización de la ciudadanía (con un récord absoluto de votos) ha levantado a un candidato sin carisma y sin programa. Lo que está ocurriendo en USA es democracia en estado puro: son los ciudadanos los que han cambiado al presidente ante la impotencia de los políticos que se niegan a renunciar a sus privilegios aún si eso supone la llegada del fascismo o de los políticos-empresarios.

 

La ultraderacha no es un cambio de tendencia. La ultraderacha es el resultado de los errores de la clase política. Según las encuestas de la UE (España dejó de hacerlas cuando el rechazo de los ciudadanos a los políticos alcanzó el 70%) el rechazo a los políticos en España es mayor del 80%. ¿Qué parte del clamor popular no habéis entendido? Democracia es gobierno del pueblo y no solo se manifiesta en unas elecciones, que os habéis encargado de mediatizar de tal manera que no son representativas. También se manifiesta en el rechazo en las encuestas, en las algaradas callejeras y debería, aunque no puede, manifestarse en una democracia directa (iniciativas populares, referéndum, relación efectiva entre diputados y ciudadanos, asociaciones de ciudadanos representativas, participación digital, etc.). La democracia representativa ya no tiene sentido, pero los políticos la mantienen artificialmente para no perder la poltrona.

 

El aforamiento de los representantes (y la inviolabilidad) que se pensó para defender la democracia (de los ataques de los energúmenos) se ha convertido en una patente de corso para delinquir. Otro tanto con las manifestaciones en las proximidades del Parlamento que la ley mordaza elevó a la categoría de ilegalidad administrativa amordazando la libertad de manifestación. La autoridad de los jueces, pensada para apuntalar su trabajo, es ahora ejercicio de autoritarismo enloquecido y fascista. Las medidas que en los inicios de la democracia, se crearon para defenderla son ahora privilegios de los políticos y jueces. Los políticos mantienen sus privilegios a costa de no modernizar la democracia o remozar la Constitución. En el SXXI tenemos una política del SXIX. Y ese desfase da como producto: la ultraderecha, los políticos-empresarios, los políticos-delincuentes. La consigna ha sido: ¡prietas las filas! ¡el que se mueva no sale en la foto! ¡no hay vida política fuera del argumentario! ¡mantenella y no enmendalla! ¡y tú más!

 

La argucia de echar la culpa a los ciudadanos de vuestros errores ha llegado a su fin: ¡Habéis vivido por encima de vuestras posibilidades! ¡Los jubilados que compraron preferentes y subordinadas lo hicieron por desmedido afán de enriquecimiento, por avaricia! ¡la culpa del coranavirus es de los descerebrados que montan botellones y fiestas! ¡los sanitarios se arriesgaron innecesariamente! La cuestión es salvar el sacrosanto culo de los políticos. Ahora esos ciudadanos os dan la espalda: no votan, votan a bailabotes, a quien los apasiona, a quien los miente, a los que todavía no la han cagado. Como dijo una vez uno que parecía indignado: tic tac, tic tac. El tiempo pasa y vuestra parálisis es evidente. Tic tac, tic tac. El tiempo se acaba.

 

El desgarrado. Noviembre 2020.

 




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