» 22-03-2022

Reflexiones tipográficas 354-4. ¿Por qué el mundo es convulso. O, por qué lo percibimos así? La ultraderecha.

Hablé en “Lecciones de política alternativa 85. El nuevo orden mundial” de como la política ha sido incapaz de adaptarse a los enormes cambios que en los últimos años se han producido en el orden mundial, europeo y nacional (por no hablar de lo regional o en la escalera de vecinos). Las transversalidades (que acaban con la hegemonía izquierda-derecha), la globalización (el mundo como mercado), el cambio desde el orden anterior al nuevo, la futilidad de los sindicatos (la desaparición de los trabajadores a manos de la robótica), las nuevas clases socio-económicas como las multinacionales o los autónomos (entre trabajadores y empresarios), la extrema derecha (con su antidemocratismo camuflado), etc. Todo eso convulsiona el mundo como nunca antes había ocurrido: la “huelga (cierre patronal) de transportistas, agricultores y pescadores ha puesto al país en un brete. ¿Es el principio del fin de una era?

 

Sin las claves que marqué en el blog citado es difícil entender lo que está pasando, y los políticos no están por la labor de explicárnoslo, enfrascados como están en su labor primordial de desinformar, intoxicar y engañar. La “huelga” es un cierre patronal porque los que la secundan son autónomos (empresarios individuales propietarios de su camión). Pero además no están afiliados a ninguna de las organizaciones (sindicatos) mayoritarias del ramo. Y para rematar suponen (los no afiliados) más del 80% del colectivo de transportistas. No son trabajadores por cuenta ajena sino emprendedores, empresarios sin ningún interés por afiliarse en organización sindical alguna ¡Eso es de obreros!). Las banderas (con aguilucho incluido) que lucen no tienen nada que ver con su ideología -dicen- pero las técnicas que utilizan son las de la lucha obrera: piquetes violentos, acciones ilegales como marchas lentas o taponamiento de vías. Pero reclaman que como son mayoría fáctica el gobierno debe reunirse con ellos. ¿No sabían que la lucha se canaliza a través de los sindicatos? Simplemente no les interesaba, hasta que oyeron los cantos de sirena de la ultraderecha.

 

Vivimos en un sistema capitalista que desde la caída de la URSS ha intensificado su ultraliberalismo. Defiende la no injerencia del Estado en el mundo económico, la libertad de empresa y de especulación, y el sueño americano (todos pueden optar a todo). Desde esa perspectiva parecería que el Estado no debe intervenir en la libre competencia económica. Como dijo Rato “¡es el mercado amigo, es el mercado!”. En un estado ultraliberal, si te suben el gasóleo lo repercutes en tu factura (como hacen las eléctricas, las gasistas o las petroleras) o te cambias de negocio, que en eso consiste la libre competencia. El sueño americano tiene ese defecto. Aún así el Estado (que constitucionalmente no es exclusivamente ultraliberal sino también de economía dirigida) tiene un interés en que las cosas salgan bien por electotralismo y por ideología. Lo que es más difícil de entender es que los que defienden la obsolescencia del Estado (derecha y ultraderecha) exijan su presencia cuando las cosas vienen mal dadas. Incluso si la competencia es de las comunidades autónomas (como en la mayoría de los casos).

 

¿Por qué los autónomos no se sindican? porque no habían caído (y ahí les ha ayudado mucho la ultraderecha) en que para participar hay que darse de alta. Está muy bien reivindicar que son mayoría, pero estaría mejor si se hubieran asociado a una plataforma que los representara. Todos sabemos que los empresarios votan a la derecha (los adalides de la defensa a ultranza de la propiedad privada y los privilegios de clase) y los trabajadores a la izquierda (que defiende sus derechos). Hace ya tiempo que ya no es así exactamente. Los trabajadores votan a la derecha (por exclusión; buscando alguien que les soluciones los problemas) y, últimamente se aprecian fisuras entre la derecha y los empresarios (los desencuentros entre Garamendi y Casado han sido patentes). El nuevo orden admite todas las transversalidades pero los políticos no se han enterado. En el caso de los transportistas, la cuestión es que son la mayoría, pero su sindicato es la minoría. ¡Felicidades! Vosotros sabéis hacer las cosas.

 

Al igual que los trabajadores votan a la derecha, los empresarios adoptan las estrategias de la izquierda: piquetes violentos, entorpecimiento de la vida económica, pero sobretodo, intoxicación de la opinión pública para que parezca que son las víctimas y no los verdugos. Y muchos honrados autónomos se han unido al paro patronal (sin comulgar con su “ideología”) simplemente porque se mueven, porque están haciendo algo (recordemos que no tienen sindicato), por desesperanza. Pero los fascistas siempre han presumido de su coraje y en las imágenes de TV los podemos ver con sus banderas españolas anticonstitucionales. Es evidente que el gobierno no ha tenido la suficiente cintura como para apagar el fuego cuando todavía era incipiente. Ahora es una hoguera y en sus filas militan desde los ultras (que dirigen) hasta los desesperanzados que no ven otra salida. Los autónomos no tienen una cultura de lucha, ni siquiera una organización que los represente y, sobretodo, no tienen una unidad ideológica más allá de su estatuto de obreros-propietarios.

 

La cuestión es que la ultradercha ha triunfado (como triunfó al defender a las minorías de los cornudos, los taurinos, los cazadores, los franquistas, los falangistas, los xenófobos, los racistas, los misóginos, los homófobos, etc.), y esta victoria es más importante de lo que parece. El sistema político ha despreciado y puteado sistemáticamente a los autónomos y las consecuencias son evidentes. Pero no son exactamente una minoría. Dentro de la pequeña y mediana empresa (Pyme) son un buen mordisco. Es la primera vez que la ultraderecha accede a un colectivo numeroso. No son votos cautivos, sino evanescente, pero por el sistema de descartes siempre habrá colectivos que se les unan… aunque sea eventualmente. Ya son el 20% y cuando lleguen al 30% se codearán con las formaciones tradicionales de la derecha y la izquierda, PP y PSOE. La derecha ya se ha echado en sus brazos. El poder es mucho más importante que la ideología y, al fin y al cabo, los ultras son (como dijo Arzallus de ETA) los hermanos separados. La derecha se ha descarado y el futuro que nos espera es su coalición permanente con los ultras. Su lugar natural.

 

La ultraderecha es fascismo -puro y duro- pero sin el coraje que antaño le caracterizó. Lo de “Derechita cobarde” lo dijo con la boca pequeña porque  el patrioterismo, “la violencia intrafamiliar”, “la inmigración ordenada”, “la democracia orgánica” y “lo que Dios manda” maquillan su tradicional “ideología” (otro eufemismo) fascista: imperialismo, machismo, xenofobia, meapilismo anti altersexual, totalitarismo  y la ausencia de ideología política. Eso es lo que nos espera, y no será una sorpresa, porque ya los conocemos. Hitler, Mussolini, Franco, Videla, Pinochet, tienen dignos sucesores… pero sin el coraje de reconocerlo abiertamente: la ultraderechita cobarde. Las nuevas clases sociales; autónomos (obreros-empresarios), multinacionales (empresas supra-nacionales, regionalistas), un nuevo tipo de electores (por despecho, por descarte o por joder), la desafección por la política (mezcla de rechazo e ignorancia), el ascenso de la ultraderecha camuflada de partido político democrático, la corrupción, el despilfarro, las corruptelas, todo eso, convulsiona la sociedad hasta la exasperación. ¡Qué Dios nos pille confesados! Y para redondearlo, Putin (al que los ultras consideran comunista) practica el otro totalitarismo, el de izquierdas, quizás porque todos los totalitarismos son iguales.

 

El desgarrado. Marzo 2022.

 

 




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