» 27-04-2022 |
Estamos en buenas fechas para hablar de lectura. Ignoro en que consiste no leer porque he leído desde niño y nunca he cesado. He conocido a gente que no lee (algunos universitarios) porque tiene una memoria verbal increíble. Pienso -como Rancière_ que todas las inteligencias son iguales, unos en unos campos y otras en otros. Sé que muchos pensaréis que eso no es posible, que las inteligencias dependen de la cultura, de algún coeficiente o de cierta normalidad. Pienso que Messi es tan inteligente como Einstein… pero en otro campo. Y creo que los síndromes de Down son mucho más inteligentes afectivamente que yo. Probablemente la perfección de la inteligencia social es la mediocridad: conocedor de todo y experto en nada. Ese es el buen ciudadano. Sabemos que los genios son raros, cuando no insoportables. Han puesto todos los huevos en la misma cesta y en ese aspecto son insuperables… pero a costa de perderse gran parte de la vida. La idea de la bohemia (o del Romanticismo) recoge muy bien esa idea.
Pero volvamos a la cuestión de la lectura. Dice una encuesta reciente que los niños hasta los 14 años leen mucho (un 77%) y que a partir de los 15 esa cifra baja hasta el 51%. Sinceramente no me lo creo, pero cifras tan abultadas indican que desconocemos lo que los niños (y adolescentes) leen. Mi hermano leía una novela en el tiempo en que yo leía doce. No se como se mide eso de leer pero me gustaría saberlo. Prescindiendo de las cifras el descenso es evidente y los expertos tienen sus teorías. La primera es la irrupción del móvil (los niños no dejan de leer sino que leen lo que les es más fácil). La adolescencia es, además, la irrupción del pensamiento interior. De pronto el cerebro empieza a contar sus propias historias. La relación con los colegas se vuelve tan fluida como una novela. Dialogar es la escritura de su novela. Una teoría más atrevida dice que la culpa es de la enseñanza de la literatura. La docencia nos muestra una literatura macarrónica, antigua y con temas insoportables. Los adolescentes inventan el lenguaje (que los diferencia) y la literatura no tiene nada que ver. Seguramente todo es cierto.
La literatura es un negocio. Aunque está demostrado que los editores no tienen ni puta idea de lo que se va a vender (y Rowling es una ejemplo perfecto) ellos insisten en sus ideas variopintas publicando las novelas de ayer sin intuir lo que serán la novelas de mañana. Vivimos la época de los bestseller, de las novelas fáciles de leer y cómodas de entender. Los caminos de la literatura son impredecibles. Almudena Grandes se dio a conocer con una novela erótica (“Las edades de Lulú”) y Javier Cercás escribió una novela (?) llena de trampas en su “Soldados de Salamina”. Y eso no quita que se hayan afianzado como grandes escritores. Los periodistas son -por lo visto- escritores frustrados y aprovechan su tirón mediático para escribir obras efímeras que arrasan en Sant Jordi. Alrededor de la escritura proliferan negocios tangenciales que van desde los talleres de escritura a la autoedición. El precio de los libros es un precio colusionado que escapa a la libre competencia. Los libros “útiles” -que van desde la autoayuda a los de cocina pasando por los libros de texto- tienen un mercado propio que resulta abusivo en el caso de los libros escolares interactivos, que son de un solo uso.
En todo este peculiar mundo el último esperpento ha sido la declaración de emergencia por parte de la Generalitat del temporal de granizo y viento que sacudió, al día de Sant Jordi, produciendo pérdidas millonarias a los libreros poco previsores. De todos es sabido que la mitad de las ventas del año se producen ese día por lo que, no solo se dejó de vender debido a la lluvia sino que se ocasionaron cuantiosas pérdidas por causa del temporal de granizo. ¿Por qué la Generalitat subvenciona esas pérdidas? es un misterio. Quizás porque teme denuncias, dada la admitida precariedad de los puestos. Quizás porque se considera una fiesta institucional, o quizás finalmente porque hay que proteger la cultura o al menos una sección de la cultura ejercida por amiguetes. No se sabe a cuantos libreros alcanzarán las ayudas pero las pérdidas medias que se barajan oscilan en 13.000 y 16.000 € lo que supone a una media de 20 €/libro (PVP) de entre 650 y 800 libros completamente dañados. Veremos como acaba la cuestión.
Por su relación con los libros de texto se impone comentar los 41 millones € para becas a las rentas familiares altas (hasta 150.000 €/familia de cuatro miembros) que ha concedido la comunidad de Madrid como consecuencia de su acuerdo de gobierno con VOX. Con estas becas se favorece la escuela privada en detrimento de la pública (y la concertada) en ese plan que tiene la ultraderecha para acabar con el adoctrinamiento en las aulas, es decir, favorecer su propio adoctrinamiento. La escuela segregada con materias como religión y formación del espíritu nacional franquista, con la historia maquillada, está a la vuelta de la esquina. ¡Y eso que no forman parte del gobierno! ¡Que no pasará en los sitios en los que forman parte!
Alrededor de la pareja escritura/lectura se ha reflexionado mucho en la historia, empezando por la “Poética” de Aristçoteles. Desde la hermeneútiva (Gadamer) y la teoría de la recepción ( Iser y Jauss), al grado cero de la escritura (Barthes) o la reflexión derridiana acerca de lo que se dice igual y se escribe distinto (la “diferenzia”). Desde lo más sesudo a la literatura de evasión, la lectura abarca un campo inmenso. Leer es mucho más que cultura u ocio. Es arte, política, negocio, adoctrinamiento, formación, etc. La lectura es parte de nuestra vida.
El desgarrado. Abril 2022.