» 18-05-2022

Reflexiones tipográficas 366. Pedanteria.

Un amigo artista me pide que revise un texto que ha escrito para acompañar a uno de sus cuadros en una exposición. El texto era:

 

“La belleza como construcción cultural nos obliga a cuestionar continuamente nuestra mirada a plantear como válidas cualquier posibilidad sin exclusión y sin prejuicios”

 

Le contesto:

 

“Pedante… pero bien”

 

Me llama y me dice ¿por qué es pedante? Le explico que es impostado y que los artistas no tienen que recurrir al tono pedagógico como lo hacen los críticos. “Di lo mismo pero de forma más sencilla, tal como habla el emérito”. Me dice que vale, que me manda otro texto, que llega al poco. Quedamos en que le mando lo que pienso que sería un texto más llano.

 

“La belleza es una construcción cultural de la estética restrictiva. Solo cuando hacemos el ejercicio de cuestionar nuestra mirada, nos podemos plantear como válida cualquier posibilidad sin exclusión y sin prejuicios”.

 

Es evidente que no me ha entendido (lo de “la estética restrictiva” no ayuda). Le envío el texto en el que simplemente cambio el primer párrafo por este otro:

 

“Percibir es juzgar” dijo Aristóteles. Etc. es decir dejo el resto tal como lo había escrito. me contesta.

 

“Yo lo encuentro igual de pedante… nombrar a Aristóteles”

 

A lo que respondo:

 

“Estás en tu derecho… pero piensa en lo que dice Aristóteles con tres palabras”

 

Hasta aquí el diálogo. Me quedo mosqueado porque es evidente que tenemos conceptos distintos de lo que es pedante. Busco en el diccionario que me aclara:

 

“Un pedante es, según la Real Academia, una persona engreída y que hace inoportuno y vano alarde de erudición, la tenga o no la tenga en realidad. Suele ser alguien aficionado a corregir los errores gramaticales de los demás, a recordar fechas de eventos históricos o a dar precisas definiciones científicas con soltura”.

 

Al parecer viene del italiano que llamaban así a los tutores que enseñaban a los alumnos a domicilio y viene del latín pedagogus y del griego pedagogia ambas relacionadas con enseñar. Es evidente que tenía yo una idea distinta de lo que es pedante y valoraba más el engreimiento o la inoportunidad de hacer alarde de erudición cuando no toca. Sin embargo él consideraba que citar a Aristóteles (en una frase que resumía su párrafo en tres palabras) era auténtica pedantería. El lenguaje es así. Hablamos desde conceptos distintos sobre las mismas cosas, pero sobre todo, involucramos lo emocional al menor atisbo de ofensa. El positivismo lógico (Carnap) persiguió al lenguaje como fuente de imprecisiones inaceptables en el lenguaje científico. Hegel coligió que  el lenguaje (pero también el pensamiento) conduce siempre a contradicciones. Engels amplió la dialéctica (la contradicción) a la naturaleza, a lo experimental. Entre todos superaron el principio de no contradicción de Aristóteles y cambiaron la metafísica para siempre. Pero esa circunstancia del lenguaje instalado en la contradicción no atenuó su componente emocional y ofensivo.

 

En ningún caso nuestro ejercicio de pedantería alcanzó a “corregir los errores gramaticales de los demás, a recordar fechas de eventos históricos o a dar precisas definiciones científicas con soltura”, pero sin embargo nos llevó al desacuerdo y a la percepción de la ofensa. Es evidente que la palabra “pedante” no debe usarse entre amigos y también es evidente que hablar de la pedantería solo se puede hacer desde la pedantería. C.q.d.

 

El desgarrado. mayo 2022.




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