» 20-08-2022

Reflexiones tipográficas 370. La globalización como explicación.

Vivimos tiempos convulsos: pandemia, volcán, inflación, incendios forestales, inmigración masiva, sequía, giro al fascismo, desigualdad, guerra en Ucrania… ¿Vivimos en el mejor de los mundos posibles como pretendía Pangloss? (y gran parte de los filósofos ochocentistas. Es difícil de decir pero -aún cuando no cualquier tiempo pasado fue mejor- nuestra percepción (es verdad que desde una perspectiva del derecho al confort) nos indica que esto va de mal en peor. Y cuando algo va mal lo que hay que hacer es un diagnóstico. Y de eso vamos a hablar, de cuales son las causas de la situación de desastre generalizada que percibimos.

 

Descartemos el tema sicológico (que el desastre sea consecuencia de nuestra percepción, desde una posición publicitada como la mejor posible), no porque no sea relevante sino porque es relativo (a nuestra esperanza de confort). Existen varias otras razones. Las razones económicas se resumen en el capitalismo salvaje. No diré que el capitalismo tenga alternativa pero es evidente que los grados determinan el resultado. No es lo mismo liberalismo que ultraliberalismo. El capitalismo procura una sociedad cada vez más desigual bajo el eslogan de que el capital es para el que se lo curra (y no precisamente doblando el espinazo). La política también sería candidata: Desde el contubernio de la política con el capitalismo (la ampliación del capitalismo de los detentadores del capital a los poseedores del poder político, financiero y la gestión económica) hasta la corrupción generalizada. Los políticos (bastante ignorantes) necesitan de los expertos para tomar decisiones. Pero los expertos no son elegidos por su sabiduría sino por su alineación con la ideología que lo contrata. Resultado: las soluciones no son técnicas sino políticas.

 

La naturaleza es otra candidata. En lo referente a la naturaleza viva, la ecología es un equilibrio inestable logrado a través de milenios. Cuando el hombre interviene en ese equilibrio se produce el desastre, y al hombre le gusta más intervenir en la naturaleza que chuparse los dedos. En el campo de lo inorgánico (los meteoros) el cambio climático es el más llamativo (aunque existen otros como el vulcanismo, los seísmos, los huracanes, las tormentas eléctricas, etc. De nuevo la intervención del hombre (contaminación, lluvia ácida, efecto invernadero, etc.). El comercio es otro candidato a explicar el desastre. El comercio es la colonización económica. No se trata de enseñar a pescar sino de vender pescado. El tercer mundo es la fuente de las materias primas exóticas y son esquilmados, por ello, a cambio de productos caducados y obsoletos (principalmente medicamentos y tecnología).

 

Pero de lo que quiero hablaros es de la globalización. La globalización fue una predicción de McLuhan, una consecuencia del desarrollo (capitalista). Pero la intervención de hombre lo convirtió en una meta, en un nicho de negocio. El acortamiento de las distancias y el conocimiento convierten al mundo en una aldea global. El sistema binario (digital) se ha convertido en el idioma universal. Todos los dispositivos se entienden en él. Si a ello añadimos el capitalismo, la política, la naturaleza y el comercio el resultado es la actual situación, con manifestaciones tan variadas como: 1) las especies invasoras. El comercio (que las traslada involuntariamente, sobre todo en los tanques de lastre de los buques) como algas, caracol manzana, mejillón cebra…; el comercio voluntario y directo de esas especies (cangrejos de río, cotorras, cerdos vietnamitas, siluros, mapaches… ;y los accidentes industriales: visones, son las principales fuentes de introducción de especies que desequilibran el balance ecológico.

 

2) La deslocalización de los centros de producción. Las fábricas se trasladan a los países que tienen la mano de obra más barata (y a menudo esclava). 3) La focalización de las compras en los países que más barato ofertan. Alemania depende totalmente del gas ruso. En la pandemia tuvimos que comprar artículos sanitarios de primera necesidad a China. 4) La estulticia política. Rajoy decidió que era más importante que España siguiera dependiendo del petróleo exterior (10% del PIB) que continuar la política de energías verdes iniciada por Rodriguez. La razón que adujo fue que comprar era más barato. No fue ajena a su decisión la tutela (contubernio) que existe entre políticos y grandes empresas energéticas. Los políticos son cazavotos y por tanto sus decisiones solo contemplan la apariencia inmediata de mejora del nivel de vida. Comprar barato, deslocalizar, no gastar en previsión (de incendios, de accidentes, por ejemplo) o control de la introducción de especies invasoras, prevaricar. Todo es globalización pero todo se origina en la gestión política. Son los políticos los que legislan a favor de las grandes empresas y les que permiten desaguar embalses para obtener la plusvalía diferencial entre el precio del gas y el de la energía hidroeléctrica o los que admiten cláusulas de responsabilidad económica del Estado en concesiones administrativas. Ahora tenemos sequía. ¡Mala suerte! 5) El gobierno. Como dijo Núñez en su estupidez congénita: “el gobierno se está forrando con las subida de los precios”. Y así es: la inflación, o la simple subida de los precios de la energía aumenta la recaudación y eso -sin ser eficaz- maquilla las cuentas.

 

Pero la globalización tiene otras manifestaciones. El despilfarro deviene de la idea de que los recursos son ilimitados. Y si en algún momento esa ilimitación desaparece, siempre podremos comprarlos en los países colonizados. Pero hay recursos no importables: el agua, los bosques, la diversidad ecológica, el clima, los recursos necesarios de inmediato (como las mascarillas en la pandemia). La globalización económica es un fraude. Si bien la economía debe ser eficiente no podemos reducir a cero su producción nacional. En el caso de la energía España debe volcarse a la autonomía que solo puede ser de energías verdes. La deslocalización de empresas, solo favorece a las empresas que producen más barato y acceden a mejor cuota de mercado, en absoluto a los trabajadores despedidos y a los consumidores que, a largo plazo, convierte los precios más bajos en precios desorbitados como ha ocurrido con la electricidad y el gas. Decía el refrán de la antigua economía: “no hay duros a cuatro pesetas” Eso es la globalización económica “duros a seis pesetas”.

 

El desgarrado. Agosto 2022.




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