» 20-08-2022

Reflexiones tipográficas 371. Jueces y modernidad.

Oigo en la SER una tertulia en la que intervienen jueces. No son amigos de opinar pero en este caso se han soltado y sus opiniones son jugosas. Definiré mi posición. Hay tres cosas que considero inadmisibles en los jueces: 1) su prepotencia. El tratamiento de señoría, la dictadura que establecen en su feudo (el juzgado), el respeto desmesurado que exigen. Llamadme moderno pero todo ese boato me parece antiguo. Comprendo que la independencia de los jueces en tiempos de monarquías absolutas requería un blindaje, pero ¿comprenden ellos que esos tiempos han acabado y son simples funcionarios? Si no renuncian a un tratamiento que no es ni igualitario ni democrático, será por alguna razón. Los monarcas absolutos han desaparecido pero los privilegios desmesurados de los jueces siguen ahí. Será la tradición, ¿pero no es tradición también, que la mujer: “… con la pata quebrada y en casa”? Las tradiciones están para cambiarlas.

 

La segunda es que se arroguen la licencia de interpretar la ley. Su misión no consiste en interpretar la ley sino en aplicarla. El hecho de que la ley necesite interpretación cuando es oscura (cosa fácil siendo su soporte el lenguaje) no se refiere a su sentido o a su oportunidad sino a las palabras que la vehiculan. Lo que pasa en los juzgados es asombroso. Los jueces -como los políticos- consideran que su misión es reinventar la ley u obviarla olímpicamente. No descartaron los legisladores esta posibilidad cuando establecieron una jerarquía de magistraturas en las que las superiores corrigen a las inferiores (los más sabios corrigen a los más bisoños). Pero, sin embargo, existe la jurisprudencia, es decir el valor del antecedente, la justicia viva en el tiempo. El Supremo establece ley cuando corrige teiteradamente a tribunales inferiores, pero solo es el caso del Supremo y no cada juez individual.

 

La tercera es que los jueces olviden la justicia (ciega) y se dediquen a iluminarla con su ideología, su género, su pequeña patria (idioma, historia, geografía, tradición, etc) o simplemente con sus intereses particulares. Es evidente que no habría tantísimo interés en los políticos por escoger jueces afines si los jueces fueran independientes (ciegos) a la política. Existen diversas asociaciones de jueces que ellos llaman progresistas y conservadores, pero la verdad es que son grupos ideológicos. Es posible que ningún juez pueda evadirse de sus propias convicciones pero tampoco la justicia debería depender del juez que te toca. Es cierto que los medios solo destacan las sentencias escandalosas (es el que creen su trabajo) pero es que son muy escandalosas (aunque sean pocas). Y hablo de ideología, género, territorio, etc. En una oposición las mujeres son mejores que los hombres. ¿por qué entonces hay tan pocas juezas? y sobre todo tan pocas juezas en los puestos del poder judicial?

 

Podría añadir que los jueces necesitan una reactualización constante. Los delitos económicos, la ecología, el urbanismo, la ingeniería genética y la política establecen nuevos delitos  continuamente. Pero los jueces consideran (mayormente) que cinco años de estudios intensos (tras una carrera universitaria) no necesitan actualización alguna. Los jueces son profundos ignorantes de las nuevas formas de delito y en especial de los delitos económicos y tienen dos opciones: o lo arreglan o se conforman. Hasta el punto que la reducción de los plazos de instrucción desemboca en una prescripción “de facto” de los delitos por el transcurso del tiempo. De la pleitesía al poder establecido (la monarquía, los poderes fácticos y los políticos) no se puede decir ni pío.

 

Como siempre un largo prolegómeno antes de abarcar el tema anunciado. El juez de la tertulia niega la mayor: son los medios los que se empeñan en atribuir una ideología a los jueces (que, por lo visto, la ocultan celosamente). Tener una ideología es como ser guapo o feo: no se puede ocultar. “Por los hechos los conoceréis”. La sentencia es la justificación de lo que dicen las últimas líneas y son esas últimas líneas las que definen la ideología del magistrado. Niega también que los jueces pertenezcan a las élites económicas. El hecho de que los padres tengan que mantener a su hijo durante cinco años de estudio no le parece significante. El argumento lo que pretende es sostener que los jueces no son mayormente conservadores. Es cierto que la relación entre posición económica holgada y conservadurismo no es estricto pero es habitual. El juez defiende que la ideología y la clase social es un secreto íntimo que un juez puede mantener sin que nadie logre acceder a él. Sr. (perdón: Señoria) para saber si alguien es rico o conservador solo hacen falta cinco minutos de conservación.

 

Pero lo asombroso no es que tenga las ideas (en general) que tiene, sino que piense que puedan pertenecer a su intimidad. Quizás esos cinco años de estudio 24/12/5 le han sorbido el seso. ¿No sería Quijote un juez? Evidentemente, sí lo era Cervantes, y Quijote no era más que una marioneta en su mente. Los jueces deberían reciclarse. Abandonar su boato ancestral, atenerse a su trabajo funcionarial, aparcar sus circunstancias personales, adaptarse a lo que todos los mortales saben: una carrera no es para siempre (aunque sea un diamante de carrera). Mientras, los simples mortales los que no tenemos tratamiento, poder, circunstancias personales excepcionales ni aspiraciones de totalitarismo, nos rectualizamos continuamente para no perder el tren del empleo. Hace unos años sancionaron a un juez que acudió a su tribunal disfrazado por las carnavales canarios. El decir popular afirma: “serio como un juez”. De nada han servido series como “juzgado de guardia”, “the good wife” o “the good fight”. El juez es en nuestra sociedad la racionalidad o la a-pasionalidad sin sentimientos (incluido el humor). Quizás por eso: dura y dura. Amén.

 

El desgarrado. Agosto 2022.




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