» 29-01-2025 |
¿Recordáis a Fukuyama? Se hizo famoso porque vaticinó que con la desaparición del comunismo (que confundió con la caída del muro de Berlín y la disolución de la URSS) la historia se había acabado. El liberalismo había triunfado definitivamente en la larga contienda entre su ancestral hegemonía y el advenedizo socialismo que pretendía -¡oh sorpresa!- la igualdad, en un mundo biológicamente, tradicionalmente y tendencionalmente desigual. Y el liberalismo -efectivamente- se vino arriba mientras el comunismo se escondía hasta en los Parlamentos, renunciando a sus más significadas insignias. Media humanidad respiró tranquila: la “amenaza” de los descamisados, de los harapientos, de los desheredados, había quedado neutralizada, empezaba la “Pax liberalis”.
Treinta y cinco años después el capital ha tomado el poder, pero no el poder económico que ya tenía, sino el poder político total. Twain definió el socialismo como un tren en el que los pasajeros se había hecho con el control de la locomotora. ¿Cómo llamar a un tren en el que la locomotora ha sido tomada por el fabricante, los accionistas, y en el que se reserva el derecho de admisión? Los millonarios (qué por algo lo serán) han decidido abandonar su presencia entre bastidores y representar ellos mismos la función. Se acaba así una larga etapa en la que los capitalistas influían pero no figuraban. Se respetaba así una democracia fáctica en la que los dirigentes eran elegidos por el pueblo, por más que los capitalistas manejaban los hilos de las marionetas en la sombra.
Aquel tiempo se ha acabado. Los millonarios no solo quieren el beneficio, quieren también el poder, la representación, la gloria, su imagen en las monedas y en los sellos. ¡Hasta en las últimas fotos Trump parece un estadista pensando concienzudamente en el destino de la humanidad en contraste con aquella imagen de payaso que le hizo famoso! La historia es inclemente con los Morgan, los Ford, o los Rokefeller, mientras se muestra condescendiente con los Mussolini, Franco o Hitler, y ¿si tienes el poder, por qué no tener la gloria? Los políticos -como los cerdos- mejoran mucho después de muertos: ¡se aprovecha todo! Quedan atrás aquellas épocas en que los capitalistas eran aristócratas cultos y educados. Hoy todo eso es innecesarios. Ya no existen ricos; solo existen nuevos ricos, advenedizos, patanes culturales que han tropezado con la fortuna y han sabido aprovecharse de ella. Terroristas culturales.
Gran culpa de ello corresponde a los medios de comunicación que practican el oportunismo cínico: mensajeros de la verdad cuando son cuestionados y mercaderes de la mierda cuando se trata de sobrevivir. Por supuesto que los millonarios no deberán manipular los medios… porque ya les pertenecen, porque éstos, ya hace años que perdieron la batalla de la independencia. Murdoch, Berlusconi, Turner, entre los antiguos, y Mark Zuckerberg, Jeff Bezos, Michael Bloomberg, Elon Musk, entre los modernos, controlan no solo los medios sino también a los usuarios. Sabemos que Cambridge analitycs forzó la victoria de Trump hace ocho años y que Putin interviene en los comicios mundiales con desparpajo. Es decir hemos consentido que se manipule la democracia hasta el punto de que ya no somos, el pueblo, los electores sino simplemente los espectadores.
Que esa depauperación de la democracia es obra de los propios políticos no es noticia. Fueron ellos los que desvirtuaron la verdad para enmascarar sus actos, fomentaron la irresponsabilidad para salvar su culo, los que se aliaron con el capital construyendo el ultraliberalismo, y los que adoptaron estrategias fraudulentas para ganar comicios: financiación ilegal, ingresos y pagos en negro, pitufeo, dopaje de elecciones, corrupción, concesiones, legislación ad hoc, etc. Han sido ellos los que han preparado el campo para que irrumpan los millonarios en su campaña en contra de la igualdad. USA -país de las oportunidades- solamente consiente hoy que seas millonario si eres hijo de millonario o tienes un garaje lleno de ideas tecnológicas revolucionarias. Y decir millonario es decir presidente o congresista. ¡Se acabó el sueño americano y empieza la pesadilla mundial! El bolivarismo ha llegado a la casa blanca: primero se da un golpe de estado y después se ganan las elecciones por medios fraudulentos. ¡Y amnistía para todos! El argumento de la república bananera y del presidente populista o de los golpes de estado deberá cambiar de apellido. Ahora el que mejor se le ajusta es el de ultraliberal.
La realidad es que la ideología liberal nunca ha existido. ¡Para que necesitas ideología si posees la fuerza! Cuando la izquierda se armó ideológicamente con la intelectualidad europea postrevolucionaria, fue necesario simular una ideología en lo que solamente era la pantomima de oligárquicas, conservadores, poderosos y sojuzgadores, dispuestos a defender sus privilegios ancestrales a ultranza. El “laisser faire, laissez passer” de la desigualdad ancestral, y la invención de una mano invisible que era una mano negra: el mercado. El gobierno de los millonarios (la plutocracia económica) ya está aquí, sin ideología, con la única idea de la ley del más fuerte: ¡por que yo lo valgo! Se trata ahora de blanquear todas las ideas que el SXX consideró inadmisibles: el racismo, la xenofobia, la homofobia, el colonialismo (ahora mucho más que territorial), la misoginia, la dictadura, la condena de la debilidad… Trump ha empezado a gobernar a golpe de decreto-ley, sin sonrojo, apoyando las ideas más reaccionarias que ni siquiera se molesta en defender.
Tampoco la democracia es necesaria más allá de una apariencia, un subterfugio de libertad popular: el voto cada cuatro o cinco años y la inoperancia en los espacios intertelectorales. La vida es lucha, solo los fuertes sobreviven y es ley natural que los débiles desaparezcan. El círculo se cierra: salimos de la ley de la jungla y hemos llegado a la ley de la jungla… de cristal: brillante, dorada, moderna. Y por supuesto la intoxicación continua: tu puedes ser presidente, rico, poderoso… pero no lo serás porque los puestos ya han sido repartidos y a ti -estúpido ciudadano- no te ha tocado. Pero lo culpa es tuya: no estabas suficientemente preparado en una sociedad en la que -tras pagar el alquiler- no queda ni un duro para formación en unos carísimos chiringuitos educativos que más que enseñar, venden títulos (en el caso de los políticos los regalan) e imparten doctrina. Nunca estuvimos tan cerca del paraíso. ¡Lástima que el muro sea insalvable!
El desgarrado Enero 2025