» 21-04-2024 |
Aunque los modelos pueden producirse en muchos sentidos y en muchos campos lo entenderé aquí como modelo de comportamiento. ¿Cómo quieren ser hombres y mujeres, qué papel quieren desempeñar en la vida? y ya más lejos: ¿que papel cree cada uno que debe desempeñar el otro/a? Si -como dice Butler- el género es una construcción social la pregunta es relevante puesto que esa construcción se debe haber hecho con elementos e intenciones distintas. Si nos atenemos al imaginario colectivo (inconsciente social) los niños quieren ser héroes/guerreros y las niñas cuidadoras/madres. Sé que la propuesta no será popular, -para los que ven las cosas desde la idealidad en vez desde la realidad (lo que hay) pero no veo otra manera de interpretar lo que los propios niño/as manifiestan (desde un aprendizaje ciertamente sesgado). Insisto en que el género es un constructo por lo que todo suma en su construcción, desde la biología hasta la mitología, pasando por la antropología y la ontología. Que la cuenta está sesgada -hacia lo masculino- es evidente y que hay que luchar para que eso cambie, también. Pero el análisis de lo que hay, es lo que hay… sin olvidar el sesgo del analista.
En la búsqueda de modelos, pesan de forma especial las fantasías (de las que he dado cuenta en cercanas entregas de este blog), tanto cognitivas como sexuales… más muchas otras por analizar. En cuanto las fantasías construyen o consisten en el inconsciente colectivo los modelos coinciden con ellas. Probablemente la coincidencia se produce porque las fantasías son, en sí, modelos de comportamiento, o por lo menos modelos de pensamiento, se ejecuten o no. El modelo de género para el hombre es el guerrero, héroe, conquistador, dominador. Es un patrón de individualismo pues si se necesita un oponente -en una unidad mínima de sociedad- no es para compartir sino para impartir (justicia, doctrina, consejos, conocimientos), y en el caso de repartir, más bien hostias que bienes, lo que no excluye una fuerte necesidad de reconocimiento social, estrictamente unidireccional. El modelo de la mujer es social: madre-hijo, lo que genera un problema de socialización para los hijos con unas madres que son excluidas del logos y de la igualdad.
El modelo masculino se escribe en la épica y en la epopeya. La esfera sexual cae de lleno en ese modelo: conquistador de hembras, guerrero contra competidores, dominador de género. Y no otra cosa prima en la esfera social, en la que el triunfo se mide por conquistas y dominaciones -tanto en lo físico como en lo intelectual que, como sabemos, sustituye al primero cuando la paz social se hace perentoria. La violencia -llámese superioridad de cualquier tipo- es el vehículo- y el poder es el objetivo último. El poder consiste en la seguridad máxima, lo que solo se consigue ascendiendo en la jerarquía hasta ser la máxima autoridad. La figura del maestro es especialmente querida como superioridad no violenta (de segunda generación): nadie se priva de dar lecciones (incluso algunas mujeres por contagio). El carácter específico del hombre se curte en este modelo. La postura analítica (que le conducirá al pensamiento abstracto) se ajusta a su modelo porque es desmontadora/destructora y porque mantiene la llama de la curiosidad infantil eternamente encendida. Para saber como funciona algo solo es necesario destriparlo (se trate de un juguete o de un enfermo). Parece raro pero la agresión y la destrucción conducen al pensamiento especulativo. Decir que además es un animal político resulta bastante predecible pues es dominador, destructor, analizador y por tanto maquinador y estratega.
Pero¿cómo ve la mujer al hombre en su modelo mental? La mujer, en tanto tal, se va a ver en la situación de tener que criar a un hijo completamente desvalido, durante tres o cuatro años, lo que significa protección y alimentación. Los cuidados elementales a la cría se los proporcionará ella, que para eso está especialmente preparada, pero la protección y la alimentación en situaciones poco más graves, necesitan de un aliado. Así dicen los etólogos que se estableció el vínculo de pareja (cocktail de hormonas mediante) que cimienta la familia patriarcal. Los grandes monos (nuestros primos) que no establecen dicho vínculo espacian los hijos cinco años y practican el infanticidio como medio de selección de la descendencia. Por otra parte el celo de la mujer se extiende más allá de los periodos fértiles de modo que puede ofrecer sexo en cualquier momento… excepto esa anomalía humana que es el climaterio y que actualmente se explica por la incorporación de la abuela a la unidad familiar como apoyo.
La fidelidad garantiza al hombre que los hijos que pare su pareja son suyos, el hombre puede dedicarse a otras tareas que a buscar pareja y tiene sexo a demanda (la fantasía de la esclava sexual). Además el sistema biparental estable, permite el acceso al sexo a todos los individuos de la comunidad (lo que no ocurre entre los grandes monos). Todo ello favorece que la hembra pueda quedarse embarazada cada año y por tanto a la expansión de la especie. El acceso a la progenie se democratiza. Demasiadas ventajas como para no apuntarse a la biparentalidad… teniendo en cuenta que no es difícil hacer trampas. Así, las características del macho que busca la hembra son precisamente las que modelan a aquel… excepción hecha de la promiscuidad (convertida en el delito del adulterio) que junto al incesto y a la violación completan la regulación del sexo “irregular”,en esta especie basada en la unidad familiar nuclear.
El modelo de género de la hembra es la de la madre cuidadora (alimento, protección, conocimientos, cariño) dispuesta a subvenir todas las necesidades del pequeño con ayuda de su pareja, o sin ella. Si bien desde el punto de vista del macho -llamado agrandes hazañas- este papel no es gran cosa (y por contagio del punto de vista de la propia mujer) no podemos obviar: que la gestación es la puerta al mundo para toda nuestra especie, por mucho que trate el hombre de minimizar ese papel fundamental de generación de vida, arrogándose un papel sobresaliente en la fecundación. El papel de cuidadora de la mujer ha sido ampliado -por el hombre- hasta lograr que cuidara de los enfermos, de los ancianos, del propio hombre, del hogar. de la educación de los hijos, y, en un último giro de la economía familiar, con el trabajo fuera de casa. Aquí queda claro la importancia de la guerra para el hombre: es su único cometido, excluido el de semental, que bien podría obtenerse con muchos menos zánganos. La mujer no valora su absolutamente necesario papel de madre, cuidadora, creadora y viabilizadora de vida. Y no por miopía sino por la labor de descrédito, supeditación y sometimiento llevado a cabo por el hombre, desde los lejanos tiempos de la igualdad de los géneros (Irigaray). Y lo que está en juego es la supervivencia de la especie.
En justa reciprocidad, el modelo de mujer que tiene el hombre también coincide con el de la propia mujer. El hombre quiere a la mujer con todas las características que la familiar nuclear ha impuesto… más algunas accesorias. Por supuesto que el paquete de cuidadora lo acepta completo e incluso ampliado. Respecto al sexo la fantasía de la esclava sexual es bastante explícita. Evidentemente no está de acuerdo con la fidelidad más, por un impulso irracional (pensar con los cojones), que por un pensamiento racional. La infidelidad generalizada (de especie) dejaría de garantizar la genealogía cuando, además, la familia nuclear se ha convertido en una comunidad de bienes que se traspasan por herencia a la descendencia. A pesar de los milenios de constante labor para negar la inteligencia de la mujer dudo mucho que el hombre quiere una pareja tonta o irracional. Que la quiere servil es evidente lo que no deja de ser una ampliación por vía de mandato, de la función de cuidar, y que la quiere sometida tampoco ofrece dudas. La autonomía de la mujer socava directamente el modelo de hombre que éste defiende, el modelo dictatorial. La pregunta es ¿Esta el hombre dispuesto a conceder la emancipación de la mujer, que socava su fraudulentamente adquirida autonomía? Lo dudo. Las recientes postulaciones de víctima de género del hombre indican que la lucha será larga y enconada.
Es evidente que nos dirigimos a un nuevo tipo de sociedad que probablemente se desmarque de la familia nuclear, por lo menos, esa en la que la mujer está sometida al hombre. La función de disponibilidad de la mujer para el embarazo continuado ha desaparecido pues conciliar el trabajo fuera de casa, en casa y el cuidado de los hijos es imposible… sin una ayuda mucho más intensa del hombre. Las ayudas sociales son insuficientes y el hijo único se impone… y eso supone reducir a la mitad la población cada generación. Estamos al borde de la recolonización. Necesitamos trabajadores para pagar las pensiones y los único capaces de suministrarlos son los inmigrantes con altos niveles de natalidad. Si sumamos una cosa y otra se producirá una sustitución de la población autóctona a razón de más de la mitad (más hijos… a los que hay que sumar los padres) por generación. Cuando estemos recolonizados el comportamiento de los inmigrantes (ya convertidos en nacionales) se equiparará al de nuestras familias actuales y volveremos a tener el mismo (agravado) problema con las pensiones. Pan para hoy y hambre para mañana. Solo hay una solución: que el Estado subvencione la reproducción, lo que conociendo a los hombres, consistirá en aplicar el modelo industrial intensivo de producción tal como ahora se hace con los animales. El modelo económico de aumentar la desigualdad y reducir la sanidad apunta a reducir aún más la población y a agravar el problema. ¿Será el propio capitalismo el que se autoelimine? Hasta ahora siempre se ha reinventado pero ¿hasta cuando?
En un mundo de tendencias y no de verdades absolutas, la libre voluntad de cada uno/a le llevará por donde quiera ir ,y ser madre o hacer la guerra (aunque colegiada) son decisiones individuales y soberanas. El estado puede incentivar pero no puede (no debería) obligar. Y eso pasa por proponer modelos. Necesitamos otro modelo, pero no solo de hombre y mujer -que como hemos visto resiste, con sesgos inaceptables- sino de familia, de economía, de inmigración y de pensiones, y la ultraderecha está dispuesta a ofrecernos soluciones supuestamente milagrosas y retrógradas (contra más anterior sea el retroceso… mejor). Y mientras, los políticos a la suya.
El desgarrado. Abril 2024