» 14-05-2025

Señoras y señores 118. El pensamiento femenino.

He hablado muchas veces de la necesidad de un pensamiento femenino que -lejos de la función intoxicante del logos masculino- permita el desarrollo de un movimiento eficaz de liberación. He recalado en las diferencias entre hombres y mujeres que lo avalan, pero no he dedicado el espacio que merece a lo que entiendo como el eje sobre el que se deberá sustentar la lucha femenina… incluso en el caso -que dada la idiosincrasia femenina- no sea lucha, sino movimiento. El pensamiento especulativo masculino ahoga cualquier posibilidad de cimentar la emancipación femenina. Es un pensamiento sesgado y parcial, hecho por el hombre para el hombre y que ha generado un contexto en el que la liberación femenina es imposible. De entrada, parece que encontrar un tipo diferente de pensamiento al logos sea imposible, y -desde el logos- lo es. Por eso voy a apartarme de él siguiendo la crítica ya realizada al pensamiento metafísico otras veces comentado, pero que resumo brevemente. 

 

La metafísica se basa en la separación del hombre y el mundo, y que el primero es capaz de comprender al segundo. A partir de aquí el mundo se divide en pares de oposiciones excluyentes (principio del tercio excluso) que conforman un mundo binario en el que el género es una oposición más. La abstracción se convierte en el principal modo de universalizar y por lo tanto de inferir leyes generales que permitan conocer y dominar el medio: la cantidad, el concepto, la verdad, la igualdad son los primeros campos en los que se constituye el saber.  Otros dos aspectos del pensamiento metafísico son hoy en día fuertemente contestados. La preponderancia del ser sobre el cambio (la ontología) y el espacio y el tiempo separados y escenarios en el que se representa el universo. Antes del logos la mujer tiene una posición igualitaria (quizás simplemente de separación de las esferas de actuación) con el hombre. El reparto de papeles le permite transitar por el bosque recogiendo bayas y conocimientos y el cuidado de la prole incluye la observación atenta del entorno. A partir del sedentarismo la agricultura (el huerto) le pertenece en tanto el hombre caza y lucha, además de controlar la artesanía práctica (vestuario, almacenamiento). La educación infantil también le corresponde. Su carácter conservador (pacífico) y emocional facilita la convivencia social.

 

Con el logos el hombre se adentra en un pensamiento especulativo y abstracto que afianza su superioridad (ya cimentado en la agresividad y la fuerza). La dominación viene de serie y la ejerce sometiendo a la mujer: La expulsa del saber por su irracionalidad, del culto por su impureza, del maestrazgo por su ignorancia y del género por su conveniencia. El género único (masculino, evidentemente) minimiza la maternidad, falificando la sociedad. El falo es la premisa universal del pene: todo el mundo tiene uno, y si no… es que te lo han quitado o lo has perdido pero -en cualquier caso- dejas de ser un elemento útil (completo) de la sociedad: estás castrado. Ha nacido la sociedad patriarcal. La práctica de la “couvade” (fingir el embarazo) redondea esta expulsión.  Tal como explica Irigarai el plan sería perfecto si no fuera porque el niño depende absolutamente de la madre en sus primeros seis años lo que obliga -acabado ese periodo- a una separación, cuando menos traumática. La solución es la intoxicación. No basta con vencer, hay que convencer y así se crea la ficción del suprematismo masculino. ¿Por qué no se reveló la mujer contra semejante expolio. En primer lugar porque ocurrió paulatinamente. En segundo, porque no está en su ADN la lucha violenta. En tercer lugar porque, si no de título, en la práctica la mujer sigue detentando la maternidad, es decir, su principal interés. En cuarto lugar por el micropoder que le permite una esfera de dominación por esmirriada que sea. Finalmente: porque toda aquella maniobra le parece insensata. La mujer no está interesada en una forma de pensar (el logos) que no se aviene con su forma de ser. No es impotencia: es asco.

 

¿Y cuál es esa forma de ser/pensar? La mujer es -en oposición al hombre: sintética, pacífica, emocional, intuitiva, práctica (en el sentido de in-trascendental), concreta (poco dada a abstracciones) y conservadora/cuidadora. No aprecia la exactitud como el hombre la aprecia (hasta la veneración) y es más relacional (social) que dominadora. Evidentemente los conceptos castrenses: honor, valor, arrojo, patria, son vistos con recelo y relacionados con el carácter violento y agresivo del hombre. Tampoco es amiga de los absolutos luciendo un talante relativista rayando en lo topológico. Que todos los desarrollos del logos son poco fiables, es patente. Lo que no está claro es que lo lógico sea mejor. La prueba es que todos los intentos de establecer formas de pensamiento sólidas han resultado en fracaso: lógica formal, analógica, mitología, racional, empírico, inducción, deducción, arco del conocimiento, método científico hipotético-deductivo, falsación, etc. En una palabra: el pensamiento algorítmico/revelado, hace aguas. 

 

¿Cómo se explica que hayamos llegado a la luna o a la deslumbrante tecnología que nos acompaña si todos esos métodos son apócrifos? Simple y llanamente porque no se han aplicado. El método de prueba y error, la abducción, la recursión, la convergencia, etc. son métodos no algorítmicos que se esconden tras los grandes constructos lógico-racionales del hombre. El estudio del cerebro, el conocimiento de sus mecanismos desvela que el algoritmo no es el sistema preferido de conocimiento de la mente humana. La teoría de la información, la heurística, el pensamiento conexional (sistema reticular basado en la red neural y en el establecimiento y refuerzo de conexiones nerviosas entre nodos), la nube de información (pensamiento líquido, inmaterial, distribuido, funcionando de forma análoga a las redes sociales que cambian de contenidos de acuerdo a las interacciones que se producen) están en el ojo del huracán del conocimiento. Si el SXX supuso la deconstrucción de la metafísica el SXXI será el de la caída del logos a manos del modelo mental humano. Que por cierto, integra emociones y sentimientos en plano de igualdad con “la razón”.

 

E igual que podemos tomar el cerebro biológico como modelo de funcionamiento de la mente (no, no es una redundancia: los modelos de pensamiento utilizados hasta ahora no eran biológicos), podemos tomar la evolución del universo y de las especies (la vida) como modelos de pensamiento: el modelo prueba y error, memorización,abducción, recursivo. Si con un modelo tan sencillo hemos llegado a la situación de que hoy nos preguntemos sobre cómo pensamos, es evidente que el modelo ha funcionado. La IA nos dice que lejos de tomar como modelo al ordenador para explicar el cerebro, debemos operar al revés: el funcionamiento  biológico del cerebro como modelo para la computación y la IA. Pero ahora me voy a centrar en la heurística como modelo de pensamiento que se ajusta especialmente a un posible modo de pensar femenino. Quede claro que el libre albedrío permite que cada individuo tome sus decisiones últimas. No existe un modelo de ser o de pensar, masculino o femenino, que sea necesario, que nos obligue a existir de una manera concreta. Pero todavía mucho más si renunciamos a la exactitud y nos decantamos por los medios de pensamiento aproximados. No hay verdades absolutas sino tendencias. No hay soluciones únicas sino convergencias estadísticas probables. 

 

La heurística es una corriente sicológica que surge en los años 70 del SXX (coincidiendo con la posmodernidad que discute la metafísica), como un tipo de reglas no necesariamente algorítmicas que intenta explicar ciertos procesos cognitivos. Conocemos por algoritmo un conjunto finito de instrucciones que sirven para hacer tareas concretas. El origen se sitúa en aquellos casos en los que no tenemos suficiente información, sobre un sistema acerca del que tenemos que decidir, o no tenemos suficiente tiempo. En “Los secretos del cerebro. El lenguaje” RBA 2017, Celia Alba de la Torre y Oriol Borrega Cepa, definen: “Las heurísticas son reglas simples y difusas que guían la toma de decisiones. Son rápidas, eficientes, operan sin tener en cuenta toda la información necesaria (o sin tenerla disponible), Pueden combinar dominios cognitivos diferentes (memoria, percepción, emociones, entre otros) y a menudo se centran en un aspecto de la tarea a solucionar y no en la globalidad. De alguna manera son atajos, a menudo intuitivos e inconscientes.” (Alba y Borrega, 2017, 109). Abductivas, inexactas, hipotéticas, convergentes, parciales, intuitivas, inconscientes, irracionales, veloces, distribuidas, recursivas, y centradas en el cambio en vez de en el ser. Se aplicó con éxito el estudio del lenguaje y la ingeniería informática en procesamiento del lenguaje natural. 

 

El texto citado continúa: “Mediante la aplicación repetida de reglas de este tipo es posible llevar a cabo una tarea compleja (como el reconocimiento de una cara o la reconstrucción de una frase) de forma gradual, en pasos sucesivos que van acercándonos poco a poco a la mejor solución posible (que puede no ser óptima en determinadas circunstancias). La contrapartida a esta manera tan eficiente y rápida de trabajar es que, en ocasiones se puede apartar de la lógica, la probabilidad o la racionalidad (Alba y Borrega, 2017, 110). El pensamiento algorítmico es: deductivo (aplica una regla), resolutivo, simple (analítico), absoluto, exacto y disciplinar. En contraposición la heurística es: Abductiva (hipotética no reglada), recursiva, compleja, gradual, aproximada y multidisciplinar. En el caso del estudio del cerebro, este presenta patrones de comportamiento que son más fáciles de explicar con aproximaciones no algorítmicas. Las hipótesis (conjeturas) se producen entre varias alternativas en competición que se seleccionan por razones de adecuación, utilidad, etc. teniendo en cuenta las circunstancias del contexto. Recordemos que la teoría de la información la define como la probabilidad de las distintas alternativas. 

 

El mito de que fuera del logos (de la razón) no hay nada se desvanece. La metafísica es un sistema en demolición. La teoría de la información establece como realidad la probabilidad de las alternativas. El caso concreto se convierte en lo que siempre ha sido: un dato particular sin valor cognitivo general. El ser es un caso particular del cambio (su detención, no necesariamente definitiva). La estabilidad se convierte en un concepto clave en un mundo que se mueve bajo nuestros pies. Otro pensamiento es posible y se ajusta perfectamente a los requerimientos de un posible pensamiento femenino. 

 

El desgarrado. Mayo 2025.




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