» 16-08-2019 |
Leo en La Vanguardia 15/08/2019 página 18, “¿Qué saben los niños de sexo?” de Carina Farreras. Según un estudio de Álvarez y Mangosa de la UAB las niñas de 12 años no saben identificar el clítoris en su cuerpo, ni conocen el término, ni lo consideran como parte de los órganos sexuales femeninos. Les han explicado la reproducción pero no les han explicado el sexo (el placer, la relación, los prolegómenos, el respeto, etc.). El estudio abarca 600 niños, 112 profesores y 78 padres, durante dos años. Ante esta inoperancia de la educación que solo abarca la reproducción y el coito los niño/as recurren al porno. Entienden (a los 11 años) que el sexo es una actividad exclusiva de los adultos (no existe la sexualidad infantil), en parejas heterosexuales (no existe la diversidd), centrada en el coito (no existe sino la reproducción).
Entre los 10 y los 12 años perciben el tema del sexo como tabú y buscan información fuera del círculo de los adultos: compañeros, familiares de su edad e Internet. Evidentemente toda la información que obtienen es deficitaria (en el caso de consulta a iguales), sesgada (en el caso de internet), contradictoria (con lo que se les ha explicado por los adultos) y en el caso de internet, con el marchamo de verdadera. En especial es llamativo que las respuestas de los encuestados varían radicalmente por sexos. Para los niños solo existe un sexo: el masculino (representado de forma desproporcionada), mientras para las niñas existen dos (pero que no tiene representación en el caso de la vulva). Para los niños lo importante es el placer (masculino) solitario o compartido destacándolo como diversión. Para las niñas es una relación de dos, sin que aparezcan palabras como joder o masturbación. La satisfacción femenina no existe en ningún caso. Los niños construyen la sexualidad en mayúsculas (grandes penes, grandes palabras, comunicación con otros niños). Las niñas lo construyen en voz baja, no dibujan vulvas y no se comunican. Sin embargo las niñas se reconocen ignorantes (preguntan) mientras los niños se consideran expertos (aún cuando no lo son)… en público. Si las preguntas son secretas desaparece la sapiencia. La diversidad está absolutamente ausente en todos los contextos (incluso en las matemáticas, es decir los problemas que involucran a una familia siempre es de padre y madre).
La pregunta es ¿A quien hay que educar sexualmente? Y la respuesta es evidente: a los padres y a los profesores. No digo que sea ni fácil, ni cómodo, pero la alternativa es la desinformación e Internet (doble desinformación por la presunción de veracidad y el machismo recalcitrante del porno). La estrategia del avestruz no es la solución. Es posible que padres y educadores se ahorren el mal trago de hablar de sexo (coito, reproducción, placer, diversidad) pero no solucionan sino su mal trago. Simplemente perpetúan el machismo al dejarlo en manos de los peores educadores, los peor informados: los compañeros e Internet. No es a los niños a los que hay que educar. Es a los padres y a los profesores. Los niños detectan enseguida cuando un tema es tabú y a partir de ese momento se buscan la vida. No vale con esperar a que pregunten. Hay que adelantarse y convertir en normal la conversación sobre sexo (insisto: placer, coito, reproducción, diversidad) y si no te adelantas tú, se adelantarán ellos.
A muchas niñas les incomoda hablar de sexo y a todos les incomoda hablar de sexo con los padres. Pero hay que saltar esa barrera porque la alternativa es tenebrosa. No les incomodaría si el sexo estuviera presente en las conversaciones desde el principio, pero eso les incomoda a los padres (y a eventuales visitas). Hay que asumir que la educación sexual es algo tan necesario como la educación escolar o la educación social. Y no valen excusas. Las noticias de los periódicos en este tema son suficientemente alarmantes. El machismo y la violencia sexual contra las mujeres avanza imparablemente. No lo vamos a arreglar con mayores penas de cárcel porque esos abusos traen su causa de una mala educación sexual. Mayor libertad y peor educación conducen exactamente a lo que está ocurriendo. Insisto no es fácil, pero hay otras muchas cosas que no lo son. Y esta es importante. ¡El feminismo bien entendido empieza por hablar de sexo!
Pero las cosas se complican. Si la derechona no comulga con la educación sexual, ahora tenemos a la ultraderecha que, poco más o menos, considera la instrucción sexual como educación pornográfica. Las cosa no están mejorando, por ese lado, y están empeorando en la calle. Las manadas son la consecuencia de una mala educación sexual en la que el respeto se ha dejado en manos del instinto (que para los animales está bien) y de internet (que para los machistas es gratificante aunque no esté bien) . Está bien encarcelar a los delincuentes sexuales pero hay que hacer más: hay que educar a los niños en el sexo (insisto: sexo, coito, procreación, diversidad, respeto, placer, prolegómenos…). Y si hay que dar clases a los padres y profesores pues démoslas. ¿o es que os pensabais que habíais nacido aprendidos? De aquellos polvos (¡qué adecuado!) vienen estos lodos. La causa de la violación es o la mal-educación sexual o la enfermedad. ¿No os parece que empiezan a ser demasiados enfermos?
El desgarrado. Agosto 2019.