» 16-10-2019 |
La digo a una amiga: “La inteligencia es patriarcal” me descarta. Probablemente piensa que quiero expoliarle el pensamiento racional (como tantos antes que yo. ¡A que engañarnos!). Insisto “¿Nunca has pensado que la inteligencia, tal como la practican los hombres, es una forma de dominación de género?” Me vuelve a ignorar. Sin embargo para mí es evidente. No pretendo que “el fin” de la inteligencia sea la discriminación, pero que a lo largo de los milenios se ha convertido en una forma de dominación de género, no me cabe ninguna duda. ¿Cómo probarlo? Un cerebro analítico (masculino) lo primero que piensa es la diferencia entre el cerebro de ambos. Diferencias, haberlas, haylas (como las brujas), pero otra cosa es sistematizarlas. Pero también podríamos iniciar una indagación histórica, o por los efectos (cosa que mi pereza natural me impedirá hacer).
Cuando una gran inteligencia como Leibnitz afirmaba que las mujeres eran seres de ideas cortas y cabellos largos, o alguien con una gran sensibilidad femenina como Wilde afirmaba que las mujeres se sentaban sobre su fortuna (¿no sería envidia?). Cuando la Grecia clásica consideró a las mujeres como floreros y transmitió esa idea hasta el SXX ¿No estaba la inteligencia excluyendo a la mujeres? Cuando un chiste popular afirmaba que lo peor de un cambio de sexo a femenino era la reducción del cerebro ¿no deberíamos pensar que los hombres pensaron durante milenios que la inteligencia les era privativa?
Deberíamos indagar si la actual pseudoigualdad no es más, un producto de la política que de la razón (¡votos conservadores!). Es evidente que la capacidad de razonar es la misma. ¿pero se efectúa de la misma manera? o dicho de otra manera ¿todos los caminos conducen a Roma (la verdad) ? Una mente analítica diría que la verdad no existe, pero existen quasiverdades a las que se puede llegar por más de un camino (es evidente que una quasiverdad tiene muchas más facetas que una verdad absoluta). Y ahí aparece la razón femenina (todavía sin nombre pero que se ha llamado, impropiamente muchas veces, sensibilidad), Supongo que a estas alturas ya se me ha visto el plumero: existe una inteligencia específicamente femenina parecida, pero no igual a la masculina.
Y ahora un poco de antropología. La evolución (y al decir evolución me refiero a la selección natural, la mutación, la recombinacion bacteriana, la simbiosis celular, la epigenética y todo lo que sin duda vendrá) nos ha adaptado para nuestra supervivencia que es lo mismo que para nuestra función (teleológicamente entendida). No es posible que el cerebro de las mujeres sea el mismo que el de los hombres. En nuestro pasado reciente los hombres cazan y la mujeres crían. Cazar es analizar (el viento, la distancia, la magnitud, el sol, las posibilidades de éxito, etc.). Criar es proveer, relacionarse. Analizar es barajar posibilidades. La realidad frente a la fantasía. Criar es actuar pronta y efectivamente. Los hombres pueden aprender a criar (la plasticidad del cerebro es enorme) y las mujeres a cazar, pero tendrán que domeñar su instinto que les conduce a otra vía. No solo somos instinto o inteligencia, también somos oportunidad (reacción al entorno). En pocas palabras: somos intercambiables pero tenemos tenemos tendencias que nos hacen estar más confortables en unas situaciones que en otras.
Y ahí está el problema. El espacio de confort del hombre es el análisis, la especulación y finalmente la razón, la filosofía, la ciencia. El espacio de confort de la mujer es la empatía, el diálogo, la provisión, el cuidado, la atención, la síntesis. Sería una simbiosis perfecta si no surgen los egos. Pero los egos han surgido. Los derechos implican que todos seamos tratados igual (¡por fin!) y las diferencias afloran. El diálogo se lleva mal con la testosterona; la agresión se lleva mal con los estrógeneos. Y no perdamos de vista que siempre el paradigma desde el que vemos estas posiciones es masculino. Veo una serie de TV en la que la ministra de asuntos exteriores de EUA es mujer (“Señora secretaria de estado” Movistar). Todo es empatía, procuración, buen rollo (incluso en situaciones terribles). Hay un poco de autoridad (testosterona), pero poca, hasta el punto que los problemas familiares no son distintos de los problemas de Estado. Es una serie creada, producida y interpretada por mujeres, pero eso no es lo importante. Lo importante es que nos muestra como podría ser la inteligencia femenina.
Pero hay algo que no podemos perder de vista y es que las mujeres viven en un mundo de hombres: pensado, dirigido, estructurado, manipulado por hombres que han establecido su paradigma como si ningún otro pudiera ser pensado. Evidentemente las mujeres han encontrado su nicho de supervivencia: el poder en la sombra (¿infuencers?), la seducción, la persuasión, el veneno. Pero la pregunta es ¿es ese mundo, del poder evidente y del contrapoder en la sombra, el que queremos (lo que no es descartable) o queremos la igualdad? Es en esta situación que mi pregunta cobra sentido: ¿Es la razón un patriarcalismo? Hace pocos días veía en la 2TV la historia de una concubina china Yegenara que consiguió dominar china durante cincuenta años. Pensé que era una mujer reconvertida a hombre, no al sexo, pero si a las maneras, a la inteligencia a la acción testosterónica. Muchas mujeres se transmutan en hombres para alcanzar el éxito. en el deporte, en la ciencia, en la política. ¿Es ese el camino?
Creo -y esto es lo dramático- que las madres siguen educando a los hijos de forma machista y que siguen mandándolos a la guerra cuando el patriotismo manda. Creo que las mujeres no son así. Que está dominadas por un pensamiento hegemónico y ajeno. Creo que las mujeres se amilanan ante una racionalidad que en este caso solo es deleznable. Creo que una racionalidad femenina es posible pero que solo las mujeres serán capaces de construirla. Quizás el mundo está empezando ahora mismo.
El desgarrado. Octubre 2019.