» 25-01-2020

Señoras y señores 38-1 Apuntes sobre la diferencia de género. Las premisas.

No hace falta decir que meterse en este tema es meterse en un jardín de consecuencias incalculables.  Por ello no queda más remedio que tomar ciertas precauciones. Partiré en primer lugar del paradigma metafísico -que ha durado 25 siglos- en el que el hombre se separa del mundo, al que no le cabe ninguna duda que puede comprender dentro de unas categorías de espacio y tiempo en los que lo encuadra. La ontología (el ser entendido como estático) y la verdad como esencia oculta a la que empañan las apariencias, completa el panorama metafísico. La razón (la filosofía) corroborada por el experimento (la ciencia) son las herramientas para este conocimiento. El sistema de conocimiento es la abstracción-universalización-ley en el que mediante la abstracción se “poda” la compleja realidad para que sea susceptible de universalización, de la que se pueda inferir la ley (y finalmente la previsión que es la auténtica madre del cordero). Existen cuatro grandes abstracciones-universalizaciones: cantidad (matemáticas), verdad (lógica), concepto (lenguaje) e igualdad (ética-política). Ninguna de ellas es capaz de alcanzar la plena autonomía pero en un sistema de referencias circulares, consiguen una redundancia que se aproxima al conocimiento de la realidad. Existen otras abstracciones menores como el falo (la premisa universal del pene), el dinero (la abstracción universal del valor) e incluso lo femenino (la abstracción del atractivo/apariencia). Todas estas abstracciones se resumen en el hombre como medida de todas las cosas. Y he dicho el hombre y no el ser humano.

 

La metafísica es una división de lo sensible (Rancière) que excluye a la mujer y la excluye por que es un sistema falocéntrico. Durante 25 siglos la mujer ha sido un subproducto degenerado del hombre, para ser precisos de una costilla del hombre, mientras éste, estaba hecho a imagen y semejanza de dios. La metafísica considera a las mujeres distintas e inferiores al hombre. ¿cómo consiguen semejante aberración? Muy fácil: partiendo de un paradigma establecido por los hombres. El juego se desarrolla en un tablero elegido por el hombre y aplicando sus reglas. Es imposible discutir o reivindicar nada si la plataforma de la que partimos es netamente masculina. ¿Qué es necesario entonces? Pues una plataforma femenina o que sea capaz de englobar ambos géneros. ¿Es eso posible? De momento parece que no. Ni la mujer tiene interés en establecer esta plataforma (como veremos es fundamentalmente sintética frente al analismo masculino) y le ha sido históricamente cómoda la posición reactiva en la que juega bajo las reglas masculinas. En una palabra: lo parasita en el bien entendido que solo desde el paradigma masculino el parásito tiene connotaciones negativas. De hecho es mucho más eficiente y eficaz con la única pega que necesita la existencia del huésped, con el que se encuentra en una especie de contraevolución. Sobre esta relación de parasitismo volveremos. Avancemos que si la mujer toma la posición de parásito es porque el hombre no le deja otra opción. No es una cuestión electiva; es una cuestión de supervivencia.

 

Otro aspecto del que partiremos es que el pensamiento racional (comúnmente asignado al lóbulo frontal) es exactamente igual en hombres y mujeres. El mito de que la mujer es menos inteligente es, eso, un mito. Las diferencias que se producen entre géneros no radican en ese lóbulo frontal sino en los cerebros evolutivamente más antiguos (Mc Lean, Laborit) como el cerebro de los mamíferos (comúnmente asignado al mesencéfelo) y el de los reptiles (asignado al cerebelo). Pero además, la enorme plasticidad del cerebro humano hace que las diferencias estructurales (genotipo) o contextuales (fenotipo) pueden ser fácilmente reconducidas, hasta el punto que ni siquiera el género puede ser considerado estructural.  Genotipo y fenotipo son referencias perfectamente removibles. Y aquí llegamos al quid de la cuestión. Más allá de que todo es relativo (paradoja en la que coexisten lo absoluto y lo relativo en armonía dialéctica) la terca realidad nos muestra que nada es absoluto (de nuevo la paradoja). El conocimiento (como dice la teoría weberiana de la falsación) es una aspiración que nunca podrá concretarse en leyes inamovibles porque solo podemos conocer lo que es falso, pero no lo que es verdadero. Como veremos, no es este el único concepto límite, asintótico (que solo se cumplen en el infinito), un concepto que solo puede ser admitido como aspiración, como impulso, como ímpetu. La igualdad, el concepto y la cantidad (además de la verdad) también son conceptos límites. La metafísica es un fiasco, muy productiva pero un fiasco.

 

Por último, y no menos importante está la cuestión de qué hace un hombre metiéndose en las competencias de las mujeres. Estoy de acuerdo. No me gustaría ser como los célibes opinando sobre el matrimonio (esa superioridad absoluta de la razón sobre la experiencia). Pero si la metafísica es un fiasco, si nada es absoluto, si estamos hablando de conceptos límite, si la plasticidad del cerebro es capaz de cambiar cualquier situación, cada cosa que diga puede ser entendida como una afirmación provisional. Si el saber no es normativo sino descriptivo, a nadie obliga. Comprendo el rechazo de las mujeres acostumbradas al dogma que emana presuntamente de los hombres y que a ellos solamente conviene. Comprendo su resistencia ante un pensamiento invasivo que solo a los hombres conviene. Incluso me planteo si es el diálogo (tan socrático) la manera ideal de abordar estas cuestiones. Volveremos sobre esa resistencia, a menudo entendida como cerrazón y que, probablemente, solo es defensiva.

 

Por postúltimo (siempre se olvida algo) queda la cuestión de la universalidad de los hombres y las mujeres. ¿Hablamos de todos los hombres y de todas las mujeres? La realidad es que solo piensan en profundidad unos y unas pocas. Sí, pero esos pensamientos trascienden interesadamente a la totalidad. El pensamiento de que las mujeres son inferiores a los hombres en inteligencia, que como dijo Leibniz son seres de cabellos largos y de ideas cortas o como afirmó Wilde se sientan sobre su fortuna, son ideas universales. No por no haberlas reflexionado son eludidas por la mayoría. Por lo tanto, aunque solo hayan sido pensadas por unos pocos, son admitidas por todos.

 

Y así queda planteado el tema. Como diría Derrida el logocentrismo, el falogocentrismo, la metafísica, son estrategias de la mente masculina para obtener ventaja. Voy a tratar de reflexionar alejándome de esos mecanismos que tan rentables le han resultado al hombre. La Iglesia Católica tardó trescientos años en pedir perdón por su negación galileana. Hasta el rey emérito pidió perdón por putero y exterminador de otros seres vivos. Los hombres debemos pedir perdón por cientos de siglos de dominación sobre las mujeres. Dominación tan repugnante como la esclavitud o el colonialismo. Este siglo será el del empoderamiento de las mujeres, pero eso no basta. Los hombres debemos pedir perdón por lo que ha sido un genocidio moral con graves consecuencias físicas. ¡Sinceramente lo siento! Lo que hemos hecho es injustificable y estoy dispuesto a ayudar en la reparación. Tomad estos textos como esa disculpa y esa reparación. Y por supuesto ¡haced lo que os de la gana! Como dijo Desviolles (teoría King Kong) no es la igualdad lo que necesitamos, sino la libertad.

 

El desgarrado. Enero 2020.




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