» 07-03-2020

Señoras y señores 40-1. El inicio de la dominación.

Asisto a un curso en el MACBA (BCN) sobre Ecología: “Hacia una nueva imaginación ecosocial. Narrativas y transiciones ante la crisis de la civilización” organizado por el Programa de estudios independientes (PEI) del 05/03 al 07/03/2020, del que ya os hablaré. Lo que quiero reseñar ahora es que aprovechando la ocasión se vendía la revista “Ecología política” de la que compré el número 53: “El antropoceno”. La revista en cuestión ofrece una panorámica suficientemente consistente del tema del curso. En mi caso quedé prendado de un artículo de LaDanta LasCanta (Colectivo venezolano de investigación y acción: ladantalascanta@gmail.com) llamado. “El faloceno: redefinir el antropeceno desde una perspecyiva ecofeminista” De eso quiero hablaros.

 

Otras veces he traído a colación la idea de Yuval Noah Harari (“Sapiens”) de que la humanidad despega cuando los lazos de parentesco son sustituidos por los lazos ideológicos (de afinidad) lo que permite superar el tamaño estándar de los grupos de homínidos (150) hasta alcanzar tamaños en los que la cooperación y la relación configuran otra humanidad. El colectivo venezolano insiste en esta idea pero la pone bajo la perspectiva de la dominación. Se centra en la organización social de los grupos anteriores al momento agro-pastorial (es decir los cazadores-recolectores) en la que descubre que el 50% de las relaciones entre individuos no son parentales (son afines) y además los grupos son metafluídos (los grupos pueden trasladarse e intecambiar información entre ellos). Los hombres y las mujeres tienen la misma influencia en la selección de los nuevos miembros. No existe acumulación de riqueza y las parejas (sexuales) se movilizan libremente lo que permite la cooperación sin un sistema social complejo. Producen así, relaciones sociales de parejas igualitarias que generan una forma de relación grupal multilocal más que patrilocal” (Ladanta LasCanta, 2017, 30). La relación igualitaria y la cooperación lanzan al grupo.

 

Con la transición a la agricultura y al pastoreo el modelo (civilizatorio occidental) cambia. Aparece la desigualdad de género, la acumulación de la riqueza, la herencia sexual. En una palabra de la sociedad patriarcal. La sexualidad de las mujeres (servicios sexuales y reproducción) se convierte en mercancía. La práctica del intercambio de mujeres (la prohibición del incesto; el tráfico de mujeres: dote, rapto, las alianzas matrimoniales; la fábrica de mano de obra: los niños) incrementan la producción y estimulan la creación de excedentes. La tasa metabólica (consumo doméstico de energía per cápita y año) se multiplica por ocho respecto a las sociedades anteriores de recolectores y cazadores. Es en este momento que empieza el Faloceno basado en relaciones de desigualdad de género. Recordemos que para Freud el falo es la premisa universal del pene, es decir el convencimiento de que todo el mundo tiene un pene (que si no parece es porque ha habido una castración). En una palabra el género masculino es universal (solo existe un género).

 

El dominio sobre las mujeres (a las que se niega el género) se convierte en el modelo de la opresión sobre otros colectivos: animales, extranjeros, “raritos”, esclavos de guerra, etc. Lo que realmente se inicia en este punto (aún cuando tardará milenios en formularse) es el pensamiento metafísico basado en principios sencillos y patriarcales: 1) el hombre (recordemos que solo hay un género) se separa del mundo y lo conoce (controla). 2) La apariencia esconde una esencia que es preciso descubrir y que es la verdad de lo observado. 3) La mejor manera para entender el mundo es pararlo (matarlo, diseccionarlo). Es la ontología que privilegia el ser sobre el devenir, lo estático sobre lo dinámico. 4) El tiempo y el espacio son los escenarios inmutables en los que se desarrolla el mundo. El sistema para conocer el mundo (ese privilegio del hombre) es el de abstracción-universalización-ley. Es decir: abstraemos de las cosas las cualidades que las igualan, que las universalizan y les damos el estatuto de ley. Las cuatro abstracciones fundamentales son la cantidad (que originará las matemáticas), la verdad (que originará la lógica), el concepto (que devendrá en lenguaje) y la igualdad (que fundará la política y la ética). Pero no son las únicas. La abstracción universal del valor es el dinero y la abstracción universal del género (como he avanzado) es el género masculino: el falo. Probablemente la abstracción universal de la belleza-atracción sea la mujer pero no está claro.

 

La conclusión de este desarrollo es que la emancipación de la mujer (del sujeto colonizado, del texto, etc.) es imposible dentro del espacio de la metafísica, por la sencilla razón de que la metafísica se basa en la dominación (del género femenino, entre otros), es una de sus premisas. La única posibilidad de recuperar la igualdad perdida en el tránsito de los cazadores-recolectores a los agro-pastores es deconstruir la metafísica, lo que es una redundancia puesto que la deconstrucción en su sentido original (Derrida) es la deconstrucción de precisamente la metafísica. Ello abre una posibilidad de emancipación si nos situamos en la posmodernidad (entendida como la postmetafísica). Pero no es una amancipación automática. Tras la metafísica (abstracción-universalización-ley) se abre paso la cibernética (bases de datos-computación-retroalimentación cibernética) que promete ser tan feroz y opresora como lo ha sido la metafísica. Pero eso lo analizaremos otro día.

 

El desgarrado. Marzo 2020.




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