» 14-06-2020

Señoras y señores 52-4. ¿Existe una diferencia esencial entre hombres y mujeres? 4. Propuesta.

La guerra de los sexos, la incompatibilidad entre géneros, los hombres son de Marte y las mujeres de Venus, el orden como diferencia, la resistencia de las mujeres a hablar de ciertos temas, la posición analítica frente a la sintética, el micropoder frente a la dominación, todo ello podría venir de la diferencia fundamental entre cuidado y confrontación de la que hemos visto que se deriva el cuidado de sí como transformación del sujeto frente a la producción de la obra que a su vez deriva en la tendencia de los hombres hacia la ciencia y el arte (producción de la obra) mientras la mujer se centra en la obra que es la creación de vida. Pero las diferencias no son tan radicales como para que cualquier mujer o cualquier hombre no pueda desligarse de sus afinidades electivas y cambiarse de bando, en todo o en parte. Quede claro que a pesar de que el hombre ha planteado siempre la posición de la mujer como inferior (al erigirse en paradigma de la igualdad: la mujer debe ser igual al hombre), su posiciones recíprocas no son comparables y ninguna es superior a la otra.

 

La posición del cuidado del otro es una posición conciliadora frente a la posición de confrontación que es mucho más agresiva. Debido a ello es mucho más fácil que haya transferencias del hombre a la mujer que viceversa. La confrontación dialéctica (de la discusión sacar la luz) es un instrumento netamente masculino por cuanto quien cuida no tiene nada que discutir. El hombre ataca, acorrala, persigue y da a la victoria el grado de meta. La mujer se defiende de un ataque que atenta contra su libertad, disfrazado de igualdad (Despentes) y lo hace con los mismos argumentos que utiliza el hombre por cuanto la mujer -dedicada al cuidado y no a la confrontación- no ha desarrollado argumentos de confrontación propios. ¿Es una carencia? En absoluto: la solidaridad, el altruismo, la lealtad, el trabajo en común, son virtudes femeninas y hoy en día se perfilan (en un mundo herido por el desarrollismo y el abuso extractivo, la contaminación y el cambio climático) como mucho más significativos que la testosterona proyectada en violencia y en dominación.

 

La ecología, el indigenismo, el anticolonialismo, el antibelicismo, son movimientos impulsados netamente por las feministas y por las mujeres. El pensamiento de la mujer se basa en el bricolage ancestral que Leví-Strauss describía en “el pensamiento salvaje”. La mujer es sintética: recoge lo que la naturaleza le da para construir cestos y recipientes, tejer vestidos, recolectar frutos y bayas, domesticar animales. Pero sobre todo para construir el hogar en donde criará a sus hijos. El hombre es analítico: destruye lo que le rodea para saber como funciona, lo que le lleva a relacionarse con lo muerto, con lo inmóvil, con lo parado (Munford), tanto en lo cognitivo (el pensamiento) como en lo sensible (la experiencia). Le interesa la dominación: de la naturaleza, del otro (de la mujer), de la técnica… de todo. La propiedad privada (exclusiva) es la medida de la potencia del hombre; la familia patriarcal su sistema de dominación doméstico; la guerra su sistema de relación social más extendido. El hombre es una enfermedad del sistema solar conocido (en el que ya ha empezado a verter basura y a trasladar gérmenes).

 

La metafísica es el sistema de pensamiento netamente masculino que ha regido en la civilización durante 25 siglos. Se basa en pares de oposiciones que se deben resolver en un u otro sentido, pero que no se pueden mantener sin resolver. Entre lo material (materialismo) y lo espiritual o ideal (idealismo), hay que quedarse con una de las dos (aunque sea en turnos sucesivos). La derecha y la izquierda se alternan en turnos de partidos que permiten que ambas gobiernen. La filosofía de la diferencia y la posmodernidad en el SXX se han enfrentado a esta dictadura de la victoria de uno de los dos términos de la oposición. Evidentemente entre lo masculino y lo femenino la solución ha sido unánime: el machismo. Frente a la dominación (primero por la fuerza y posteriormente, además, por la razón masculina) la mujer ha desarrollado el micropoder (Foucault) que son mínimas parcelas de poder (casi siempre doméstico: el hogar) escondido entre los pliegues de la dominación masculina.

 

El sistema de la metafísica es el de abstracción-universalización-ley. Primero se simplifica la realidad (se poda de lo que no interesa) para poder aplicarlo a la mayoría de los casos (universalización) y poder inducir una ley de aplicación. En cuatro campos fundamentales: la cantidad (se abstrae del mundo el número que les es común) y se universaliza la ley matemática; la verdad que universaliza la ley lógica: el lenguaje que universaliza la ley del concepto y la ética y la política que universaliza la ley de la igualdad. En todos estos campos la operación de simplificación general es la igualdad que desdeña todas las situaciones de desigualdad (que son infinitas) para centrarse exclusivamente en el caso excepcional de la igualdad (que es única). Para que decir que esta exclusión de la desigualdad (diferencia) de la metafísica evitaba tener que enfrentarse a ella.

 

Y de la metafísica surge la i-rracionalidad de la mujer por la simple razón de que la mujer no es metafísica: ni le interesa la abstracción ni aspira a la universalización. La mujer es (como tanta veces se le echa en cara) topológica: la Ley de aplicación depende de la situación en que se halla (niña, jovencita, esposa, madre, abuela). La experiencia sensible es la base de su conocimiento frente a una razón masculina que se le presenta como etérea, engañosa, utópica, loca. Su férrea intuición (instinto) le guía en un destino de una fuerza inusitada: la creación de vida. Frente a ese destino todo lo demás es accesorio, secundario, fatuo. Y sin embargo no es una determinación irrevocable. Cada mujer puede elegir su destino adoptando las posiciones masculinas: la creación artística, técnica, científica. Incluso puede alternarlas o desarrollarlas sucesivamente. Su biología determina que la producción de vida esté tasada en la cantidad y en la duración. En la infancia para madurar y en la vejez para ayudar a la creación de vida en segundo plano. Se la considera práctica frente al teórico hombre y romántica frente a la racionalidad masculina. La practicidad arranca de su experimentalismo intuicionista y el romanticismo se asienta sobre el relato como forma de pensamiento descriptivo y ejemplarizante (Ricoeur).

 

En la actualidad estamos en una cambio de paradigma. Terminada la metafísica  (por la filosofía de la diferencia, la posmodernidad y el relato) iniciamos el paradigma cibernético: bases de datos/computación/retroalimentación. La fuerte posición del capitalismo en el nuevo paradigma no permite vislumbrarla como una liberación, sino como otra forma de esclavitud (Tiqqun). Y con este cambio de paradigma se patentifican dos situaciones: 1) la metafísica no era el único paradigma posible (ni de inequívoca validez) por lo que el pensamiento femenino era tan válido como la metafísica. 2) Estamos perdiendo la oportunidad de aceptar el paradigma de pensamiento femenino en el que los microrrelatos sustituyen a los grandes relatos fundadores (Lyotard), el micropoder a la dominación (Foucault), la diferenzia a los pares de oposiciones metafísicas (Derrida), la deconstrucción a la metafísica (Derrida), el relato a la lógica (Ricoeur), la semejanza/afinidad (la igualdad de los desiguales) a la igualdad (Haraway),  el pensamiento débil a la metafísica (Vattimo), tiempos líquidos a los tiempos sólidos (Bauman), lo común a lo individual (Rancière), etc.

 

Existe un pensamiento femenino: antimetafísico, irracional, ilógico, cualitativo, afín, que no está sistematizado sino que se presenta disperso por la obra de múltiples autores y autoras. Este pensamiento debería sistematizarse para oponerlo al paradigma cibernético que nos amenaza. Pero quizás esa sistematización sería masculinizarlo, colonizarlo desde la masculinidad y por lo tanto desvirtuarlo. Si las mujeres lo quieren disperso quizás es eso lo que debemos hacer: dejarlo como está. Aunque también podríamos generalizarlo a toda la humanidad. Lo que no quita que, como mínimo, lo tengamos en cuenta y que nos deshagamos, por fin, de esa metafísica que si bien nos ha dado el arte, la ciencia y la técnica, se ha mostrado, por otro lado, contraria a la creación de la vida, a la ecología, a la diferencia, a lo común, etc. El coranavirus ha sido el primer caso de globalización de efectos negativos (catastróficos) que hemos sufrido. Vendrán otros (el cambio climático, la contaminación, la biodiversidad…) Está en juego la vida del planeta y no tenemos opción B.

 

El desgarrado. Junio 2020.




Comentarios publicados

    Añadir comentario


    Acepto las condiciones de uso de este sitio web