» 03-12-2020

Señoras y señores 58. Meta-ética 1. Aristóteles y la meta-ética.

Tras tanto anunciar la meta-ética, aquí está y vamos a empezar por el primero que la enunció: Aristóteles, aunque no la nombró así. Pero antes una introducción sobre cuestiones previas a la que seguirán: lógica metafísica y ética y acabaremos con la meta-ética. Con los presocráticos empieza la razón y se clausura la época mítica. Para distinguirlas (aunque es transición fluida) el mito es la era de la inteligencia en imágenes (imaginaria) y la razón es la era de la inteligencia en palabras (simbólica). Decir de la razón es decir del lenguaje puesto que pensamos simbólicamente con palabras. La era de la razón es la era de la confusión entre mente, lenguaje y realidad. Mientras la mente pensó con imágenes la confusión era mucho más difícil, por cuanto las imágenes eran mucho más fácilmente asimilables a la realidad que las palabras. Pero también eran mucho más pesadas y hasta que se utilizó una moneda más ligera el pensamiento no pudo florecer. Lo que había sido hasta entonces un problema entre imágenes mentales y realidad se convirtió en un problema a tres: realidad, imagen/proceso mental y lenguaje. Quizás por eso se necesitó la filosofía. Sigo a P. Ruíz Trujillo “Aristóteles. De la potencia al acto” Batiscafo SL, 2015.

 

A) Cuestiones previas.

 

1) Pensamiento, lenguaje, percepción y método. El lenguaje introdujo un considerable lío puesto que era método (la realidad se traducía a palabras con un alto grado de arbitrariedad) y pensamiento (se pensaba con palabras. La lógica formal será un claro ejemplo). Igual le pasaba a la mente que era método de razonamiento (causalidad, clasificación, asociación de ideas: contigüidad, semejanza, pertenencia, etc.) y traductora de la realidad en imágenes visuales, primero, y lingüísticas después: contenidos mentales) además de contener la memoria y la imaginación (asociación de imágenes). Era fácil confundir la realidad con el lenguaje o con el pensamiento… y lo hicieron. Así se llega a la existencia de tres realidades: la ontológica del ser en sí (tal como es, aún cuando se nos manifieste de forma esquiva y solo resulte accesible a través del intelecto), la linguística (la que se obtiene por los usos del lenguaje, privilegiadamente la lógica) e incluso una realidad metodológica: la epistemologíca (el modo como llegamos a conocer)

 

2) Los presocráticos y Platón. Intuyeron que la realidad no era exactamente lo que se percibía por los sentidos (la realidad sensible) sino que había elementos como: los fundamentos, la estructura, las sustancias, los principios, los fines últimos, dios, (la realidad inteligible) que estaban más allá de la física de la percepción y que más tarde se llamaría metafísica. De hecho el nombre de metafísica reúne tres conceptos: lo que Andrónico encontró, al ordenar el corpus aristotélico, situado después de la física; lo que conceptualmente está más allá de la física y que ésta no alcanza y lo que está más allá de la ciencia y que le resulta inaccesible. Para acabar de complicarlo se confunde con la ontología puesto que la realidad se confunde con el ser y la metafísica no deja de ser la parte de la filosofía que trata de entender la realidad.

 

Heráclito entendió el mundo (la realidad) como fluir, devenir, cambio, movimiento. Todo ello era perceptible. Este cambio obedece a una razón universal (Logos), expresión de lo divino, ley natural que se nos revela a través de los sentidos. El conocimiento consiste en descubrir con la mente esta ley.

 

Parménides se inclinó por un ser estático, inmutable, eterno e indivisible. Evidentemente no era perceptible por lo que lo relegó al mundo de lo inteligible (solo accesible por la razón). A los sentidos solo nos llegan apariencias, ilusiones poco fiables que no se corresponden con lo real. Ya tenemos dos concepciones de la realidad: el cambio, perceptible por los sentidos y el Ser solo perceptible por la razón.

 

Platón junto estos dos mundos aceptando la realidad de ambos: el mundo físico, sensible en el que habitamos y el mundo de las ideas, inteligible, modelo  del otro que solo es un reflejo. Lo que percibimos es una realidad devaluada, copia imperfecta. Las ideas arquetípicas son la auténtica realidad. Estamos en un mundo trascendente, que ha trascendido la realidad sensible y falsa, para constituir la verdadera realidad.

 

3) Trascendencia e inmanencia. Pero aquella simple idea de ir más allá de la física (lo sensible o perceptible) buscando una explicación, buscando detrás de la realidad, se ha convertido en trascenderla, en encontrar otra realidad superior y ulterior. Aquí se origina la dualidad trascendencia/inmanencia que nos sumerge en la posibilidad de una realidad ulterior y alternativa. ¡Atentos!: las ideas son “reales”. Quizás con una diferenciación real/virtual hubiera sido suficiente pero, en aquel momento el concepto virtual, no existía… quizás con razón. El cristianismo (siguiendo el modelo monoteísta de su predecesor, el judaísmo) convertiré esa trascendencia en el Paraíso o el reino de los cielos. La otra realidad alternativa cobra vida eterna. No es que el politeísmo no hubiera creado un Panteón uraniano, un Parnaso en el que habitaban los dioses, pero no alcanzó a prometérselo a los humanos (eran los dioses los que bajaban a la tierra). Cuando Aristóteles entra en Teología respeta el politeísmo, pero concede primacía al primer motor inmóvil: Zeus. No es fácil escaparse al ambiente intelectual de tu tiempo: la mitología. Otra cosa es que en un ambiente generalizado de represión (Sócrates murió por un delito de impiedad, Platón fue encarcelado y deportado y el mismo  Aristóteles sufrió persecución por meteco: extranjero) fuera mejor callarse las opiniones más arriesgadas.

 

4) El método científico.  Para Aristóteles el mundo es inmanente (todo lo que hay, está ahí). No cree en la realidad de las Ideas platónicas, y la trascendencia es simplemente, explicación de lo oculto a la percepción sensible, pero desvelable por la inteligencia. Dios no habita un mundo distinto del nuestro. La lógica y el lenguaje no son ciencias sino métodos, herramientas. Ni una ni otra son la “realidad” sino medios para alcanzarla. El conocimiento del mundo empieza por su clasificación. Evidentemente, cómo clasificamos el mundo será determinante. Antes de pensar hay que ordenar (que es una forma previa de pensar). Ranciére le llamará la partición de lo sensible. Los políticos y los estadísticos no manipulan los resultados (lo que pondría en peligro su culo) sino que manipulan los datos: la partición de lo sensible. Aristóteles clasifica las ciencias por su objeto y el tipo de conocimiento que persiguen en 1) teóricas (Reflexión: conoce verdades); 2) Prácticas (Acción: ética individual y política común) y 3) poiéticas (producción: técnicas y arte). El impulso de saber (conocer) es universal. Y conocer es establecer las causas, las razones, el motor y ese requiere un método. El conocimiento debe ser sistemático y metódico y este método debe apoyarse en la observación empírica y en la deducción lógica. Aquí está el germen del método científico: clasificar, observación empírica (lo real) y deducción lógica (conocimiento obtenido por el uso del lenguaje y del pensamiento).

 

Ya estamos preparados para abordar B) la lógica y la metafísica, pero será otro día.

 

El desgarrado. Diciembre 2020.

 

 




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