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» 29-12-2020 |
Entendemos el dolor como un castigo cuando simplemente es una alerta para que tomemos medidas. No es lo único que confundimos. Spinoza decía que Adan no entendió el mensaje de Dios cuando le dijo que no se acercara al árbol de la vida del bien y del mal. Entendió que era una prohibición cuando era una advertencia de que el árbol era venenoso (no conveniente) para su integridad física, y dice también que la moral surge de esa confusión: entender las advertencias de peligro como deberes u obligaciones. Adan se saltó la prohibición -haciendo uso de su libertad- y efectivamente la lió (¡Y cómo!), pero no porque hubiera desobedecido sino porque efectivamente la fruta era venenosa (inconveniente). No era una cuestión ética, sino una cuestión de cognición). Las madres también prohiben lo que es dañino. Los hijos lo entienden como prohibición (moral), cuando es cuidado y prevención. ¿Entienden los hombres el cuidado y la prevención como prohibición moral? Es evidente que lo que los hombres, por lo menos lo entienden como inconveniente. Cogerse de la mano, abrigarse (la famosa rebequita), cuidarse el físico, ordenar las cosas y el vestido, velar. El “aguerrido” hombre considera todo eso como imposiciones (obligaciones morales) cuando son cuidado, solicitud, y prevención. ¡Así le va al planeta!
Desde este punto de vista el hombre entiende como imposición de acción (moral)… el cuidado. Es cierto que la acción para el hombre es particularmente importante y por tanto, sus limitaciones, auténticos impedimentos a su “libertad “ de acción, de realización de su forma de ser agresiva, activa, testosterónica. La pregunta es ¿entiende siempre toda manifestación de cuidado como una imposición de acción, como una traba a su impulso, como una imposición? Si así fuera estaríamos ante la oposición entre metafísica masculina y metaética femenina, aunque a fuer de sinceros deberíamos precisar que todavía no son meta, sino simplemente física y ética. Muchas enfermedades no son problemas sino soluciones. No todos podemos vivir con una mente que está específicamente dividida y la esquizofrenia resuelve el problema cortando esa conexión tóxica. Los “normales” es decir los que son/somos capaces de vivir en la división de nuestra mente consideramos enfermo al que ha solucionado una situación anómala cortando por lo sano. Es evidente que la “normalidad” es lo habitual, la habitualidad de lo anómalo. Pero la habitualidad es un concepto estadístico y no lógico u ontológico.
La normalidad es la habitualidad lo que no apela a la razón sino a la estadística. La moral se convierte en un deber, una obligación, cuando simplemente puede ser una advertencia, una prevención. El saber popular dictamina que son los locos, los borrachos y los niños los que dicen las verdades. Los borrachos y los niños tienen solución en cuanto a su rehabilitación, pero los locos no. A los locos se les separa como si fueran infecciosos como denunció Foucault. Sabiendo que nunca podrán ser curados, y lo mismo podríamos decir de los delincuentes. La sociedad no cura sino que separa, oculta, desahucia. ¿Que es una tendencia sino la instauración de lo que hace o sigue una mayoría? Hoy vivimos de los like y los trending topics, de las apuestas de los gurús de la red (influencers. Ciertamente no se esconden). Nuestra sociedad es estadística. No solo las elecciones, el consumo, la opinión se mediatizan con las encuestas sino que en las redes sociales, los like se convierten en encuestas apócrifas, pero tan creídas como las “científicas”
Durante siglos la verdad residió en la autoridad (se llamó topología) o en el lugar (de lo que todavía sacan partido las ermitas). Los políticos fueron los principales beneficiarios puesto que eran la autoridad, y de constituir su poltrona como centro del mundo. Pero no siempre un gran poder conlleva una gran responsabilidad. Los políticos son refractarios a la responsabilidad (para lo que legislan con ardor). También residió en Dios (o dioses) en lo que se llamó revelación (“¡La verdad está ahí fuera” remedaba ·Expediente X”) . La metafísica -además de buscar la verdad más allá de la realidad- estableció un sistema de verdades circulares que se apoyaban unas en otras: el número, la verdad lógica, el concepto y la igualdad (justicia, ética, política). De ese sistema sacó tajada la ciencia que las reunió a casi todas (expulsó a las humanidades por poco cuantitativas). Pero nunca la verdad había ido por géneros (o quizás los hombres no lo habían contemplado en sus reflexiones: a las mujeres… no a la situación).
De lo que estamos hablando es de la confusión entre los dos principales géneros: lo que la mujer entiende como cuidado y prevención el hombre lo entiende como imposición moral. Estamos hablando de dos verdades que son contradictorias. Estamos hablando de dos cerebros que entienden el mundo de forma diferente. No hay muchos estudios sobre las diferencias entre los cerebros masculino y femenino. Louann Brizendine escribió dos libros: “El cerebro masculino” y “El cerebro femenino” en los que establecía la diferencia de eso que siempre se ha negado. Hablé de ello en otros blogs (“Señoras y señores 12”) pero creo que es el momento de retomarlo.
El desgarrado. Diciembre 2020.