» 10-03-2023 |
Escucho a Juan del Val en la Sexta: “el machismo no solo es cuestión de hombres; existen muchas mujeres machistas”. Hablo con un amigo del mundo del arte. “solo existen proyectos artísticos para mujeres. La paridad esta acabando con la excelencia. No es justo que ahora el péndulo se decante por favorecer a las mujeres”. Oigo en RNE: “conozco una mujer que ha aprendido a vestir y andar como un hombre para llegar tranquila por la noche a casa”. Muchos jueces: “las mujeres violadas o agredidas lo son porque provocan a los hombres”. Son los lugares comunes que hacen que el 8M podría ser perfectamente el día del machito mezquino. Parecen indicios suficientes como para que las mujeres se unieran en un frente común y consiguieran de una vez la igualdad. Y sin embargo la causa del feminismo se presenta más dividida que nunca. Diversas leyes y actuaciones de los movimientos feministas institucionales dividen a las sensibilidades feministas hasta oponerlas. Se impone unificar criterios y -sin ánimo de dogmatizar- se me ocurren diversas líneas que debieran ser líneas rojas intraspasables.
Igualdad. La igualdad debe ser conmutativa. Tal como se presenta hoy en día (por los hombres) la igualdad consiste en que las mujeres se igualen al modelo masculino que es el ideal. ¿Por qué no se hace al revés y tratan los hombres de igualarse a las mujeres, es decir, alcanzar el modelo femenino. Lo justo sería que hombres y mujeres tomaran un modelo mixto hacia el que dirigir sus esfuerzos igualatorios, es decir que la igualdad sea conmutativa: yo trato de ser como tú y tu tratas de ser como yo. Y estoy hablando de derechos (y no de roles) reales (y no legales). ¿Por qué ningún hombre entiende la igualdad como que debe cuidarse de los niños y de la casa igual que la mujer; debe ser dialogante (y no violento) como la mujer; ser sintético (y no analítico) como la mujer; cuidador (y no destructor) como la mujer? Topológico y no abstracto como la mujer, etc. La generosidad del hombre se acaba en el hecho de proponerse como modelo para el comportamiento de la mujer pero no para iniciar el camino de su imitación. Permitir a las mujeres ser soldado, policía, minero, lanzar peso o martillo, levantar pesas o boxear, emborracharse, blasfemar, drogarse o prostituirse, no es igualdad conmutativa. Hace falta el correlato de la otra igualdad: la que propone el modelo femenino.
Libre elección. Por supuesto que todas las mujeres tienen derecho a escoger la profesión, el modo de vida o el deporte que quieran, pero eso no es libertad de género sino libertad individual. Ofrecer a la mujer la igualdad como imitación del hombre es una trampa. La libertad consiste en dejar a las mujeres en plena libertad para que escojan el modelo y forma de vida que quieran (Despentes). Si el hombre no quiere llorar, ser hombre, hacer gimnasia rítmica o natación sincronizada, esta en su derecho individual, pero debería respetar a otro hombres que no sigan ese modelo. Y por supuesto la mujer puede vestir como quiera, y provocar lo que le de la gana. No es la provocación lo que origina la agresión sino la debilidad de carácter de unos hombres que no merecen ese nombre.
El poder. El modelo que propone el hombre es el de la fuerza (bruta o intelectual… pero fuerza al fin); el de la dominación (de la naturaleza: cosas y seres vivos, de las mujeres, de los colonizados, de los altersexuales, de los disminuidos. Frente a esa avasalladora estrategia la mujer -descartado el enfrentamiento violento- opta por el micropoder (Foucault). La mujer coloniza las áreas de poder que el hombre desdeña: manda en el hogar, en la educación de los hijos, en la vestimenta de todos, en la limpieza, en la compra y en la comida, etc. La mujer obtiene su minicuota de poder en los pliegues, en los resquicios de la actuación social. Y el coste de ese acceso al micropoder es cargar con todo lo que el hombre no quiere. Para más INRI. el hombre se ha inventado la mujer fatal, la vagina dentada, el amor fatí, la brujería, en cuyas redes zozobran los hombres a manos de perversas y poderosas mujeres aunque, eso sí, de infame catadura moral. Para colmo de males los hombres señalan a las madres como perpetuadoras del machismo al educar a las niñas como hembras y a los niños como machos. Las mujeres fuertes compiten con los hombres de tú a tú, es decir en el campo de los hombres y desprecian a las mujeres “débiles” (es decir: mujeres) por su falta de idoneidad para vivir en un mundo de hombres y en competencia con ellos.
La sororidad. Los hombres actuan como un bloque defendiendo sus intereses (en contra de los de las mujeres. Es la hermandad. Sin embargo las mujeres son más individualistas y raramente se unen en lo que se ha dado en llamar la sororidad. Esta sororidad es esencial para que el movimiento feminista sea efectivo. Aun cuando existan divergencias de opinión en cuanto a como debe ser la acción reivindicativa, cerrar filas es esencial para conseguir resultados palpables. Las diferencias deberían dirimirse en privado, entre mujeres y, frente a los hombres, la postura debe ser unitaria, lo que no quiere decir mostrar posiciones que no se comparten sino simplemente no desvirtuarlas ni atacarlas. Como decía Marx respecto a la lucha de clases, la lucha es necesaria solo porque la burguesía no cederá ni un ápice en la defensa de sus privilegios. Las reivindicaciones de género son una lucha porque los hombres no cederán sus privilegios solo porque se los pidan. Es obvio que lo harán con uás y dientes. La sororidad es imprescindible.
El contexto. Porque el contexto social es la metafísica y la metafísica es tan profundamente machista que ni siquiera contempla la existencia de la mujer, za la que considera como un hombre disminuido, castrado, sin pene. Así nos lo explica el sicoanálisis: el falo es la idea universal de que todo el mundo tiene pene. Si en la mujer no aparece es porque lo ha perdido (y de ahí la forma de cicatriz de su vulva. La metafísica ensalza la razón sobre el instinto, la intuición, la topología, el cuidado. Ensalza al hombre y condena a la mujer a un puesto inferior, menor, desigual. El contexto es muy difícil de combatir porque no lo vemos; es el medio en el que nos movemos y sin cambiar el contexto nunca podremos hacer real el feminismo. Dos peces navegan. Podemos llamar a uno hombre y al otro mujer. Dice el hombre: “está buena el agua hoy”. Contesta la mujer: “qué agua”. Nunca existirá el feminismo mientras la mujer quiera competir con el hombre según sus reglas, siguiendo su modelo y en su propio campo.
Hoy celebramos los logros de la mujer en la causa de su emancipación. Queda todo por hacer. Esto no es más que el principio.
El desgarrado. Marzo 2023.