» 31-08-2023

Señoras y señores 71. Política, deporte y sociedad. Rubiales no dimite.

“¡No dimito. No dimito. No dimito. No dimito. No dimito¡” Seguramente os recuerda a Cifuentes: “¡No voy a dimitir…” Los dos estaban muertos cuando lo dijeron. Solo la arrogancia les ha impulsado a negar la evidencia. Rubiales es un machista irredento, seguramente orgulloso de serlo (el machismo es así) pero sabe que no se le debe notar. Entre la coalición de gobierno y las feministas le han chafado la guitarra. Porque sabe que no se le debe notar, pero no puede contenerse y en cuanto baja la guardia aflora el macho que en él habita. El feminismo en España es algo que se finge pero que no se siente. Hasta los de VOX disimulan. El PP se postula, pero vota en contra de las leyes que apoyan a las mujeres. La Iglesia (la occidental, la fetén) discrimina a las mujeres a más y mejor. Ahora los ultras del PP y VOX ya tragan con la violencia doméstica (que me parece un insulto para los sufridos abueloas) y reinstauran la censura (en Taradella han bajado el telón a una obra de teatro que denuncia el machismo). “Es para proteger a los niños” que como todo el mundo sabe se cuelan en los teatros día sí y día no. Provoca vergüenza ajena oírle  (a Rubiales) reescribir las imágenes que todos hemos visto en el televisor, y no solo se evade hipócritamente sino que acusa a Jenny de acosadora.

 

La federación española de futbol no ha sido nunca ejemplar. El futbol ha sido siempre una sucursal de la política para aquellos que no son políticos: los empresarios se hacen directivos y los jugadores se cobijan bajo la gran sombra del chollo que es la federación. Porta, Villar, Rubiales pertenecen a una saga de, mangantes que han robado lo que han podido, ante la pasividad taimada de los políticos. Pero de lo que toca hablar ahora no es de corrupción (sueldos, dietas, desvíos de fondos de la federación, comisiones, etc.). De lo que toca hablar es de machismo, pero no tenemos suerte: la mayoría de los llamados a hablar de ello se han puesto de perfil. Ver los apoyos incondicionales de los chupones de la federación aplaudiendo a rabiar a la frase del encabezamiento, a los entrenadores felicitando la gestión de Rubiales o a todos los que deberían posicionarse simplemente poniéndose de perfil, es lamentable. Todos sabemos que el deporte es sagrado. La misión de los políticos respecto a ello es sonreír, salir en la foto, declarase hincha de uno u otro equipo y… ponerse de perfil… que se pueden perder votos. Y eso ha hecho que Europa y Francia se hayan pronunciado sobre el tema, antes que las autoridades españolas. Todos miran con un ojo a los federativos y con el otro a los medios, tratando de no pronunciarse. ¡Al fin y al cabo que importa que se trate del buen nombre de una jugadora campeona del mundo, cuando están en juego las poltronas de unos y los votos de otros!

 

El desencuentro entre el equipo nacional de futbol femenino y la federación no empieza aquí. Cuando las jugadores reclamaron un sueldo justo tuvieron que plantarse y -en algunos casos- dejar la selección para conseguirlo parcialmente  (las que se quedaron), y de todos es sabido que hubo represalias contra las jugadoras díscolas. El tema del acoso y los abusos que en USA se aglutinó bajo el lema “mi too” en el mundo del espectáculo, se ha suscitado aquí en el mundo deportivo. Cuando sabemos que por fin las jugadoras de tenis tendrán las mismas retribuciones que los hombres, en un pequeño pueblo de Iberia surge un energúmeno que evidentemente se ha tomado la poción mágica (que el llama entusiasmo) y que le “obliga” a tocarse los cataplines ante las cámaras y dar besos y abrazos a las jugadoras, pero eso sí, para después negarlo todo y arremeter contra la jugadora, cuando ha visto que vienen mal dadas. Los machirulos ya no son lo que eran (defendella y no enmendalla). Ahora se esconden  tras un ejército de comprados con el dinero de todos, (hasta medio millón vale un apoyo incondicional) a los que solo les interesa su poltrona y su cuenta corriente. No solo son machistas, también son caciques, rastreros, corruptos, etc. Como siempre pasa en España ahora todo el mundo empieza a hacer leña del árbol caído y no cesan de surgir noticias sobre sus mangoneos económicos, administrativos e incluso amorosos.  Lo de utilizar a sus hijas en la asamblea, para nombrarlas públicamente feministas, explica en buena medida, la categoría del sujeto.

 

El feminismo tiene problemas no solo ideológicos (hay muchas maneras de entenderlo) sino también operativos: algunas mujeres (las más fuertes) se pasan al enemigo y juegan en la misma liga que los hombres, aceptando sus reglas y, muchas veces, haciendo mofa de las “débiles” mujeres que no luchan como los hombres están convencidos que se debe luchar. No las culpo. Es duro luchar para no conseguir nada. Y no me refiero a la lucha feminista sino a la guerra (de sexos, laboral, de destrucción masiva…) en que los hombres hemos convertido la sociedad. Todos son enemigos de todos, en todos los campos. La violencia, la muerte, la destrucción del planeta, el aprovechamiento del éxito, la estrategia de tierra quemada, forman parte del sistema de destrucción para luego reconstruir en que hemos convertido, los hombres, la sociedad. Ya no se repara nada, cada vez más los útiles que usamos son desechables, nuestra ropa es de usar y tirar (aunque cada prenda lleva una mochila de miles de litros de agua consumidos en su fabricación. La obsolescencia programada combate la posibilidad de que las cosas resistan más de lo que conviene a una economía de consumo/destrucción. 

 

Con el señuelo de la igualdad se ha engañado a muchas mujeres. ¿Iguales a qué o a quién? No se puede ser igual, en absoluto. La igualdad requiere algo con lo que compararse y ese algo, ese modelo es el hombre. El sicoanálisis ya lo había resuelto cuando estableció el falo como premisa universal del pene (es decir que todo el mundo: hombres y mujeres tienen uno y si no lo hay es que lo han perdido). El género único la perfección de igualdad, a lo que parecemos acercarnos a marchas forzadas. La única igualdad a la que puede aspirar una mujer es ser hombre (en mayor o menor grado). Se da a la mujer la igualdad para bajar a la mina, ser soldado, policía, inmigrante, cobaya; para beber, para drogarse, producirse de forma grosera; para aspirar al infarto o al estrés, para lanzar peso, martillo o jabalina. Pero todo esto no es lo peor. Lo peor es ser mujer, la otra mitad del hombre, que reproduce la especie, cuida de la prole, de los mayores, de la casa, de la ropa, y encima trabaja fuera de casa (por menos sueldo). Lo de la media naranja no es una bicoca, es una condena, con o sin igualdad.

 

¿Quiere eso decir que la mujer no debe hacer esos trabajos, imitar esos modelos, aspirar a esos cometidos? Radicalmente no. Pero hay que ser conscientes de que es una decisión individual y no de sexo o género. La lucha no es para que los individuos (en tanto que individuos) estén más realizados, sino para que el colectivo salga de la penuria en la que vive y de la que los hombres no os vamos a sacar por la cuenta que nos trae. La lucha feminista es una lucha de toda la sociedad (hombres y mujeres) y si no es así, no será. Ya empieza a ser hora que nadie se ponga de perfil, que todos los hombres se comprometan con una lucha tan o más importante que la ecológica, la antibélica, la de la libertad. Ya empieza a ser hora que conozcamos a los machistas que se oponen al desarrollo de las mujeres. Despentes en “Feminismo King Kong” se pronunciaba en este sentido: no nos deis igualdad, dadnos libertad para decidir nuestro destino. Evidentemente no puede ser una libertad vigilada, tutelada, descafeinada. Estoy hablando de LIBERTAD. Y perdonadme por meterme donde no me llaman, pero la injusticia, la desigualdad (bien entendida), la explotación, el desdén, bien merecen un esfuerzo.

 

El desgarrado. Agosto 2023.

 




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