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» 04-09-2023 |
Existen muchos tipos de feminismo de los que se pueden destacar dos: los que defienden los derechos de las mujeres (feminismo de la igualdad) y los que defienden el hecho diferencial, autónomo y específico de las mujeres como colectivo, se llame como se llame dicho colectivo (feminismo de la libertad: Despentes) Otras veces ya me he pronunciado sobre mi interés por el segundo. Co ello no pretendo que la igualdad no sea un camino (quizás el camino) para alcanzar el segundo, pero creo sinceramente que es la libertad a lo que debe aspirar el colectivo de las mujeres (y si me apuran, el de los hombres, pues es un problema que afecta a toda la sociedad). En esta entrega quiero hablar de ambos, derechos humanos y libertad, pero también del contrafeminismo, es decir las argucias que hemos desarrollado históricamente los hombres para no “conceder” a las mujeres ni derechos ni libertades. El SXXI será feminista o no será.
Partamos de unos principios básicos: 1) La metafísica es un sistema hegemónico de pensamiento, vigente durante 25 siglos en occidente, absolutamente centrado en el hombre con exclusión, a todos los efectos de la mujer. 2) El capitalismo (doctrina social, política y económica de la metafísica) ha sabido históricamente reaccionar a todas las situaciones complicadas otorgando derechos a los opositores (no sin haber ensayado primero la represión más feroz). 3) La guerra no es un accidente de la paz. La guerra es el accidente absoluto, es decir, la situación normal de la sociedad, en la que el accidente es la paz (Hobbes, Virilio). 4) Debemos deslindar cuidadosamente la igualdad de derechos de la igualdad esencial. Hombres y mujeres son constitutivamente distintos, aunque no radicalmente distintos, y deben ser tratados como distintos según el principio constitucional. 5) La libertad no es un concepto (Kant) y no cabe en la metafísica clásica, a diferencia de la igualdad que ocupa en ella un lugar privilegiado en cuanto fin y en cuanto medio.
1) Respecto al primer punto he escrito suficiente en este blog como para remitirme a ese cuerpo. En especial en la serie “La muerte de la metafísica”. Valga decir como resumen que la metafísica establece que tras la apariencia de las cosas del mundo existe una esencia (ontológica) -obtenida por abstracción- accesible por los conceptos, la cantidad, la verdad y la igualdad, en un contexto en el que el mundo se divide en el hombre (ni palabra de la mujer) y un mundo separado de él y que puede conocer plenamente. La evolución de los conocimientos ha ido añadiendo nuevas abstracciones como el precio, la mercancía (en economía política): el fetichismo de la mercancía, el sexo único en sicoanálisis o el accidente en sociología.
2) Respecto al capitalismo, del que también he hablado largo y tendido, me interesa especialmente su recurso a la concesión de derechos cuando se ha encontrado en una encrucijada peligrosa. a) Cuando el capitalismo consiguió la producción masiva de mercancías pasando por la explotación feroz del proletariado descubrió que las mercancías necesitaban compradores y accedió a ciertos derechos laborales para que el poder adquisitivo de los trabajadores les permitiera convertirse en consumidores. b) Cuando el movimiento obrero se constituyó en fuerza política el capitalismo no vio otra manera de perpetuarse que concediendo a los gestores (políticos, financieros y dirigentes societarios) el derecho a ser capitalistas en lo que se llamó el contubernio capital/política (aunque bien se le podría haber llamado la corrupción generalizada). c) El derecho al sufragio de las mujeres se produjo para seguir teniendo la supremacía en los parlamentos dado el conservadurismo político del voto femenino. d) Cuando el capitalismo descubrió la deuda como mecanismo creador de riqueza (cobra hoy lo que ganarás mañana) se generalizó el derecho al crédito de los trabajadores (y de otros colectivos marginados como las mujeres, los altersexuales, los colonizados, los disminuidos, etc.) hasta llegar as la desregulación total (acceso al crédito de colectivos insolventes mediante la opacidad de los instrumentos financieros que contenían créditos tóxicos), que desembocó en la crisis de 2008. e) Cuando los gobiernos trataron de regular el negocio bancario (capitalista hasta la médula) se inició (se concedió el derecho a los accionistas de) una política de concentración que hizo a los bancos “demasiado grandes para caer” produciéndose la doctrina de “socialización de pérdidas, privatización de beneficios”. f) En la actualidad el capitalismo maniobra para quedarse con la totalidad de la plusvalía de la robotización mediante la papeleta de ¡conceder derechos a las máquinas!. g) Pero también para establecer las bases de una metafísica cibernética (en momentos de “deconstrucción”) en la que la IA, las bases de datos, la computación adquieren derechos impensados en otra época con tal de apropiarse de la nueva metafísica.
3) La cuestión de la guerra es especialmente interesante. Y no solo por la manida guerra de los sexos sino porque la tradicional concepción de que la guerra es un accidente de la paz ha sido seriamente puesto en cuestión. El capitalismo (nuestro sistema político-económico-social hegemónico) contempla la guerra como un mecanismo económico no solo de adquisición de riqueza (expoliación) sino como reconstrucción de lo destruido, hasta el punto de que se pone en duda que sea un proceso de producción-consumo para acercarse más a uno de producción-destrucción. Antropológicamente la guerra es un privilegio masculino. Mientras el hombre es analítico-destructor, la mujer es sintética-conservadora. Hablo de tendencias, pues las verdades absolutas no tienen, hoy en día, predicamento alguno. El niño despanzurra el juguete para ver lo que lo hace funcionar (análisis); la niña construye alrededor de la muñeca un mundo complejo de relaciones (síntesis). Si la destrucción trae aparejada la reconstrucción económica, es evidente que la destrucción es negocio económico. Por eso el consumo ha evolucionado hacia la obsolescencia programada, el usar y tirar, los bazares chinos (paraíso de las mercancías inservibles), y, en una palabra, la destrucción (de excedentes para regular el mercado, por ejemplo). La violencia también es patrimonio predominante del hombre (por mucho que ladren los fascistas). Las mujeres hablan cuando los hombres luchan.
Y como el tema de los derechos humanos y la libertad es arduo, lo dejamos por hoy.
El desgarrado. Septiembre 2003.