» 27-08-2021

Señoras y señores 80-10. Metaética 10, Aristóteles 2.

Una vez establecido el esquema de la ética aristótelica voy a tratar de establecer lo que podría ser la metaética, que no es uno de sus afanes, pero que se puede inducir de sus reflexiones. Recordemos que metaética es un parangón del nombre de la metafísica (más allá de la física) por lo que metaética sería lo que hay más allá de la ética. Recordemos también que la ética no está en el campo de la reflexión, del conocimiento, sino en el de la acción. La primera pregunta que podemos hacernos es si una ontología, la reflexión del ser en tanto que ser, es posible desde el devenir, desde el proceso. Es posible como acción o meta-acción. Lo que es evidente es que no podrá ser como la metafísica, que desde el conocimiento (la filosofía teórica) ha alcanzado metas, impensables hoy, para la ética o la política, pero que por otra parte, nunca ha estado tan cuestionada.

 

La acción y la reflexión no han estado siempre separadas. Eso fue obra del clasicismo griego. Fue una simplificación, como tantas otras, para entender mejor el mundo. Aristóteles hizo una partición de lo sensible (clasificación del mundo) en el que “todo” cabe (puede ser entendido) en tres campos: la filosofía teórica (conocimiento, reflexión), la filosofía práctica (ética y política) y la poiesis o producción (técnica y arte). Estos tres campos no teselan (embaldosan… cubriéndolo todo) el mundo en tres partes independientes y completas. No es fácil entender como la producción no es filosofía práctica, ni como puede estar exenta de toda planificación (reflexión). Parece más una manera de dejar el arte aparte de las dos particiones anteriores. Para entenderlo debemos remontarnos al mundo mítico (que el clasicismo griego trata de superar). Podríamos decir que el arte es pensar con la acción. Un sistema de prueba y error mejorado que no necesita una imagen mental para obtener un resultado sino que con la prueba y error y la memorización de los resultados ganadores (perdedores), se alcanza un conocimiento del mundo. El artista no parte de una imagen mental para producir su obra (sería más cierto hablar de una ocurrencia, eso que a los políticos les parece deleznable), sino que la encuentra operando directamente sobre lo real, el mundo. El arte es la vía intermedia entre el conocimiento y la acción.

 

A lo que más se parece el arte es: a cómo los chicos resuelven el cubo de Rubyk. Por una parte la intuición, por otra la memorización de los éxitos y fracasos y de los caminos que ellos conducen (la experiencia en estado puro), pero el método es de prueba y error, reside en la acción y no en la reflexión.  La acción también es fuente de conocimiento. Pero el pensamiento realizado en la mente antes de ser aplicado a lo real ofreció una ventaja insuperable: la previsión. El pensamiento (la prueba y error realizado en lo mental, en vez de en lo real) supuso la posibilidad de analizar múltiples hipótesis con un gasto energético mucho menor. Y ese abanico permitió pre-ver el futuro (manejar distintas hipótesis y decidir por una de ellas), permitió la eficacia de la acción obviando el mecanismo de prueba y error (que se había realizado previamente en lo mental). A esa intimidad del error se le llamó racionalismo. El pensamiento realizado en la acción, en lo real es incapaz de pre-ver. Hay que apurar el cáliz hasta las heces para saber. Hay que mojarse el culo. Nadie escarmienta en cabeza ajena. La tópica, esa forma de conocimiento tan usual en el mundo mítico y que todavía usamos como: refranes, adagios, brocardos, suras, versículos, nos propone las fórmulas estereotipadas que la razón arrinconó.

 

Lo que aquí os voy a exponer (¡espero!) es como la acción, la ética, puede trascenderse a sí misma y convertirse en forma de conocimiento, en meta-ética, y pretendo hacerlo desde el trampolín del pensamiento de Aristóteles. Cuando Aristóteles enuncia que “somos lo que hacemos” (una fórmula prácticamente socialista), está, identificando la ética con la ontología. Está proponiendo que la acción es una forma de conocimiento, en cuanto evidencia al ser. Porque la ontología es una ciencia universal que estudia “lo que es en tanto que algo que es”. La primera parte nos habla del ente (lo que es) y la segunda de su sentido absoluto, el ser abstraído de todas sus circunstancias, lo inmaterial del ser, su universalidad. La metafísica se origina aquí: abstrayendo lo material en lo inmaterial. Convirtiendo las cosas materiales del mundo en pensamientos inmateriales, adecuados para ser manipulados en lo mental. En resumen: la ontología es una teoría del conocimiento. La teoría de la abstracción-universalización-ley. Por lo tanto cualquier símil-ontología es también forma de conocimiento.

 

¿Cómo se puede desarrollar esa afirmación de Aristóteles? (el ser es la acción) es evidente que nunca se ha desarrollado en la metafísica occidental y la razón es por que pertenece  al pensamiento femenino y así como el instinto es desdeñable porque es animal, la metaética es desdeñable porque es femenina. El pensamiento masculino (la metafísica) es profundamente excluyente. De hecho la metafísica se basa en pares de oposiciones mutuamente excluyentes (el principio del tercio excluso). Pero otro mundo es posible y Aristóteles da pistas de cómo se podría crear la nueva disciplina. En el bien entendido que la metaética no es la refutación de la metafísica sino una alternativa. La metaética no es un remedo de la metafísica sino otra manera de hacer las cosas. Una vez que partimos de que la acción es ontológica -y por tanto capaz de fundar una teoría alternativa del ser- lo primero que llama la atención es que frente a la fijeza del ser metafísico la acción metafísica es puro movimiento. Todos los problemas que la metafísica tiene para poner en movimiento (cambio) al ser (y que Aristóteles resuelve con la distinción acto-potencia) desaparecen. Ya no se trata de explicar el cambio. En todo caso habrá que explicar la fijeza, el ser metafísico.


Tenemos una teoría que se confunde con una práctica. La acción no solo es naturalmente cambio, sino que además no puede ser sino praxis (no otra cosa es la ética). Insisto no estamos en una refutación, sino en otro mundo. La siguiente sorpresa de esta nueva posibilidad de acción-pensamiento nos llega de la mano de la virtud: La virtud no responde a la lógica del a más… más (el amplificador cibernético) sino a la lógica de la autoregulación (el servomecanismo cibernético), que se produce de: a más menos y de menos a más, en busca del equilibrio. No hay aquí desarrollismo, progreso, avance a ultranza según el modelo militar, causalidad lineal que pueda alcanzar el desarrollo caótico, sino autoregulación, es la enseñanza que nos ofrece la biología (la vida siempre es autorregulación) y que la metafísica jamás aceptó. La virtud se debate entre dos extremos: el exceso y el defecto. No es lineal sino que establece un equilibrio entre dos extremos (el poco y el mucho) considerados ambos como negativos. La lógica del péndulo, de la posición de la energía cero, del equilibrio termodinámico. No en vano la termodinámica nunca se avino con la metafísica y su alumna aventajada: la ciencia. Y no solo fue porque era una ciencia estadística (que, también) sino que jugaba en otra liga. La estadística experimental (la probabilidad teórica) no deja de ser la evidencia de la verdad fraccionaria (de la mano de la ergonómica) en contra de uno de los dogmas más acendrados en la metafísica.

 

No estoy hablando de una nueva metafísica (la metaética), sino que también estoy hablando de una nueva física en la que caben la teoría del caos (como respuesta exponencial a las condiciones iniciales), de la probabilidad (que tantos dolores de cabeza dio a Einstein) y de una teoría cuántíca que no acepta los principios (axiomas) intuitivos (y solo por eso disidentes del sistema aristotélico) de identidad, no contradicción y tercio excluso. Demasiados cabos sueltos como para no pensar en alternativas. La metaética no pretende acabar con la metafísica sino que pretende absorberla en todo lo que tiene de valioso, que es mucho. Pero una teoría más general es necesaria y es el momento de plantearla. La metaética, que se puede deducir de la ética aristotélica, no solo es una ontología de la acción, una lógica de servomecanismo, una nueva física más general que absorba las paradojas. ¿Estamos preparados?

 

El desgarrado. Agosto 2021.

 




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