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» 24-08-2021 |
En esta investigación que llevo a cabo sobre la metaética, recalo ahora en Aristóteles. Me baso en el libro “Aristóteles”, P. Ruiz Trujillo, 2015 Batiscafo SL. -aunque ninguna de estas tesis es suya- y “Metafísica” de Aristóteles, RBA Libros SA, 2014. Y esa tesis es que al igual que la metafísica ha regido el pensamiento de Occidente, la metaética podría tomar el relevo. Entiendo por metafísica la teoría del pensamiento occidental y la metaética la práctica de ese pensamiento… más allá de la ética. En el bien entendido que ni lo teórico es exclusivamente teórico, sino que induce una práctica, ni la práctica está exenta de teoría. Como sabéis enuncio que la metaética responde al pensamiento femenino y debe tomar el relevo de la metafísica (el pensamiento masculino) si queremos seguir habitando este mundo. Y ello porque la metafísica es una teoría del desarrollismo, progresista a ultranza, analítica, que cibernéticamente llamaríamos un amplificador (a más… más) en tanto que la metaética es una práctica prudente, sintética, moderada, que cibernéticamente sería un servomecanismo (a más… menos).
Si bien la metafísica (filosofía teórica) es lo que el pensamiento occidental ha potenciado históricamente (por su coincidencia con el pensamiento masculino), no por ello Aristóteles dejó de reflexionar mucho e intenso sobre la ética y la política, es decir sobre la filosofía práctica. Para él, el estudio del hombre (una parte importante del mundo sensible-corrompible) es el estudio de sus acciones, de su práctica, tanto individual (ética) como colectiva (Política). Empecemos por repasar los fundamentos del pensamiento ético de Aristóteles. La filosofía griega compartía la idea de que el hombre es una animal social (zoon politikon) a lo que no era ajeno el concepto de polis (estado), que tenían: un organismo que da sentido a los órganos que lo forman (y no al contrario). Esa superioridad del estado sobre los individuos hace que el bienestar común es superior al bienestar individual: la ética individual es subsidiaria de la ética de la comunidad (la política). La otra idea que sustenta la filosofía práctica griega es la de alma. La creencia en un ánima (alma), principio de racionalidad y compuesta: concupiscible (necesidades y deseos); irascible (afectos y pasiones); y racional (conocimiento y voluntad), es generalizada en Grecia. Aristóteles se desmarcará al entenderla como esencia diferenciadora entre las sustancias vivientes y las inertes.
Aristóteles entiende el alma - al igual que la forma respecto al cuerpo- inseparable del cuerpo, antes y después de la muerte. Entiende que existen tres tipos de ánimas: vegetativa (nutrición, crecimiento y reproducción), sensitiva (percibir, sentir, desear y desplazarse) e intelectiva (razonar, deliberar, decidir). El privilegio de la palabra permite que el ser humano distinguir lo bueno de lo malo, lo justo de lo injusto, la familia del estado, distinciones que hacen a los hombres especiales. A partir de aquí cualquier tipo de ética: buenos hábitos, virtudes, la vida como camino a un fin, las éticas de la moderación, las profesionales, está en deuda con Aristóteles. 1) El punto de partida para construir una teoría es la teleología (todas las acciones se dirigen hacia un fin) que le permitirá alcanzar el bien. El fin es el bien que persigue toda actividad, acción o elección. Aplicará el mismo método que ha aplicado en la física y la metafísica: observar, construir la experiencia y obtener conclusiones racionales (experimentales e intuitivas) aunque advierte que la distinción del bien y del mal no podrá resolverse como en el caso de la física. 2) Aristóteles no admite el bien en sí (Platon) sino solamente si conduce al bien del hombre.
Tras estas premisas percibe que 3) no existe un solo tipo de bien, sino diferentes que se corresponden con las diferentes artes y ciencias. Toda acción tendrá una finalidad o bien concreto, el bien que se quiere alcanzar. 4) Pero esta finalidad puede que no sea la finalidad última sino que sea un medio para alcanzar otro fin, lo que conduce a una sucesión de fines y medios que no puede aceptarse como infinita: ¿Cual es el fin último?: 5) el bien supremo, la eudaimonia, la felicidad, plenitud, éxito, valor supremo, crecimiento como ser que no coincide con el concepto actual de felicidad. A las dos ideas básicas de 1) finalidad y 5) felicidad, añade la 6) autonomía respecto a algo o alguien externo a nosotros. La teoría implica que la felicidad dependa de nosotros. Pero ¿cómo se alcanza la felicidad? Tipos distintos de personas o los mismos tipos en diferentes momentos, optarán por distintas respuestas.
Ese fin que persigue la acción ética podemos relacionarlo con la función más propia, el bien asociado que da sentido a su existencia. En el caso de una cosa será su función evidente: para una abrelatas, abrir latas de forma eficiente. En ese caso será un buen abrelatas. ¿Como averiguar cuál es la función del hombre, lo que le hace alcanzar el bien, ser feliz. Ese fin último, esa función más propia, sabemos donde se encuentra: en la dimensión racional del hombre… lo que no se puede confundir con ser racional o pensar correctamente. Unos lo buscarán en el placer, otros en los honores y reconocimiento, otras más en la riqueza. Aristóteles siguiendo a Sócrates y Platon optará por vincular ese fin con el alma, la parte racional e intelectiva de la misma: los bienes principales son los propios del alma racional. Lo que no quiere decir que haya que renunciar a los anteriores (placer, reconocimiento, riqueza), sino simplemente jerarquizarlos respecto a la actividad racional del alma humana.
Y eso nos lleva a la virtud, una acepción un tanto diferente de la areté griega, ajena a la religiosidad. Areté es “la excelencia en el cumplimiento o en la realización del propósito de algo o alguien” (Ruiz 2015, 110) y se abre tanto a virtudes morales como a las intelectuales. Aplicado el concepto a los hombres la virtud es el medio para alcanzar, por un camino más o menos largo, la eudaimonia. La virtud no es una conducta específica sino un hábito (disposición permanente de nuestra voluntad). No es conocimiento, sino praxis. Requiere entrenamiento, aprendizaje, costumbre. Los malos hábitos son los vicios pero ¿en que se diferencian? De las tres actividades del alma ¿Cuál se relaciona con la virtud? No la vegetativa, ajena a la razón. La sensitiva parece dejar espacio a la razón en la represión de nuestra naturaleza animal y sus virtudes asociadas Aristóteles las llamará virtudes éticas. El alma racional tendrá sus propias virtudes: las intelectivas o dianoéticas.
Para determinar las virtudes éticas Aristóteles observa a los hombres y percibe que lo que llamamos virtudes suele ser un término medio entre el extremo por exceso y el extremo por defecto: los vicios. Son además -como vimos- habituales, por lo que concluye que las virtudes éticas son “una manera habitual de actuar frente a determinadas situaciones”. Y podríamos decir que nuestra forma habitual de actuar es nuestra forma de ser” (Ruiz, 2015, 113). Y aquí se produce el encuentro de la ética con la ontología: la metaética. La moderación: el término medio entre los dos extremos viciosos, no es un término aritmético sino cualitativo. Por otra parte la virtud no consiste en no tener impulsos sino en dominarlos mediante la razón. El miedo es un término medio entre la cobardía y el arrojo insensato, y su control se efectúa por nuestra voluntad, nuestra capacidad de decidir. Así la deliberación racional decidirá el punto medio entre la tacañería y el derroche, entre la mojigatería y el libertinaje. La más importante de las virtudes éticas es la justicia con dos acepciones: el respeto a la ley y la equidad y dos extremos: la injusticia y la inflexibilidad.
Las virtudes intelectivas son las propias del alma racional que tiene dos funciones: la razón práctica (conocer el mundo) y la razón teorética (conocer los principios últimos). Cada una de ellas luce una virtud: la prudencia o phronesis y la sophia o sabiduría. La sabiduría es la virtud más elevada sea a través de la intuición o a través del razonamiento discursivo. La felicidad perfecta consistirá en la actividad del intelecto asociada a él, la vida contemplativa, felicidad perfecta que nos pone en contacto con lo divino. Y así se cierra el círculo. La metafísica empezaba diciendo: “todos los hombres por naturaleza desean conocer” En la ética la máxima virtud, el máximo bien es el conocimiento. La vida contemplativa que nos llevará conocer las causas supremas y los primeros principios. La ética aristotélica no es un repertorio de normas. No nos dice lo que se puede y no se puede hacer. No hay ningún bien trascendente en la ética, nada que este más allá de nuestro mundo real. “Lo bueno es lo bueno para el hombre” (Ruiz, 2015, 118): la eudaimonia. Ese es el fin último. Hacer el bien y ser feliz son una y la misma cosa. Y aquí acabo con la ética de Aristóteles pero… continuará.
El desgarrado. Agosto 2021.