» 13-06-2021 |
La aparición del cadáver de la mayor de las niñas: Olivia, ha disparado la atención de la prensa carroñera (es decir: toda). Las tertulias se despachan a gusto elaborando teorías sobre el machismo, la violencia de género, la herencia recibida, la monstruosidad de la acción (todavía no aclarada). Me centro en una determinada: “Liarla Pardo” de este domingo: cuatro contertulios, cuatro opiniones contrapuestas. En eso consiste la pluralidad ¡y que dure!: que los ciudadanos no sepan a que carta quedarse. Las emisoras sesgadas tienen ventaja en ese aspecto: el mensaje es diáfano. La violencia de género linda con la locura (que no es lo mismo que la enfermedad mental) y con la maldad.
Marhuenda (sempiterno en la Sexta), ideológicamente afín a la ultraderecha, defiende dos puntos: primero la absoluta presencia del mal. Hay gente mala (no sabemos si es enfermedad, disfunción, perversión o estupidez). La maldad es un concepto moral, lo que cuadra mucho con su ideología. La segunda es la necesidad absoluta de acabar con la memoria de la sojuzgación de la mujer. A la derecha nunca le interesa la memoria porque siempre están allí dando por el culo. Solo le falta decir que él es feminista de toda la vida, lo que insinúa diciendo que tiene tres hijas (?). Ya he comentado otras veces el peculiar estilo victimista-irónico-sesgado-dogmático del sujeto. Al pobre nunca le dejan hablar (?). Utiliza la ironía para no pronunciarse y para insinuar que los demás no son trigo limpio. Barre para la derechona de forma espectacular pero trata de obviarlo, por ejemplo, empezando sus intervenciones acatando lo que se le dice, para contradecirlo terminantemente en su epílogo. Pero sobre todo es dogmático: tiene la razón porque está mucho mejor preparado que cualquiera, es político, catedrático, director de periódico y, sobretodo, sabihondo. Y si no se le venera por ello recurre al victimismo y a la ironía. Su discurso es digno de estudiar porque es el discurso de un sicópata… de pacotilla, porque no lo es, pero de sicópata.
Mark, otro de los contertulios se inhibe por la emoción (?). Carmona (PSOE), se abona a lo del mal (por lo visto el bipartidismo es profundamente moral, lo que hace incomprensible que tengan tantos corruptos). Tania, rebate lo de la memoria y añade que la sociedad también tiene mucho de que responsabilizarse del tema: el machismo imperante. En definitiva todo se queda en una cuestión moral, de memoria, de locura y de contexto. ¿Es eso lo que esperamos de unos contertulios que cobran por ilustrarnos? No para mí, por lo que voy a recurrir a Foucault que en su “Historia de la locura” investigó que es la locura pero sobre todo que ha sido la locura para la sociedad a través de la historia. Pero antes hablaré de mi tema favorito: la metafísica.
La metafísica es el sistema de pensamiento occidental durante 25 siglos (con permiso y connivencia de la religión). La metafísica es el pensamiento de los hombres, para los hombres. Las mujeres solo entraron en las leyes en el SXIX y a golpe de manifestación y de sacrificio porque los hombres no estaban por la labor. Marx luchó por los trabajadores unisex. Las mujeres viven en un contexto intelectual-moral-judicial creado por los hombres. No disponen ni tan siquiera de un sistema mínimo de pensamiento que se pueda oponer a sus sojuzgadores. Y no quiero decir que sean inferiores sino que son distintas y en esa distinción reside su personalidad, pero que, además, no tienen ningún interés en crear ese pensamiento. La metafísica impone la razón sobre la emoción y las mujeres, ¡mala suerte fueron consideradas emotivas! Frente a la razón las mujeres oponen el cuidado (Haraway, Puig). En vez de destruir para saber (la anatomía), o para progresar (la guerra): el análisis; la mujer pretende conservar, cuidar, perpetuar (síntesis). Pero eso no implica que tenga que armar un sistema de pensamiento equiparable al masculino: la metafísica. La metafísica es profundamente machista, de los hombres para los hombres, y en ese caldo de cultivo las mujeres no tienen lugar. Y si les contradicen o les molestan, las matan o las perjudican en lo que más les duele: los hijos.
Pero al ser un contexto indiscutible, las mujeres se amoldan y adoptan los rasgos machistas de los hombres. No solo hay hombres y mujeres, también hay un contexto, un ambiente que es profundamente masculino y eso pasa factura a las mujeres. Las madres educan a sus hijos de forma machista y no porque no quieran lo mismo a las hijas que a los hijos sino porque es el pensamiento imperante al que se amoldan. El hombre entiende la igualdad poniéndose como modelo: que las mujeres sean igual a los hombres: violentas, analíticas, destructoras, borrachas, vagas y zafias. Dicen que tras un gran hombre hay una gran mujer y tras una gran mujer hay una gran asistenta. No es cierto. El papel de la mujer y de la asistenta es el mismo. “Tras de un gran hombre, siempre hay una gran asistenta” que es una mujer esclavizada ¿voluntariamente? La igualdad bien entendida debería ser recíproca: la mujer igual al hombre y el hombre igual a la mujer. “Tanto monta monta tanto” decían de los Reyes Católicos. Fue la última vez que algo así ocurrió (o se inventó). Del SXVI hasta ahora las cosas no han dejado de empeorar para las mujeres. Todo por el imperio de la razón, que no es que no sea tan patrimonio de la mujer como del hombre (los datos universitarios lo avalan) sino que que no es para la mujer su primera prioridad. El hombre -entronizada la razón- coligió que la mujer era inservible para tan gran hazaña.
Pero vamos a Foucault. ¿Que es la locura? 1) sinrazón (lo que incluiría el libertinaje, la profanación…), 2) enfermedad mental y por tanto objeto de la ciencia médica, 3) problema social solo manejable con el internamiento, 4) problema de las prohibiciones del lenguaje curable por la palabra (sicoanálisis), 5) defecto moral que necesita reeducación y castigo. Cuando un padre mata a sus hijos (para no dejarlos en manos del enemigo o para causarle el máximo dolor) ¿qué es?: insensato, enfermo, asocial, víctima del lenguaje o amoral? Según los contertulios el parricida de Tenerife ¿era un amoral (poseído por el mal), un enfermo (sicópata), un asocial con problemas de integración en la sociedad) o con el inconsciente perturbado por el lenguaje? Esta última posibilidad no la apuntan, ¡con lo que les gusta la sicología! a todos estos personajes. Tampoco entran en la primera aunque es evidente que es la que mejor les cuadra. Porque es la sinrazón de la metafísica de lo que estamos hablando. A las categorías de libertinos (del sexo o del lenguaje), los profanadores (blasfemos, brujos, alquimistas, iconoclastas, en una palabra: maníacos) habría que añadir los metafísicos: aquellos que piensan que el saber y la acción pertenece a los hombres y del que las mujeres están excluidas. Hasta que no erradiquemos ese contexto hegemónico el problema de la violencia de género no desaparecerá. Después habrá enfermos y asociales pero no será una causa general. Esa es mi opinión extracontertulial.
El problema es si la mujer debe o no desarrollar un pensamiento sistemático característico. Pensamiento ya tienen, pero no es sistemático (entendiendo por sistemático lo que ha definido la metafísica masculina). El pensamiento del cuidado permea cada vez más la sociedad: la atención a la infancia, al planeta (ecología) a los indígenas (anticolonialismo), a los altersexuales, a las mascotas y por supuesto a las mujeres. Su pensamiento emocional (¡sí, he dicho pensamiento!) cada vez cobra más importancia frente al pensamiento racional masculino, pero todos esos avances necesitan consolidarse y convencer a los escéptico y sobre todo necesitan un igualdad recíproca y no solo el derecho a bajar a la mina o a boxear. Y sobre todo necesitan emanciparse. El pensamiento masculino es profundamente invasivo y contamina la falta de sistematicidad del pensamiento femenino. No veo otro camino que la lucha, aunque sea incruenta, femenina, pacífica.
El desgarrado. Junio 2021.