» 23-06-2021

Señoras y señores 83. En torno al género. Mujeres matemáticas y hombres enfermeros.

La metafísica se basa en encontrar relaciones necesarias (que no pueden producirse de otra manera) de las que el ejemplo singular es la lógica formal que determina la verdad de un aserto al margen de cualquier circunstancia, contexto, o situación ajeno a la formalidad de la enunciación. La lógica formal es una relación necesaria entre significantes en la que ni el siginificado (Saussure) ni el contexto (Peirce) tienen nada que decir. Las relaciones necesarias fue el único medio para conseguir la fijeza del universo en nuestra mente. Se opuso al caos y al azar, a la impresibilidad y a la sorpresa. Pero la verdad absoluta (100%) tiene matices. La probabilidad teórica (y la estadística, su vertiente experimental) es una verdad parcial, fraccionaria. La probabilidad del número “dos” en una tirada de dados es 1/6 es decir 16,66% de probabilidad en una tirada histórica, pero una certeza parcial de 16,66%, su verdad fraccionaria. Estaríamos hablando desde la esencia, desde el ser ahistórico y sincrónico desde el espacio. En el caso de que de que en vez de la esencia estudiemos su evolución en el tiempo, su proceso, su historia, el distinto enfoque conduce a resultados distintos  (pero no numéricos): la estadística, como la sucesión de diversas tiradas de dados en el tiempo. Pues bien existe una ciencia, la ergódica que identifica estos dos enfoques El teorema de Birkhoff. Este teorema relaciona el promedio temporal y el promedio en el espacio de una función. Según ese teorema la verdad fraccionaria existe.

 

¿Qué tiene esto que ver con el género? Pues mucho. La primera relación necesaria científica que existe en la naturaleza es el instinto. El instinto responde siempre de la misma manera a las mismas circunstancias. El hombre cultural encontró otras relaciones necesarias: la mitología y la religión. Seres (o un solo ser, en el caso de los momoteismos) extraordinarios que rigen nuestro destino y a través de la causalidad simple (existen fenómenos que siempre se presentan asociados). La inducción (relaciona necesariamente fenómenos que experimentalmente se presentan siempre asociados. Como explicó Foucault en “Las palabras y las cosas” la afinidad, la topología, la similitud nos proponen relaciones de copresencia debidas a la atracción, el lugar o el parecido. La retórica singularizó la metáfora y la metonimia como relaciones necesarias. Pero además de todas estas posibles asociaciones necesarias (en distintos grados) el arte, por ejemplo, se produce por una atracción no necesaria pero intensa. La poesía es la atracción de la métrica y la rima; la arquitectura es la atracción de la gravedad y la simetría; la música es la atracción del ritmo, la armonía y la melodía; la plástica es la atracción de la mimesis, la composición, la perspectiva, la complementariedad de los colores, el fondo-figura, etc. La teoría del caos (el desorden natural del universo) llama a estos atractores “extraños” cuando, siendo difíciles de  identificar tienen sin embargo un presencia continuada y efectiva en ciertos fenómenos de la naturaleza. En resumen, la necesariedad de las relaciones va desde la insosyabilidad hasta la simpatía pasando por la afinidad o el atractivo.

 

La metafísica ha sido en Occidente la gran sistematizadora de estas relaciones necesarias. A la lógica formal (de significantes) añadió la lógica proposicional (de significados) pero lo más importante es que estableció un sistema de  establecimiento de relaciones necesarias: la abstracción-universalización-ley. Para obtener la ley (necesaria) empieza por la abstracción (homogeneización de las diferencias con tal de obtener cosas homogéneas, por igualdad, familiaridad, especialidad, simplificación, clase, etc.). La abstracción es prima de la clasificación y empieza en ella. La universalización es la consecuencia de la abstracción bien jugada y es la meta de toda abstracción: la generalización de las clases. La leyes se aplicarán a esas clase universales, siendo tanto más necesarias cuanto más grande sea la clase. La cantidad fue una de estas abstracciones-universalizaciones cuyas leyes serán la aritmética y las matemáticas. El concepto (la definición) será otra cuyas ley será la lingüística. La igualdad fue una abstracción-generalización privilegiada. Por supuesto la lógica (la teoría de la verdad) era la primera y principal. Pero su necesidad no era perfecta y se asociaron en un reforzamiento por circularidad (la remisión de unas a otras, que las reforzaba). El teorema de incompletitud de Gödel (ningún sistema puede demostrar su propia coherencia desde dentro del mismo) acabó definitivamente con la ficción de necesariedad de la metafísica.

 

Pero las relaciones necesarias de la metafísica no se acaban ahí. La economía política se basa en tres relaciones  que cambiarán el mundo: el dinero como equivalente general del valor; la mercancía como equivalente universal de comercio-intercambio y la deuda como equivalente universal de la riqueza. El género también estableció su equivalente general mediante la teoría de la castración sicoanalitica: el falo como premisa universal del pene (todos tenemos unos y simplemente a las mujeres se lo han arrancado). Por lo tanto el género es único: el masculino. El género femenino es una discapacidad. La metafísica le negó el género a la mujer. Pero volvamos a las relaciones necesarias. El instinto (la relación necesaria biológica) marca a las mujeres como reproductoras-cuidadoras y a los hombres como luchadores-inventores. Pero el género no es un destino… una vez aparece la inteligencia y la cultura. Éstas multiplican las relaciones necesarias (aunque no tan determinantes) de modo que las posibilidades de futuro se hacen infinitas. La biología no es el destino. Pero la religión (inequívocamente creada por los hombres), tampoco ayudó a las mujeres: la obediencia, la inferioridad, la subsidiaridad son la norma en todas las religiones que no solo establecen las relaciones necesarias de la revelación (la palabra de Dios) sino también el orden natural de las cosas (la dominación). La metafísica apuntaló la maldición del sexo femenino al que solo se le reconoció su papel en la reproducción y en el cuidado de los hombres.

 

El contubernio de la biología, la religión y la metafísica no dejaba ningún espacio de desarrollo al género femenino. El SXX alumbra la crítica a la metafísica pero produce un repunte del biologismo científico. La religión se mantiene dogmática en sus principios anclados en la antigüedad. La única solución era la lucha y se condensó en el feminismo, que produjo un repunte del machismo celoso de sus derechos ancestralmente adquiridos. Pero el feminismo no se generaliza porque el pensamiento masculino es profundamente invasivo y muchas mujeres aceptan su primado. La luchas de géneros es la lucha de unos guerreros (los hombres) e inventores (de entre otras cosas: teorías) con unas pacifistas, conservadoras (las mujeres) en el buen sentido de la palabra: la vida, el planeta, las relaciones. Pero el genero no es el destino. Bouvoir afirma que la mujer no nace: se hace y Burtlet añade que el género es un constructo social. Con ello quieren decir que la biología no es determinante puesto que la inteligencia y la cultura tienen mucho que decir. Pero ¿quien detenta el poder sobre la inteligencia y la cultura? El hombre, mediante su competencia científica, religiosa, cultural. El hombre aduce que el destino biológico de la mujer es el cuidado y la procreación, y que la guerra, el trabajo y la ciencia son su cometido. Pero el hombre ha roto su pacto de género al permitir que las mujeres trabajen fuera de casa, vayan a la guerra, y en general se equiparen a los hombres (en todo lo que estos tienen de deleznable: borrachos, vagos, cerdos, violentos, violadores, etc.) pero no en aquello en lo que los hombres mantienen sus privilegios: el techo de cristal, la no paridad, la desigualdad entendida como coerción de la libertad.

 

Las mujeres son biológicamente conservadoras (están en contra de la destrucción, ¡eso tan masculino!) y de eso se aprovecha la sociedad masculina para imponerle las tradiciones más retrógradas, pero insisto, el conservadurismo no es un destino. Las mujeres son biológicamente cuidadoras (probablemente como origen de su consevadurismo) y eso el hombre lo ha convertido en un destino de género (las mujeres se cuidan del hogar y de los hijos, de los padres y los enfermos, ¡hasta del planeta!). Pero tampoco es un destino. Las mujeres son tradicionales (se aferran a sus costumbres, a la ley) lo que el hombre aprovecha para imponerle sus propias ideas avaladas por la tradición. Pero eso tampoco es un destino. Hemos de distinguir perfectamente entre lo que son relaciones necesarias y los que son atractores extraños, afinidades, tendencias, deseos. Y sobre todo: tenemos que aprender a potenciar o facilitar las tendencias que están del lado de la libertad, de la igualdad, de la justicia.

 

¿Impide que las mujeres tengan tendencia a ser enfermeras que los hombres también lo sean? Sin olvidar que los hombres no han sido tradicionalmente enfermeros porque no han querido, porque no se han sentido atraídos. ¿Por qué las mujeres no son científicas (STEM: ciencia, tecnología, ingeniería, matemáticas). No es por falta de capacidad (hay más universitarias que universitarios). ¿Es que les falta tendencia. No le encuentran atractivo? De un lado innovar, inventar se opone a conservar. De otro la tradición apoya que las cosas sigan siendo como siempre han sido. De un tercero faltan ejemplos instigadores. Socialmente ha sido clasificada como profesión poco femenina (poco femenino es ser soldado, policía, lanzadora de martillo o minera… y aún así son opciones perfectamente válidas). Laboralmente se ha considerado como una injerencia en un campo netamente masculino. También se piensa que el trabajo es una cuestión femenina (las mujeres no son fiables ni históricamente han formado parte del movimiento obrero), etc. ¿Por qué, entonces, ahora? Porque se han añadido argumentos que hasta ahora no existían. La mujer va a la guerra para defender su tradición, para cuidar a sus allegados, para conservar su libertad, pero no irá para invadir, anexionar, dominar. Por eso las mujeres mandan a sus hijos a la guerra (o van ellas) por cuidar de los valores a los que pertenecen. El argumento final de algo que parece contrario a sus tendencias es finalmente la parte de estas que las potencia: cuidado, consevadurismo, pacifismo (armado pero pacifismo). Lo mismo ocurre con la ciencia. Hoy la defensa (cuidado) del planeta es una misión de los científicos y por lo tanto una tentación para las mujeres. El clima, la contaminación, el calentamiento, son vistos como el cuidado del planeta y su conservación. ¡La mujer ha encontrado su camino a la ciencia!

 

La mujer no ha desarrollado un pensamiento femenino porque lo considera innecesario. Si los hombres fueran “razonables” las mujeres ni se acercarían a ciertos temas… porque no les interesan, porque no los encuentran atractivos. Su cacareado pragmatismo (que es más bien ausencia de teorías peregrinas) las aleja de lo que no les parece importante: inventar, innovar, teorizar. Y una vez más eso no es un destino, es simplemente una tendencia, que con nuevos argumentos, puede ser torcido de nuevo. ¿Por qué casi ningún científico ha hablado nunca de educación (Freud, Marx, Einstein…)? Porque la educación es imposible de teorizar. La educación de los niños  (a quién educar, si no) es labor de las mujeres (y no solo en el hogar sino también en la escuela) y lo hacen desde la tradición, la intuición (el instinto), el cariño, el cuidado, etc. ¿Es posible que no exista ninguna teoría solvente de la educación. En España llevamos ocho leyes de educación en la democracia. Es evidente que los partidos no se ponen de acuerdo en algo que debería ser universal. ¿Por qué? Porque la dominación, la manipulación, la “formación del espíritu nacional” prima sobre cualquier consideración universalista y por tanto masculina. ¿Por qué los políticos cuando se autootorgaron la Constitución consideraron que ellos (a excepción de todos los otros profesionales) no necesitaban educación académica alguna? Es fácil de contestar: porque ellos ya venían educados de casa, por lo menos para los cometidos “simples” a los que están llamados. Es curioso que la educación de los políticos se relegue a las manos de las mujeres (como los esclavistas dejaban el cuidado de sus hijos a las nodrizas negras). ¿O es una argucia del conservadurismo como conceder a las mujeres el voto en la seguridad de que resultarían conservadoras?

 

Si las relaciones necesarias (las más sólidas y las más tenues) pueden ser reconducidas por simples consideraciones dialécticas (la ciencia es cuidado tanto como el cuidado es ciencia), no veo por qué no se puede llegar a que el conservadurismo sea opuesto al cuidado, porque el cuidado es progreso, cambio ante las situaciones cambiantes. Son las mujeres las que “tradicionalmente” han apoyado las tendencias altersexuales y trans. El transgénero -pese a ser tan poco tradicional- ha sido apoyado mucho más por las mujeres que por los hombres. Son las mujeres las que más se han opuesto (aunque no violentamente) al colonialismo y la inhumanidad contra los migrantes. Pero contra la tercera lacra de nuestra civilización occidental: el género las mujeres solo tienen una defensa: la de ellas mismas. Y mientras las cosas parecen empezar a mejorar al integrar cada vez a más mujeres, el machismo sexual de las manadas, de la violencia de género, del techo de cristal y de la desigualdad repunta en defensa de los privilegios de los hombres. El feminismo no debe ser la lucha de las mujeres sino la lucha de la sociedad.

 

El desgarrado. Junio 2021.




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