» 22-01-2024

Señoras y señores 96. El pensamiento primitivo común a hombres y mujeres.

Recojo aquí -en forma de relato- los aforismos que expuse en la anterior entrega. Irigaray no expone en su libro una forma de pensamiento primitivo clasificable como femenino, por lo que este abuso del lenguaje es obra mía. Se recogen todos los aforismos (la palabra de Irigaray) y se recosen con algunas ideas exteriores a su relato.  Sigo aquí ellibro citado. En el mundo primitivo, lo masculino no se opone a lo femenino, sus roles son alternativos y por tanto, no conflictivos, porque el mundo no se entiende por pares de oposiciones. El mundo es abierto no dispone de una explicación (pensamiento) cerrada y acabada. El movimiento (lo que crece) reconoce la completitud en lo inacabado, lo considera como no ser. 

 

Dioses y diosas comparten el control del mundo en paridad y en esferas autónomas. Sus cometidos se enlazan directamente con las manifestaciones de la fuerza (kratofanías) y de lo sagrado (hierofanías). Diosa y naturaleza son lo mismo. El saber reside en la naturaleza y en la Diosa. En lo que ella transmite, el sentido sigue siendo misterioso. Gestos, cantos, poemas, intentan acercársele, sugerir su existencia, incluso suscitar su presencia. El sabio (el poeta)  escucha la naturaleza, la Diosa, la musa. 

 

Poco a poco la inspiración que el primer hombre hablante recibió de ella quedará taponada por medio de argumentación sin salir del discurso mismo. Para construir un mundo del que la vida, el amor, la carne han desertado. Lo que era manifestación de lo irreductible del otro -de ella, o Ella-  se hace creación del hombre. En lugar de cultivar la energía despertada por ella, de transformar el entusiasmo y la fascinación que ella ha citado, el hombre juega con las palabras, lo divide todo en partes que separa o acerca para crear sentido. El hombre ya no escucha a la diosa, ya no interactúa con ella rompe el vínculo con ella. Y los sentidos se cierran a la percepción sensible, carnal. Los hombres ya no ven ni oyen la vida ni el devenir de lo que existe.

 

El sentido ya no está anclado en lo real: se desliza, igual y diferente, cambiando de un momento a otro, de un hablante a otro, y no obstante permanente, al menos en apariencia. El sentido de una palabra ya no se evalúa por su fidelidad a lo real viviente o al otro, sino por sus apariciones en el conjunto del habla. Las cosas permiten aún entrever su sentido, conservando una parte de su misterio.

 

La esfera del hombre es la acción, la fuerza, la caza. La esfera de la mujer es la pasión (resiliencia), la percepción-sabiduría, la recolección. La mujer da la vida y el hombre la aniquila, sin atisbo de moralina. ¿Por qué admitir a priori que esto es bueno y esto otro es malo, que esto es cierto y esto otro es falso, que haya que decir “si” tal cosa y “no” a tal otra? La vida (lo que hace crecer) no es una totalidad acabada a la que se pueda oponer la muerte. Es un misterio no enunciable por nadie. La sabiduría se elabora entre percepciones atentas y palabras descriptivas. 

 

El hombre no cultiva la percepción de lo que es, no está atento a lo real que lo rodea. Se esfuerzan por presentir algo, por serle fieles sin alcanzarlo jamás ni poderlo nombrar. Percibir y pensar vienen a ser lo mismo y lo que piensa el ser humano no disocia de lo que es su entorno. El mundo no está mentalmente organizado más allá de las cosmogonias que relatan los orígenes en forma de mitos. El logos (la razón) y la utilidad, son impensables. La causalidad es una experiencia. 

 

El movimiento (como todo tipo de lo que serán luego abstracciones) es una colección de casos concretos: crecimiento y perecimiento, rapidez y lentitud, consumación y aniquilación. No constituyen pares de opuestos o polaridades. El devenir es imprevisible y controlado por los dioses en cuanto destino. Decir es inventar la epopeya  de un mundo existente. El relato es la ciencia de la vida y su autor es el poeta, en un mundo de sentimientos y emociones en el que la razón no existe. Los seres humanos (hombres y mujeres) se enfrentan al mundo mediante un repertorio de casos concretos (tópica) memorizados en dichos, refranes, adagios, brocardos, etc. La analogía (el parentesco de lo semejante) y la topología (el conocimiento se extrae de los lugares y de la memoria), completan los recursos de conocimiento. La analogía principal es la del cuerpo: el mundo simula la vida. 

 

El mundo primitivo se caracteriza porque gira entorno a una relación de dos (hombre y mujer). El dos de la relación con ella se hace oposición de categorías -ser y no ser,  despierto-dormido, día-noche, vida-muerte, etc. Lo social se expresa por la salida de uno mismo para ir hacia el Otro y la retirada en uno mismo. La enseñanza no puede tener lugar fuera de ellas (Ellas). No hay pues necesidad de creer en las palabras de un maestro. Para aprender hace falta entusiasmo, amistad, docilidad. Una lógica fría (aséptica y desvinculada de la experiencia sensible) no existe. Como el ser humano no percibe la diferencia entre la existencia de la naturaleza y la suya propia, no tiene conciencia de que hay Otro a su lado, a menos que sea maestro o discípulo. Nunca son dos escuchándose y hablándose desde el respeto de sus diferencias. Para razonar suplanta, la fascinación y la confianza en la escucha del otro.

 

Pues bien, de acuerdo con la tesis que sostengo todas estas características del pensamiento primitivo (más otras que Irigaray no nombra en la parte del libro citada) son el germen del pensamiento femenino que pretendo descubrir. El hombre se apartará de él fundando la metafísica y excluyendo expresamente a la mujer que simplemente se quedará habitando  el pensamiento primitivo, dado su escaso interés por desarrollar -al modo del hombre- un pensamiento femenino alternativo. Del pensamiento de dos (hombre y mujer al consuno), se pasará al pensamiento de uno (el del hombre: la mujer simplemente desaparece del esquema). Pero -como explica Irigaray quedará un cabo suelto: la unidad primigenia del feto y el neonato con la madre, que el hombre borrará sin resolverla adecuadamente. Porque -como veremos en otra entrega- el pensamiento de uno (masculino singular) se origina en un engendramiento de dos (hombre y mujer) y de una primera fusión intensa del niño con su madre. Pero será otro día.

 

El desgarrado. Enero 2024.  




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