» 29-04-2024

Urbanismo 18-2. Los orígenes de la arquitectura y de las artes.

Para la comprensión de este blog es imprescindible la lectura del recientemente publicado: “La condición humana 4-1. La evolución de la mente. Los orígenes físicos y funcionales” y de la entrega anterior de esta sección. Vimos allí que la casa del fuego y la casa de los muertos se sitúan en el origen de la arquitectura (como función. Como arte será mucho más tarde… aunque es una cuestión semántica). Pues bien, debemos añadir una tercera categoría a estas dos primeras: la casa de los dioses. El principio es el mismo. Se trata de pensar en lo real un encapsulamiento mental, simbólico, de ayudarse de la manipulación en lo físico, lo que es un concepto en construcción, un simbolismo que en lo mental toma como modelo una construcción en lo real: el templo. 

 

Manipular en lo real lo que no se es capaz de manipular en lo mental es un modo de pensamiento ancestral: prueba y error. Se trata de ir probando hasta que se logre aquello a lo se aspira. Pero es un método que después se convertirá en habitual del pensamiento, aunque entonces, se le dotarla de una importancia de acuerdo con su condición mental : método hipotético-deductivo, el método científico por excelencia. No podemos perder de vista que ”casa” quiere decir receptáculo o confinamiento: una delimitación del espacio para un fin. La presencia del fuego, los muertos o los dioses se encapsula en una representación que lo contiene: la casa. Este juego de presencia y representación es el simbolismo. Sabemos que para pensar hay que empezar por clasificar, listar, recoger en un contenedor (conjunto) todas aquellas cosas que presentan características comunes (abstraídas de lo real). Esa clasificación debió realizarse antes en lo real que en lo mental. Un conjunto de cosas, una colección, realizada en lo real contiene su propia memoria: se despliega ante nosotros como conjunto. Pero en lo mental esta memoria no es evidente: debe ser conformada. Por ello se clasificó primero en lo real, porque era más simple puesto que no necesitaba la memoria, que era una presencia. Cuando la memoria se consolidó, la menta estuvo preparada para clasificar. 

 

¿Estoy afirmando que la casa real es anterior al concepto de inclusión, confinamiento, encapsulación? Si. Pero ello no quiere decir que ya fuera arquitectura. Era protoarquitectura, sin tecnología, ni arte, ni conocimiento. Pura presencia, concepto real, sólido, representación construida. Casi una intuición. La casa es un contenedor, una caja, pero que ya prefigura la representación: el contenedor que contiene la presencia (fuego, muerto, dios). La idea de la arquitectura como función es aquí compatible con la idea de la representación (lo que hoy ya no ocurre pues se han convertido en antagónicos). Pero no como igualdad sino como superposición: el contenedor representativo es también la función de contener. De todas formas función y representación serán dos aspectos de la arquitectura que la marcarán por los restos. 

 

¿Cuando apareció la caracterización de arte? Lo que más tarde se llamará arte es una forma de conocimiento primigenia que no pasó la cesura de la aparición del logos. El racionalismo definió estrictamente lo que debía ser razón: verdad absoluta (lógica), exterior (no subjetiva), inductiva-deductiva, sicaria de los principios (entre otros) de identidad, no contradicción y tercio excluso. Y además excluyó procesos que la oscurecían: magia, adivinación, astrología, mitología, superstición, etc.  El racionalismo impone la prevalencia del pensamiento sobre lo empírico en aplicación de aquel principio platónico que busca las esencias racionales frente a las apariencias empíricas. Y eso incluía a los procesos de prueba y error en lo real con posterior memorización del resultado. Eran procesos empíricos que solo accedían a la razón por su memorización pero no por su génesis. Por otra parte la razón que explicaba las artes no era el logos sino la atracción. Las cosas se asociaban por afinidad, por atracción irresistible. La poesía por la rima, el ritmo y la métrica; la música por el ritmo, la melodía y la armonía; la pintura por la composición, la complementariedad de los colores, el fondo-figura, el claro-oscuro, la perspectiva; la danza por la atracción social del Otro y la necesidad de armonización. La razón de la arquitectura era la gravedad (el aplomo): la simetría, el equilibrio, la compensación de vacíos y llenos. No eran racionalizables y fueron excluidas del conocimiento, de la razón. 

 

Es entonces que se reciclan a arte pero no por que cambien en absoluto sino porque -de acuerdo con la ley de supervivencia de lo existente- buscan otros  fines distintos del conocimiento: el placer, el goce estético. Pero esta exclusión ocurre con el nacimiento del logos cinco siglos antes de nuestra era. Es el sistema metafísico de pensamiento (occidental) el que sistematiza el logos y el que excluye el arte como excluye el humor, el amor y el juego. Pero esta historia ya la hemos contado en “La muerte de la metafísica” y a ella os remito. El arte nació cuando fue excluido del sistema metafísico de conocimiento momento en el que se reinventa. Y de todas las que hoy conocemos como arte la arquitectura fue la primera (en cuanto conocimiento)  porque está en el origen del propio pensamiento prelógico. 

 

El concepto de dios que se abstrae en en este tercer tipo de abstracción fundamental es mucho más amplio (y difuso) del que tenemos ahora. La percepción empieza por la distinción entre lo ordinario y lo extraordinario, que debió realizarse no por falta de explicación sino por lo extraordinario de la manifestación. Una percepción parecida a la que luego llamó lo sublime natural, Kant. Los grandes meteoros (fuera de la habitualidad), lo no asimilable a la cotidianidad. En una palabra todo lo fuera de lo normal constituyó el objetivo preferido. El campo se amplió a medida que se amplió el campo de las percepciones y su especificidad, hasta llegar a la manifestación de la sacralidad (hierofanias, Eliade). Las fuerzas -que se previó estaban tras las manifestaciones extraordinarias- pronto se antropomorfizaron (o quimerizaron) y por ampliación pronto también se situó uno de estos espíritus tras de cada actividad importante para la supervivencia, aunque no fuera extraordinaria. Primero el animismo y posteriormente el panteón lo invadió todo. Estas fuerzas extraordinarias -que se distinguían de los espíritus de los muertos- debían ser aplacadas, pues su manifestación era entendida como de ira. Hábiles chamanes asumieron su representación y su mediación y se establecieron los ritos. El concepto de alma -tan ligado al de los muertos- y el fuego abrieron el melón de las esencias que se  esconden tras las apariencias. 

 

La topología -la manifestación de la verdad que reside en los lugares y en las personas- propició la sacralización de los sitios o las personas en que aparecía. En aquel espacio sagrado se levantó la capilla con-sagrada que llegaría a convertirse en templo. A partir de ahí la historia de la mitología (el relato de la divinidad) se convierte en religión de la mano de los sacerdotes. El diezmo y las primicias (los primeros impuestos) enriquecen a los mediadores de la divinidad que disponen de fondos para levantar construcciones tan importantes como los dioses que alojan: la casa de dios. Pero esos fondos también financian armas y hombres que se establecen cuando el peligro acecha. Una vez resuelta la situación vuelven los eventuales soldados a la normalidad y “el señor cura a sus misas” (Serrat). Los cazadores (los contingentes armados) comprendieron que ese “ejército eventual” podría convertirse en estable y se estableció el caciquismo, el dominio del señor armado. Junto al templo se erigió el palacio pues, como única manera de competir con los dioses en la sojuzgación de los hombre, los reyezuelos debieron sacralizarse “por la gracia de Dios”.  Fuego, difuntos y dioses son la esencia del poder y -por tanto- de la guerra. La “civilización” ya estaba aquí.

 

El desgarrado. Abril 2024.




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