» 15-08-2020 |
Omitiré los detalles porque internet está ahí. Es una serie de espías pero de espías funcionarios. ¿Excluye eso la pasión? No. En una serie francesa era imposible que el amor no fuera “toujours l’amour”. Y un planteamiento impecable se convierte en “el factor humano” de Green. Como en la nueva literatura la emoción no se produce por las sorpresas de la trama sino por la evolución de los microrrelatos que en este caso son realmente mínimos. Oriente próximo y medio es el centro de la trama, lo que dado la escasa información que producen los medios sobre esa zona se convierte en una fuente de información (sobre todo de Siria) de primera calidad. Con este planteamiento minimalista la serie consigue una continuidad y un ritmo envidiables que produce adeptos capítulo a capítulo.
Las relaciones entre las distintas agencias son tensas pero fluidas. Las reuniones entre sus representantes son continuas, siempre basadas en la mentira y muchas veces amenazantes. Casi nunca se ven armas. La máquina de la guerra fría es sin duda el teléfono que se usa de mil modos. El espionaje en los medios es brutal lo que convierte a los hackers en auténticas estrellas, aunque no siempre a la altura de la tensión, pues no en vano el espionaje se paga con la muerte. Pero la sangre no llega al río porque siempre hay un posible trueque, un cambio de cromos que acaba en el consabido puente fronterizo pero que ha empezado mucho antes en el “reclutamiento” cruzado que es, prácticamente la trama de la serie. Cómo se da soporte a los infiltrados mediante canales de comunicación encriptados y apoyo sicológico constante es aleccionador. Pero siempre el factor humano surge una y otra vez porque son humanos sometidos a presión y por tanto frágiles.
Pero hay algo que distingue esta serie de otras muchas y es la sonrisa (básicamente femenina). En una situación generalizada de tensión la risa casi no existe y entonces la sonrisa se convierte en el medio de generar confianza y empatía. La sonrisa es un arma pero solo para los que están infiltrados. Los directivos que se quedan en las oficinas no participan de esa característica. En las oficinas la jerarquía es militar y la competencia también… dentro de una lealtad institucional que no por ello no se tambalea a menudo. La tensión a la que están sometidos queda cumplidamente patente en los hundimientos sicológicos de los agentes y sobre todo en el recurso al amor como compensación, lo que transforma a los espías en tan humanos que nos hacen perder de vista que son espías.
No es fácil ser original en un mercado como el televisivo. “Oficina de infiltrados” lo es sin grandes alharacas, con un planteamiento austero, minimalista a veces, y profundamente honrado. La historia se desarrolla con fluidez e interés. Los actores son magníficos en ese tramo de la credibilidad que no aspira al individualismo premiable… con la guinda ya citada de las sonrisas. Escasamente moralista -de hecho el protagonista es un traidor- en la línea de Scott, y por tanto a años luz de Spilberg, se apunta a algo que ya empieza a ser habitual en las series. Altamente recomendable si te interesa la política internacional y sus entresijos, no te hacen falta persecuciones ni efectos especiales y disfrutas de las buenas historias. Hay concesiones a la sensibilería pero disculpables.
El desgarrado. Agosto 2020.