» 07-09-2020 |
Es evidente que solo los jubilados, algunas amas de casa dispersas y los convalecientes pueden ver la TV a cualquier hora. Ellos lo saben y programan -teniendo en cuenta que las amas de casa dispersas y los convalecientes escasean- preferentemente para los abuelos. Eso convierte a la televisión en un espectáculo para viejos, como la convierte en un espectáculo para niños, los fines de semana. Las franjas de la emisión de TV es por edades. Es curioso que esa deferencia para con los más jóvenes y los mayores no se presenta en la franja de los adultos. Los programas de política hace tiempo que son absolutamente incomprensibles tanto por los políticos, los tertulianos e incluso los periodistas, en una ceremonia de la confusión que parece ser rentable para todos.
Entre los programas “sin sustancia” que se emiten a horas intempestivas, para los mayores, destacan los que pretenden aunar información y entretenimiento… a un nivel cultural ínfimo. Se suelen llamar magacines y hoy quiero comentaros dos que en la misma cadena interpretan esa mezcolanza de dos maneras absolutamente distintas: Aruseras y Zapeando. El primero apuesta por las ocurrencias de los tertulianos que sin otro guión que las imágenes que pueblan el programa (no deja de ser un zapeando, pues se nutre de imágenes televisivas del mundo) dicen sinsustancialidades que pretenden ser ocurrentes y que no dan la medida ni de coña. Es imposible que ninguno de los múltiples colaboradores digan algo ni siquiera aproximadamente ingenioso o curioso. Todo son ocurrencias, como la Diaz por un poner. El menos inconsistente es el director/presentador que ha sabido rodearse de unos colaboradores que nunca podrían hacerle sombra (ni a él, ni a nadie).
Es como un concurso que consiste en ¿qué te sugiere esta imagen? y en el que los colaboradores están al nivel de los concursantes mayoritarios en cualquier concurso. Al fin y al cabo, los concursos, lo que pretenden es ridiculizar a los concursantes para que la cultura académica se convierta en cultura humorística… cosa que aprovechan estos mismos programas para hacerse eco de ese ridículo cuando se produce en otras cadenas. El resultado es tan cochambroso que incluso nos devuelve la fe en los guionistas. Es evidente que solo se puede dejar la improvisación en manos de profesionales y los colaboradores de Arús, no lo son. No dudo que a la mayoría de nuestros mayores ya les esté bien, mientras esperan a la parca, aunque también pienso que sirva para robarle shering a Telecinco (la primera privada gracias a los mayores) e incluso sea una forma de intoxicar a unos votantes especialmente sensibles a la manipulación. La mediación entre el emisor del mensaje (el político) y el ciudadano, realizada por el periodista, raramente no contiene una gran dosis de manipulación. El cuarto poder -siempre autodeclarado inocente- manipula a más y mejor.
El otro programa, Zapeando, apuesta por el guión, con detalles de improvisación, más dirigida a introducir frescura que a permitir ocurrencias. El amplio equipo de zapeando apuesta también por la simpatía. Diseccionado, desde el punto de vista de los mayores, son un grupo simpático que si no te hace reír, te hace sonreír continuamente. El fichaje de Mateo ha sido un acierto, no porque el anterior no fuera simpático, que lo era, sino porque es más simpático, menos periodista y más showman. Las secciones de Zapeando son más trabajadas que las de su homólogo, más ingeniosas. La boticaria Garcia es un hallazgo (amena y rigorosa) y la circulación de presentadores añade variedad y permite la competencia electiva. Pero sobre todo hacen sonreír, alegran la vida. No es que Arús no lo haga, pero es a otro nivel. Son frendlies. Hablan de todo con desparpajo y con frescura. Aunque en una ensalada tiene que haber de todo veo a los hombres menos seguros en su puesto que a las mujeres porque las mujeres son más simpáticas, encabezadas por ese portento de frescura y simpatía que es la Pedroche.
Todos pretende la misma franja de edad pero de distintas maneras. Baratas, por supuesto. Son programas que se alimentan de su propio medio, tendencia que cada vez más se afianza en el medio televisivo. La Sexta no solo emite noticias sino que las produce. La autocita es continua. Cada vez hay más autorreferencias. Tanto Aruseras como Zapeando son programas sobre la TV, se miran el ombligo. Pero han escogido distintas estrategias: la gansada ocurrente y la gansada guionizada. Por lo demás los dos miran al mismo objetivo: los mayores. Nueve millones de votantes, mayormente conservadores (por la edad), difícilmente movilizables (con nuestro respeto por los vascos) y cansados de consignas. ¡A quien no le amarga un dulce! Como diría Haraway, la inocencia siempre es sospechosa y sobre todo… desechable.
El desgarrado. Septiembre 2020.