El arte ha precedido a la filosofía (y a la ciencia) en la explicación del mundo. La perspectiva como espacio absoluto, La composición como estructura de relaciones. El claroscuro como volumen. El puntillismo como atomización o el abstracto como estructuralismo. Sin embargo el tiempo en arte ha estado mucho menos presente, quizás porque tampoco estaba presente en la filosofía, que siempre soslayó el devenir en favor del ser. En un tiempo anti esencialista como el nuestro, en el que el tiempo de la ciencia es reversible (frente a toda intuición), no podía el arte dejar de dar su opinión. El tiempo es un flujo aritmético cuya estructura fina son desgarros del espacio. Como las implosiones Baudrillardianas el tiempo lejos de accionar sobre lo que le rodea, inacciona consumiéndose a sí mismo. El tiempo del tiempo se acaba.