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» 26-04-2020 |
Es evidente que si no queremos cambiar nuestro mundo tal como lo conocemos la detección precoz de nuevas epidemias y su neutralización pasa por varias fases: 1) I+D para prever la aparición de nuevos virus, 2) I+D para desarrollar tratamientos efectivos y rápidos, 3) I+D para desarrollar vacunas, 4) adaptación de la sanidad para dar respuesta a la epidemia: proteger a los sanitarios, tener capacidad de respuesta en número de camas, UCIs, número de sanitarios, 5) estrategias de respuesta epidemiológica de confinamiento, aislamiento y tratamiento. 6) especiales medidas para defender a los grupos más vulnerables (residencias de ancianos, profesiones de riesgo, grupos sociales desfavorecidos, patologías previas). Pero la prevención no da votos (aunque puede quitarlos una vez inmersos en la tragedia) por lo que un sistema político como el nuestro no tomará estas medidas. Así las cosas lo que hay que hacer como primera medida es cambiar el sistema político y no precisamente en el camino del ultraliberalismo sino en el del estado social de derecho. Estamos ante un problema político, pero como tampoco los políticos estarán por la labor (como no lo estuvieron para renunciar a unas dietas que no les correspondían), analizamos los cambios que la eventualidad de nuevas epidemias van a producir.
1) Lo global y lo local. Nunca nos habíamos enfrentado a un problema que no permitiera que huir fuera una solución. La historia del progreso es la historia de la nueva frontera. El colonialismo imperialista o simplemente económico permite ensanchar las fronteras físicas o los mercados. Biológicamente la confrontación de dos individuos se resuelve siempre en la huida o en la lucha. La disuasión es la estrategia para inducir la huida. Si a partir de ahora la huida no es posible (¿a donde?) solo resta la lucha. Nos enfrentamos a un mundo mucho más agresivo. La beligerancia frente a los inmigrantes por parte de los pueblos que más invadieron a sus vecinos, incluso remotos, es una avanzada de esta imposibilidad de encontrar tierras vírgenes con dos excepciones: los polos y el espacio exterior. La idea de la desaparición de las fronteras de la UE podrá aplicarse a los capitales y a las mercancías pero de ninguna manera a las personas. Shengen muere (si no había muerto ya).
2) El cambio de escala de valores. El liberalismo y su actual formulación el ultraliberalismo nos proponían una escala de valores bajo las premisas de que ciertas necesidades estaban cubiertas por el estado del bienestar (democráticas, derechos humanos, sanitarias, educacionales, sociales). Aunque la presión neoliberal hacía que se viera que el sistema hacía aguas, debido al déficit democrático, social, educacional, etc. La mejora financiera-laboral era la preocupación principal de los ciudadanos (la riqueza). En Europa el sistema sanitario parecía bien establecido. La crisis de 2008 demostró que el sistema financiero está descontrolado (desregulado) y la expectativa de la robótica (con la masiva pérdida de empleos) eran la preocupación número uno. La actual crisis ha demostrado que la preocupación número uno debe ser la vida y por tanto, sanitaria. Un virus puede acabar con la economía mucho más de lo que la economía puede acabar con la vida. El estado sanitario (el biopoder) ya está aquí.
3) Las relaciones sociales deben cambiar radicalmente suprimiendo contactos innecesario, multitudinarios, ociosos, y desprevenidos y hay que estar preparados. La profecía de Foucault de que el Estado debe velar por la salud de la población (el biopoder) de forma inquisitiva, se convierte en una realidad. El intervencionismo del Estado en las relaciones personales y sociales se convertirá en un estado de alarma permanente y por decreto. La libertad ambulatoria será controlada y se decretará como se debe vestir (protegerse). Debido a la intensa dependencia de las relaciones sociales de la tecnología (chats virtuales y altamente tecnificados) Las clases sociales se estructurarán no solo a través del capital sino también de la tecnología. Los espectáculos culturales y deportivos desaparecerán en chats multirrelacionales. La familia se convertirá en el único núcleo de relación personal permanente. Las viviendas deberán adaptarse para un uso intensivo (y único) de relaciones interpersonales. Hay que tener en cuenta que cada virus puede tener distintas distancias de seguridad y distintas formas de transmisión (aire, contacto, fluidos, etc.).
4) El teletrabajo debe convertirse en la forma de trabajo habitual lo que supone que las viviendas deberá tener espacio para trabajar y las oficinas y los centros de trabajo (talleres, fábricas) se reducirán al mínimo. Por tanto deberá acelerarse la implantación de la robótica y mejorarse las comunicaciones de banda ancha y otras comunicaciones.
5) La educación también deberá teleoperarse. Los chats (clases) se deberán convertir en centros de reunión virtual y multirelacionales mediante grandes pantallas, avatares u hologramas. Las redes sociales se convertirán en los grandes operadores de la nueva socialidad virtual.
6) Los bares y restaurantes desaparecerán sustituidos por establecimientos de expedición automática y consumo en cabinas familiares estancas tipo peep-bar. Tanto el servicio de bar como el de restauración se realizará a domicilio al principio mediante sistemas de logística humanos y paulatinamente automáticos: hidraúlicos, neumáticos etc.
7) Los supermercados operarán a domicilio. El comercio tomará el modelo Amazon aunque el sistema de reparto deberá variar para evitar los vectores humanos. Las tiendas no estarán abiertas al público, pero sí como centros logísticos de reparto en lo que duren en su lucha contra las grandes corporaciones.
8) Proliferaran los avatares y hologramas con los que se podrá interrelacionar con apariencia de socialidad, pero solo en los primeros tiempos. Posteriormente se perderá la pulsión social presencial sustituida por la pulsión social virtual.
9) El problema logístico es el más difícil debido al incremento enorme de los repartos domiciliarios. Se han de eliminar los vectores humanos y hasta que ello sea posible, sustituidos por sistema neumáticos generales, deberán dotarse de equipos de protección recíproca.
!0) El transporte público: metro, autobuses urbanos, regionales y nacionales, Taxis, Uber, trenes, aviones, barcos… deberán ser adaptados a la distancia de seguridad en los coches, los accesos, los andenes, las evacuaciones, etc. La venta de billetes será virtual. El automóvil privado es imposible saber como evolucionará aunque la nueva situación lo refuerza como medio familiar de cortas y medias distancias.
11) Los espectáculos deportivos, sociales y culturales multitudinarios deberán desaparecer. En los deportivos se habilitará un “pay per view” y los socios evolucionaran hacia un crowd funding con incentivos. Los chats interactivos multitudinarios “sustituirán” a la asistencia personalizada. La plataformas de “cable” cobrarán un gran protagonismo en este aspecto.
12) El ejercicio físico cambiará radicalmente. Mientras el deporte mayoritario será el domiciliario mediante monitoreo a través de los media (TV, cable, internet, redes sociales) incluso para los niños, los gimnasios deberá adaptarse a las microcélulas aisladas, desapareciendo las duchas comunitarias, igual que los vestuarios deportivos profesionales. El deporte al aire libre se regulará estrictamente e incluso se someterá a licencia. El público presencial desaparecerá del deporte.
13) El turismo de masas desaparecerá durante años hacia el tercer mundo que no podrá controlar la epidemia. El turismo local, y a las grandes capitales occidentales se recuperará en un año, con amplias medidas de control y cuarentenas.
Teniendo en cuenta que todas estas previsiones no tienen una validez mayor de un años y que la arquitectura la tiene de entre 50 y 100 años… todas estas previsiones son inútiles. Solo una arquitectura absolutamente flexible (o absolutamente efímera) puede enfrentarse a este reto. Porque la arquitectura que propone soluciones para necesidades, evaluadas a la buena de dios… se ha acabado. Continuará.
El desgarrado. Abril 2020.