» 2025-09-08 |
Señoras y señores 119-2. El cuidado adaptativo.
He narrado otras veces como la familia nuclear supuso una especialización de roles sociales, de género, que resultó determinante. El hombre protector y alimentador mantenía un perfil combativo, de competición com otros machos -y con el entorno en general- por los recursos del medio, necesitado de la agresión y embarcado en la violencia. En una palabra subsidiario de la supervivencia (alimento, sexo, territorio). Solo mediante medios químicos (el amor) se consiguió que el macho estableciera un compromiso (vínculo) estable con su pareja, suficiente para garantizar la viabilidad de la prole. La adaptación del macho a la nueva situación social no supuso un cambio en su perfil biológico. Otra cosa es lo que ocurre con la hembra cuyo perfil supervivencial es -en principio- el mismo que el del macho: la competencia con el medio por los recursos de supervivencia. Pero el vínculo con la prole se debe intensificar (va a durar entre cinco y siete años) en los que la necesidad de cuidados y atención serán máximos de acuerdo a la inmadurez (65%) que presenta la cría respecto a otros mamíferos. El vínculo maternal ya existía entre los mamíferos, precisamente por el hecho de la alimentación mamaria, pero más del lado de las inhibiciones de la agresión que de la creación de un vínculo de nuevo cuño, que es lo que encontramos en la especie humana. A esta intensificación del vínculo madre-hijos le llamamos cuidado.
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