» 2024-10-03 |
Comer para vivir 22. Alta cocina.
Comer es una experiencia que ha evolucionado desde los animales más elementales hasta nosotros, complejificándose. Se parte de una situación de simple necesidad, que se manifiesta con el hambre, que es el indicador de que la necesidad debe ser colmada. Ese indicador -aunque integra varios mecanismos de distintos tipos- se suele centrar en el nivel de azúcar en sangre. Pero este mecanismo no empieza a funcionar hasta después de la digestión por lo que no sirve como indicador para cesar en la ingesta de alimentos (hartazgo). El cansancio de los músculos masticadores seria un indicador más rápido y por tanto más efectivo. La dificultad para obtener alimento es también un disuasor de la iniciación del proceso de caza, que es costoso en energía y poco apetecible si no viene obligado por la necesidad. El aspecto de los alimentos los hace apetitosos a la vista y la masticación prolonga el placer de los sabores en la boca. El aroma es otro indicador del buen estado de los alimentos y recordatorio de sensaciones anteriores. Existe pues un placer -que va más allá de la necesidad- y que hace que la comida se prolongue más allá del hambre. Toda esta complejidad clasifica el atractivo de la comida en tres posiciones: necesidad, socialidad y placer.
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