» 28-04-2020

Reflexiones tipográficas 234. El mundo que viene.

Ya lo han oído en el plan del gobierno: reducción del 30% en la ocupación, aumento de la distancia hasta un 200% más, ese es el plan. Pero ¿qué significa? Significa que los precios habrá de subir un 30 % si los negocios quieren sobrevivir. Es la cruda realidad. Los negocios no son una bicoca, son una forma de vivir. Una reducción del 30% supone que no sean rentables, la desaparición. Por otra parte los clientes no están en mejores condiciones. ¿Cómo se soluciona? Curiosamente esta situación castiga a los negocios de éxito (los que se llenan) y favorece a los negocios ruines (los que no se llenan nunca). Una cierta forma de democracia. No solo el virus vino de Asia, también la solución vendrá de allá. Restaurantes chinos, bazares, bares regidos por orientales, son los únicos que pueden sobrevivir. Su sistema de negocio es mucho más resistente que el nuestro.

 

La clave está en los gastos fijos: alquileres, suministros energéticos, impuestos. ¿Están dispuestos lo arrendadores, las grandes compañías de energía y la administración en bajar sus pretensiones? Habrá que verlo. En otro caso el cierre de restaurantes, espacios culturales y bares será masivo. El incremento de la venta on line, en este estado de alarma, también pasará factura al pequeño comercio. Estamos entrando en otra era en la que todo lo que el capitalismo ha estado impulsando (grandes superficies, comida a domicilio, venta on line, taxi bajo demanda…) se convierte en ley. En su caso porque querían hacer desaparecer (o sojuzgar) a los trabajadores y en nuestro caso porque el virus nos ha vencido. No sería descabellado llamar a este virus capitalista. Muchas empresas (¿emprendedores?) se están forrando especulando con la vida, multiplicando el precio de los artículos de salvación por quince o veinte. Pero la gran mayoría se están desmoronando.

 

Con ocho millones de parados y una reducción del 30% del espacio de negocio,  sin una reducción paralela de los gastos fijos, la economía está muerta. Esto no será la crisis del 29. Será peor. ¡Hasta la independencia de Catalunya será posible, con tal de soltar lastre! Nos enfrentamos a la situación más dramática de la historia moderna. De momento, todo se centra en solucionar con créditos, pero sabemos que el crédito es pan para hoy y hambre para mañana. El capital se frota las manos, todos: administraciones, empresarios y trabajadores cogidos por los cojones de aquí a la eternidad. La paz social obtenida de la forma más violenta. De momento el trabajo temporal ya ha dado sus frutos. El 90% se han ido a la calle para beneficio de sus patronos. De los cuatro millones que están afectados por un ERTE, la mitad acabarán en la calle. Nos enfrentamos a una situación pavorosa que si no vemos (los más lúcidos) es porque nos estamos jugando la vida.

 

Ni siquiera los economistas (especialistas en analizar a posteriori) parece que que se hayan dado cuento de la que se avecina. Quizás son prudentes y se callan para no añadir leña al fuego. Pero si el gobierno no hace más que ponernos paños calientes respecto a la vida, alguien debería poner esos mismos paños para la economía. Evidentemente esa no es tarea para los políticos de la oposición que ya está suficientemente ocupados con minar al gobierno y tratar de dirigir el país hacia la próxima tragedia. Tenemos dos posibilidades: morirnos del virus o morirnos de hambre. Claro que también podríamos morirnos de asco. Me parece lo más probable. Sin ánimo de ser agorero (o secundar la teoría de la conspiración) es evidente que el capital, los chinos y los especuladores son los grandes beneficiados de esta crisis. Quizás también el propio virus pero su sistema nervioso no le da para enterarse. Probablemente es el má inocente de este sainete. Se me olvidaba: los políticos también saldrán a flote, enardecidos y fortalecidos. ¡Como siempre!

 

El desgarrado. Abril 2020.




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