» 25-05-2020

Reflexiones tipográficas 245. Credibilidad. Marguhenda.

¿Cómo se construye un personaje  creíble? En nuestra actual democracia la credibilidad es importante, sino importantísima. No se trata de lo que dices sino como lo dices. Si hay un muñeco que se haya construido para intoxicar ese es Marhuenda. En un alarde de blogismo de investigación les vamos a dar las claves de como se construye un muñeco creíble. No olvidemos que los muñecos han sido, a veces, más creíbles que los modelos. Aznar prohibió los muñecos del guiñol porque no le hacían justicia. El humor nunca ha hecho justicia, el humor la reorienta. Aquí les desvelamos el muñeco Marhuenda.

 

1) Nunca grites. Gritar no es fashion. Gritar puede dar la impresión de que tratas de imponerte por el volumen y no por la razón. Si no tienes razón: habla bajito. Todos entenderán que la razón está de tu parte. Añade gestos de desacuerdo, aspavientos, pero no grites. Incluso gestos de desesperación como si hubieras caído en otro planeta. Las negaciones de cabeza, los signos de desaprobación son tan eficaces como las palabras. No pierdas el tiempo hablando con quien no te va a entender. Tu hablas para los espectadores. Esos son tu público. Para eso te pagan.

 

2) No admitas que te interrumpan pero interrumpe en cuanto alguien hable de lo que no te interesa. La norma no es el diálogo sino la censura. Nunca caigas en el error de dialogar, se trata de taponar lo que no te interesa. Cuando tomes la palabra habla hasta aburrir a las ovejas y por supuesto nunca respondas a lo que te preguntan. Cuando te quiten el uso de la palabra, pon cara de que te han censurado, cuanto más resignada, mejor. Evidentemente eso incluye que hables en paralelo del que está diciendo lo que a ti no te interesa que se diga. Tápalo, incórdialo, desconcéntralo. La guerra es la guerra.

 

3) Tus argumentos deben ser tan claros como si fueran para niños. Nunca argumentes más allá de la linealidad más elemental. Las frases que empiezan por “es que no me lo explico….” “es que es asombroso” “es que es de sentido común” son perfectas. Cualquier  argumentación inteligente es inútil. Nada de racionalidad, nada de lógica, nada de sensatez. Solo lugares comunes, exabruptos y demagogia. El asombro patente es magnífico. Los espectadores tienen que entender que está superasombrado, atónito, estupefacto. Es una actuación y te pagan para que la boirdes.

 

4) Añade rasgos de humor (de pretendido humor) como si lo que dices no te importara o te resignaras a que sea inevitable. Si no te se te ocurre nada: ensaña los calcetines, sonríe a la presentadora. Cierra siempre con una sonrisa aunque sea amarga.  Quizás con un comentario que demuestre que eres una víctima.

 

5) Algo muy importante es que te autoflageles. Como decir que todos tus títulos y logros no valen para nada, porque nadie los aprecia. La retórica es importante y en este caso se trata de que todos tus valores queden en entredicho. El espectador entenderá la ironía y te compadecerá. Entenderá que alguien tan patético solo puede tener razón. Misión cumplida.

 

Quizás te falta un poco de reciclado porque cinco años  (quizás 60) de la misma murga ya no cuela. Comprendo que te funcione pero, aunque sean tus jefes, deberían decirte que esto es televisión y que a ti te encontré en la calle.

 

El desgarrado. mayo 2020.




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