» 14-07-2020 |
Creo que el escepticismo es una consecuencia del individualismo. Escéptico es el que tiene su propia opinión sobre las opiniones de los científicos o los expertos. Para ello hay que tener una gran confianza en uno mismo. Hace años los escépticos eran pocos y el saber especializado era omnipresente. Luego vino la educación, los documentales divulgativos en la TV y finalmente internet: el speak corner de los iluminados. Con ello no quiero decir que los OVNIs, la teoría de la conspiración, la contracultura y un cierto descontento generalizado con una sociedad que no está para echar cohetes, no hayan intervenido. Ni tampoco las ciencias alternativas desde la homeostasis hasta la acupuntura pasando por el budismo y otras disciplinas dhármicas. Todo vale cuando lo que debería valer decepciona.
Los escépticos van por barrios: los ufólogos, los vacunólogos, los conspiranoides, los politicófobos, los astrológicos, los acupuntólogos, los místicos, los homeostáticos, los esotéricos, etc. La mayoría sostienen una teoría alternativa a la científica sustentada por conocimientos ancestrales o por iluminados recientes, pero todos sustentan su alternativa en la desconfianza en una ciencia, una tecnología, una política o una democracia en la que ya no se cree. La mayoría desconfían de la ciencia a la que culpan de una tecnología opresiva y destructora, lo que no les impide creer en una alternativa por lo menos tan poco fiable como aquella. La ciencia no es perfecta pero de ahí a cuestionar todas sus premisas media un abismo. Para muchos la ciencia no es perfecta pero no tenemos otra cosa para sustituirla (religión, magia, esoterismo, etc.). Los escépticos no solo dudan de la ciencia (política, ética…) oficial sino que se apuntan a alternativas enloquecidas. Es entonces cuando su escepticismo se dispara.
Los anti-vacunas siguen las enseñanzas de unos cuantos científicos y seudocientíficos que las ponen en duda o que encuentran efectos secundarios aterradores como el autismo. Que la ciencia no sea perfecta (en cuyo caso se habría acabado) no quiere decir que toda la ciencia sea falsa. Existen flecos, detalles, puntos que no cuadran pero eso no invalida toda la ciencia. El defecto en el perihelio de Marte no invalida toda la gravitación newtoniana, pero llevó a la relatividad einsteniana. ¿Impugno eso a la primera? No en el mundo cotidiano en el que vivimos pero sí en la astrofísica. Una teoría experimentada (contrastada en lo real) no puede estar radicalmente equivocada, lo que no quita que sea sustituida por otra teoría totalmente nueva y distinta y que sin embargo contiene a la primera como caso especial, como ocurrió con la relatividad. El descubrimiento de las geometrías hiperbólica, esférica, etc. no impugna la geometría euclideana sino que la reduce a un espacio plano… que es el que habitamos cotidianamente. Toda teoría con base experimental (contrastada con la realidad) no puede estar radicalmente equivocada aunque pueda ser cognitivamente, radicalmente falsa.
Durante años hemos convivido con esotéricos, místicos, astrológicos, ufólogos, considerándolos inofensivos. Pero las cosas han llegado demasiado lejos. Los anti-vacunas ponen en peligro las vidas de sus hijos en base a una creencia no suficientemente contrastada. En eso no se distinguen de los astrológicos, los esotéricos, los endemoniados o los mágicos. Hace pocos días murió una persona a la que se sometía a un sortilegio (exorcismo) contra el demonio, con veneno de sapo. Los experimentos se han de hacer con gaseosa. El problema hoy es que el mero hecho de negarse a vacunarse puede poner en peligro al resto de los humanos con los que se convive. Y eso es lo que ha suscitado el coranavirus. En USA un 40% de la población dice que no se vacunará contra el covid19. El resultado es que con un 40% de no vacunados la epidemia será aterradora, sin contar los problemas de segregación que se producirán. No tenemos vacuna, ni manera de producirla masivamente, cuando resulta que un 40% de la ciudadanía no la acepta. La inmunidad de grupo no se produce con tantos disidentes.
En política los escépticos producen también enormes turbulencias. Un escéptico o no vota (porque es inútil) o vota por exclusión (al nuevo o al que no le ha decepcionado todavía) o por joder (a partidos sin posibilidades). Si a eso añadimos que los partidos se dedican a intoxicar a los ciudadanos con mentiras continuas, las posibilidades de emitir un voto informado y responsable son casi nulas. Unas pocas reglas (el terror, la moral, la ideología) sirven para que en el último momento se lleve el voto al zurrón que conviene, pero con las granjas de boots manipulando la opinión pública, el voto se convierte en una operación informática. El brexit y Trump llegaron a ganar gracias a estas artimañas. VOX en España está detrás de estos experimentos. El resultado es que la democracia no existe porque su más demostrado mecanismo (las elecciones) no es fiable. Y gran parte de esa escasez de fiabilidad es el escepticismo.
La política es esencial para que funcione la democracia pero ni los escépticos, ni los dispersos, ni los partidos políticos están por la labor de sostenerla. La ciencia es fundamental para garantizar la salud pero ni los escépticos (que no creen en ella) ni los dispersos (para los que no van ni las normas ni la realidad de la pandemia) la apoyan lo suficiente como para que funcione. Quizás simplemente estamos alcanzando el fin del mundo. Si no colaboramos todos no saldremos de esta y si los dispersos y los escépticos no colaboran no me cabe duda que se producirá la ira de los mansos y la segregación en dos facciones irreconciliables. La primera guerra mundial civil político-sanitaria está en marcha.
El desgarrado. Julio 2020.